Acolchada por muchas sedas brillaba la blanca hoja perlada de la espada. Su guarda estaba llena de pequeñas rosas metálicas pintadas y detalladas cuidadosamente y en el pomo descansaba una cabeza de león dorada. El material con que había sido forjada aquella fina hoja era un misterio. En algunas historias recordó Justitia, se hablaba de que estaba forjada de los propios huesos de la bestia del norte, en otras se decía que era Gabriel mismo la espada. Los expertos y la iglesia nunca llegaron a un consenso. Nada de aquella época era claro y para la iglesia era mejor así. «¿Qué color tomaría si la blandiese?»
Todos tomaron un instante de contemplación en tan mítica reliquia que descansaba frente suyo. Cada uno sumido en pensamientos de los que Justitia no tenia idea por mas que escrutaba sus rostros.
—Puedo preparar unos cien hombres para mañana, y si me da una semana creo que podre darles hasta quinientos —Dijo Worzak cubriendo la espada entre las sedas de vuelta —¿Realmente alguien vendrá por ella?
—Necesito que prepares mensajeros de inmediato —Dijo Sergius ignorando la pregunta —Envíalos a Jeshena y toda catedral que siga en pie, una directamente para la capital Aenoch. El mensaje solo debe decir. "Durante el viaje de transporte de La Espina de Dios, Nos hemos encontrado con invocadores, la marca de la rosa se ha hecho presente en Madalena, Raezal los vástagos del pecado siguen en el mundo y van tras la espada" Es todo.
Worzak tenía los ojos desorbitados desde que se mencionaron los invocadores. Al terminar Sergius de hablar, se apresuró al escritorio y anotó todo cuando había sido dicho.
Agony y Poena se encontraban desconcertados ante la noticia. Justitia se llevó la mano al rostro recordando que no había hablado. «Inútil —Reprimió» Mientras el propio Luciel fingía un asombro moderado. Sergius se dirigió a los dos que estaban sorprendidos.
—Ah si, Justitia era quien estaba a cargo de comunicárselos a ustedes —Dijo Sergius presionando sus ojos con los pulgares —No hay nada que hacer ahora, toma menos tiempo la siguiente vez Justitia.... Muchachos y vicario, esta espada la usaremos en el concilio de los imperios contra Luzba'el el nuevo falso profeta. Por ahora solo debemos protegerla de Raezal hasta llegar a Madalena, llegaran aquí si esperamos demasiado. Nos iremos mañana temprano a más tardar, en la noche si es necesario. Prepara a todos los lanceros y caballeros que tengas para salir esta misma noche Worzak y que abran los ojos a cualquier movimiento sospechoso en la ciudad.
—Las canicas... —Masculló Agony —¿Por qué nos dejó mantenerlas con nosotros? ¿Por qué no dijiste nada Justitia? Podríamos... —Reclamó Agony indignada.
—No hay ninguna diferencia de si cargas con ella o no. Si la has tocado estarás marcado por ellos durante un largo tiempo... ¡Escuchen! —Alzó la voz Sergius —No causen problemas, no hablen de esto y mantengan un perfil bajo. La ciudad estará llena de nobles que participarán en el concilio por buena fe y con fines políticos. Habrá problemas y posiblemente una guerra estallará al final de año, cuando el concilio se lleve a cabo. Por ahora no sean ustedes un problema político más. La iglesia carece de tanta autoridad en el nuevo continente como para encargarnos de algo así.
—¿Una guerra más? —Preguntó Worzak incrédulo —Disculpen... es solo que Beruem siempre ha sido un país muy... tranquilo, en temas de guerras o rebeliones.
—Si, una guerra más, probablemente este puerto termine involucrado rápidamente. Si quieres evitarlo pide en esas cartas que enviarás tu cambio al valle bendito.
—Por las noticias que llegan desde oeste pelear con Aenthos suena como si fuese Yehuda otra vez, lleno de Shaeyvah y brujos —Comentó Worzak —Lo haré
—Probablemente lo sea, controlan mucho del nuevo continente... —Dijo Sergius con un gruñido cansado.
«Guerra» La idea le causaba a Justitia un acceso de nerviosismo. Todo cuanto se había preocupado hasta ahora era cumplir órdenes, pensó que una guerra no generaría ese impacto en él. Una más de todas las que se rinden en la actualidad, y otra vez los pacificadores serian usados como soldados. «Los pacificadores nos encargamos de salvar pequeños como tú, regresar la paz que es arrebatada. Por eso no llamamos así, somos símbolos de la paz» por alguna razón recordó las palabras de su madre, Jeria aún si fuese solo adoptiva, es como él la recordaba. Fue la única que conoció. Un deseo olvidado reapareció como una briza de aire fresco por la celda de su mente.
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Nacido del Deseo
FantasyLuciel D'chain ha dedicado su vida a convertirse en un pacificador, héroes de la iglesia que protegen de lo sobrenatural. El día de la ceremonia de graduación es separado de sus amigos, viéndose envuelto en una misión que implica recoger y escoltar...