24.Migas en la sombra(Parte 3)

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Al llegar el grupo había crecido, cuatro mujeres cada cual más diferente a la anterior y un hombre quien debería ser Edhwar. El heraldo, era el hombre más alto que había conocido jamás, debería llevarle un palmo a Luciel sin problemas, y él ya la hacía sentir pequeña, con unas extrañas y refinadas facciones que no hacían ningún juego a su cuerpo, portaba una especie de chaleco más parecido a una camisa de lana que dejaban a las vistas sus gruesos y musculosos brazos. Sus platinados cabellos y los ojos lavanda brillaban en la penumbra indicando que no debía dejar de verlo, era mucho más atractivo que la mayoría, y cayó en cuenta, cuando Cilya le dijo que estaba acostumbrada a hombres como Luciel, no mentía, se refería a él, y probablemente a Alphonse. «Las mismas características de Luciel, me pregunto si tendrá la media luna en su espalda»

Edhwar se apartó del grupo de inmediato al ver a Sereph y lo recibió con un abrazo que lo desprendió del suelo. Era ruidoso, y en cierta forma alegre, al punto de que creía pronto iluminará el pasillo.

Niall charlaba con Kyle lejanos del grupo y dejando a Eoin en un confuso estado del que ella fue su salvación, el niño se acercó a Adelayn con la misma prisa que Edhwar a Sereph y se puso a su lado tomándola de la blusa. «Espero no se le haga una costumbre»

—Señorita, son los heraldos, bueno, la mayoría de ellos. —Señaló el chico con la cabeza.

Las cuatro mujeres estaban sentadas en el suelo sin poder recargarse en nada. Ethan reclinaba contra su pecho a una de ellas que parecía estar muy fatigada, pero sin ninguna herida aparente. Con un hermoso vestido azul rasgado y, sucio de polvo y sangre, llevaba un corsé que acentuaba su figura, y del que Adelayn no podía saber cómo peleó con eso puesto. Castaña y con el pelo apenas por encima de los hombros, lo que la hechizo fue el rostro de ella, era por mucho la mujer más hermosa que había visto antes. Un sueño que creyó muchos hombres habrían tenido, la envidio por un solo instante en que se cruzó con ella y, sin embargo, quedó embelesada como no creía una mujer le podía causar. La razón por la que Ethan estaba tan apresurado de regresar, pese a que no quería demostrarlo.

Las otras también llamaban la atención, si bien, no por las mismas razones, llenaron su pecho de curiosidad. Una de ellas, de cabello tan blanco como el de Agony, tenía un par de puntiagudos cuernos similares a los de una cabra saliendo de su cráneo. Sus rasgados ojos la delataban como proveniente de la isla de Drou'an y era la única que se quejaba en voz alta por las heridas que tenía. Otra, una Ka'ol, con buena musculatura, y duras pero hermosas facciones afiladas. Portaba un cabello justo como el brumoso pelo de Ga'rkin, ella tenía un segundo par de orejas caninas en el cráneo, y por lo menos cuatro colas, del mismo rojizo tono que su cabello, saliendo de su espalda baja. «¿Una Kaesing? No, debe ser algo más, es como un zorro o un lobo» Desprendía su cobriza bruma en el aire mientras sacudía el polvo de su extraña arma, una larga barra de metal ahuecada, con lo que Adelayn creía era una intrincada guarda y empuñadura para golpear con ella, cabía una semejanza con un arcabuz de Astyel, y bien podría tratarse de otro de los Xai'al del imperio.

La última de ellas era una Kaesing de verduzco pelo como los pinos, sus ojos felinos compartían el color del jade como todo lo demás que llevaba encima. Portaba una armadura completa que no dejaba saber su verdadera complexión. Un escudo con el símbolo de una lys grabado en dorados, ligeramente diferentes al de la bandera del imperio, creyendo que Adelayn pertenecía a la religión de Lys.

Deberían llevarle pocos años de distancia todas ellas y, de la única que podía ver la marca de Lys; aquello que define a los heraldos, era a la hermosa mujer en los brazos de Ethan, su ojo izquierdo lo tenía grabado, pero al percibir su mirada Adelayn se la apartó de inmediato.

Habían pasado tiempo para ponerse todos al corriente, espacio en que aprendió los nombres de todos ellos, pese a que estaban agotados para ese punto.

Edhwar se acercó a ella luego de unos minutos, justo antes de que decidiera salir del lugar. Pidió con la vista la ayuda de Sereph y lo encontró hablando con Sydhe; posiblemente para hacer que viniera con ellos.

Nacido del DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora