9.Hallar palabras de determinación (Parte 2)

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El sonido de la puerta interrumpió su pensamiento. Una mujer de belleza madura como no había conocido antes se presentó con él. Tenía un largo y liso cabello castaño que peinaba al entrar. Llevaba un camisón que cubría completamente su piel tostada, pero marcaba una figura curvilínea en sombras que denotaban todo.

La vio morderse los labios en cuanto lo miró con cuidado.

—Vaya... —Su voz sonaba airada. Calmada a su gusto, pero tenía un tono incitante que lo puso más nervioso —Ya veo porque madre Mirna me despertó... puedes llamarme Faslin... ¿Estas nervioso muchacho?

Luciel cada vez dudaba más de su decisión. El deseo que sentía por aquella mujer era innegable, mas no estaba convencido ahora si esta fuese la mejor forma. «Es la única forma de continuar —Le recordó Alastor»

Luciel asintió tragando saliva profusamente.

—Déjalo todo en mis manos y relájate... —Dijo Faslin al acercarse lo suficiente para tocarlo.

Ella hablaba mucho con esa voz que exhalaba gran aire en cada palabra. Era relajante hasta cierto punto. Faslin comenzó a quitarle la ropa lentamente. Lo guio a la cama cuando él aún tenía los pantalones puestos.

Durante todo el acto ella se dedicó a revisar que no se sintiera nervioso y se centrara solo en la experiencia. En cierta medida Luciel sintió que ella realmente quería cumplir su palabra de encargarse de todo, pues no comentaba más de lo necesario. Le recordó como él había guiado a Camelia y Jeannette por sus primeras experiencias, cosa que solo acrecentaba la culpa en su pecho.

En un punto Luciel se dejó llevar lo suficiente para que su mente y su cuerpo se aflojaran. Y tomo control de la mujer que te tenía encima suyo otorgándole el mismo placer que ella quería darle.

Cuando todo hubo finalizado Luciel se sentó con la intención de procesar lo que había hecho similar a como hizo en Astyel luego de pasar la noche con Jeannette. Por una vez el silencio de su cabeza y el silencio de la habitación no lo ayudaban. Para él era como tener la cabeza debajo del agua.

Necesitaba un respiro.

Faslin, lo examinaba recostada a un lado suyo. Él se alejó a buscar en la mochila su pipa y algo de tabaco, las manos le temblaban impidiendo prepararlo. Sentía que la garganta se le cerraba. No había ni una sola voz en su cabeza, y aún así el agobio que percibía tomaba la forma de un rio que lo arrastraba ahogándolo en el proceso. Intento exhalar sus pensamientos, intento dar una calada de su tabaco y nada de ello funcionó. Sentía como algo apretaba su corazón, palpitaba esforzándose por hacerlo todo el camino, hasta que sintió palpitar su dedo anular. Se alguna forma creía que el anillo en su mano era lo que no le dejaba respirar.

Se lo quitó y comenzó a derramar lágrimas.

—¿Por qué lloras muchacho? —La calmada voz de Faslin lo llamo desde su espalda —Ese anillo, ¿Es la razón?

Luciel se limpió las lágrimas con las palmas de las manos, como si fuese solo un niño. Pasó sus manos por sus ojos incontables veces hasta que pudo enfocar algo. No sollozaba más sentía que si decía algo en ese estado echaría a llorar como no había hecho en tantos años.

Asintió con la cabeza.

—Se que eres, en lo que trabajas ¿Ese anillo guarda el mismo significado que cualquier otro que se lleva en ese dedo? —Los dedos de Faslin tocaron su espalda con delicadeza. Pasearon por ella solo deteniéndose una vez.

Luciel hacia acopio de fortaleza. Calmaba su muda mente con la imagen del abismo en el pozo, se centraba en ella como quien intenta recordar algo.

Regresó a sus cabales lo suficiente como para intentar hablar.

Nacido del DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora