Adelayn despertó al sentir como su cuerpo se balanceaba en el cálido hombro de alguien. Vio el suelo moverse mientras abría los ojos y cuando escuchó una voz masculina cerca suyo comprendió estaba como un costal de papas. Le dolía la cabeza profusamente y hubo de tomar un momento más antes de comprender lo que había sucedido.
El hombre que la llevaba cargando llevaba su lanza en la espada y desde la posición en que se encontraba creyó podría tomarla con facilidad. Decidida a hacer algo estiró las manos a ella, pero algo la detuvo de mover la barra más de unos centímetros en la dirección que ella buscaba. Gruñó tensando cada músculo de su cuerpo para dar un último empujón.
—¡Señorita espere! —Gritó Eoin detrás suyo.
Al darse vuelta de forma inconsciente noto como la barra de la lanza se deslizó fuera de sus manos.
En su confusión giró la cabeza de un lado a otro sin apenas enfocar nada y dio cuenta Eoin se hallaba a pocos metros de ella junto a los lobos y un hombre de cabello castaño y apariencia adormilada que portaba una larga espada en la cintura y con una especie de vestido que suelen usar la gente de la isla de Drou'an, pese a que sus facciones no lo identificaban como alguien de ellos.
Cargándola y luego de colocarla en el suelo como a una niña pequeña, estaba con su rojizo cabello y la lanza de Adelayn en las manos el hermano de Emaily, tenían un parecido extraño, pero lo recordó. No llevaba más armas a la vista y sus negras vestimentas contrastaban mucho con su blanquecina piel, un Ka'ol muy esbelto a su juicio.
—No deberías asustar a los niños —Advirtió con un tono similar a su apariencia el castaño hombre al rascar su desaliñada barba.
—No fue nada tan malo, un recordatorio —Soltó Ethan casi con una carcajada y dejó la lanza para que cayera al suelo, Adelayn se apresuró a tomarla en el aire trastabillando en el proceso.
Con la imagen de los dos hombres frente suyo Adelayn no lograba procesar lo que había pasado, comprendía, estaba segura, y muy cerca de los heraldos. Pero no hallaba en su mente como Ethan se le escapó en aquel momento, por muy rápido que se moviese el corto pasillo habría hecho que por lo menos advirtiera cuando se puso a un lado de ella.
Incrédula con la barra de su lanza entre las manos no sabía que decir.
—¿Y bien? ¿Seguirás ahí viendo a la nada niña, o vendrás con nosotros? —Llamó su atención Ethan al darle un golpe en la frente con un dedo.
—Si, no —Balbuceo Adelayn al recobrar la conciencia de sí misma. —¡Y no soy una niña!, soy una mujer, no mucho más joven que tú.
—Como digas, —Anunció Ethan con un alto volumen que la ponía nerviosa cuando hacía eco —sigues siendo como un niño pequeño en este lugar, así que serás una niña.
—Es peligroso para ustedes caminar por aquí. —Comentó el hombre de largo cabello castaño.
—Gracias por ayudarnos viento tormenta —Dijo Eoin poco después al recuperar el ánimo de siempre.
—Pensé que tú eras de los cuervos —Soltó Adelayn al punto de señalar a Ethan con el dedo.
Ethan por su parte enarcó ambas cejas y luego frunció el ceño de forma exagerada hasta que casi le dio gracia.
—Ya no soy más un viento tormenta, joven cazador, llámame Kyle —Repuso con una sonrisa el hombre adormilado hacia Eoin.
—Lo haré entonces, aunque se sienta raro. —Dijo Eoin al poco.
Adelayn quería gritar por lo cansada que se le habían hecho los últimos minutos, cada que se cruzaba con alguien significaba muchas más preguntas sobre el imperio, cosas que no sabría si alguna vez tendría el más mínimo coraje de preguntar al emperador.
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Nacido del Deseo
FantasyLuciel D'chain ha dedicado su vida a convertirse en un pacificador, héroes de la iglesia que protegen de lo sobrenatural. El día de la ceremonia de graduación es separado de sus amigos, viéndose envuelto en una misión que implica recoger y escoltar...