Vacío, su cuerpo y mente estaban completamente vacíos, y, aun así, de sus ojos salían lágrimas por la vida de quien sea que estaba ahí.
«Las congelaste, no las eliminaste, ¿Por qué no dejas que Luciel pase por su duelo? ―Lo reprimió una aguda voz ―Nada, ¿Realmente crees que eso ayudará?»
―Yo... yo solo quiero dejar todo eso para otro momento, para que lidie alguien más... no quiero tener que ver con nada de estos sentimientos. ¿¡Crees que es justo que deba sufrir el dolor de alguien más!? ―Gritó a la voz de su cabeza.
Con las manos en el suelo rasgó tierra, lodo que se quedó entre sus manos, hundió la libreta en el fango sin saberlo y al tomarla de vuelta las lágrimas cesaron. «No creo que ayudes a Luciel, y no creo que esconder todo esto nos haga algún bien, pero esperare a que Alastor diga algo al respecto, confió en él» La voz se apagó sin agregar nada más, y Karna comenzó a leer para olvidar el desliz. Gritar era impropio de alguien que quería olvidarse de sentimientos innecesarios, empero, al leer podía ver porque estaba ahí. Luciel era alguien lleno de sentimientos y recuerdos innecesarios, cargaba con demasiadas promesas, demasiado que lo hacía perder de vista lo importante. Peor aún, la situación en que se hallaba era una locura, seguro alguien más podría hacer un mejor trabajo, ¿Tenía que ser él? ¿Un muchacho tan joven encargándose de algo tan importante? ¿Acaso el director llamado Abraham era un imbécil? A la vista de Karna, Luciel podría tomar a Cenizo y los lobos, y largarse ahora mismo, vivir como quisiera, que alguien más se encargará de la espada y el falso profeta. Ayudar a quienes necesitaran ayuda con monstruos, curar gente con milagros, cantar en las posadas para obtener algunas monedas. ¿Acaso huir era una opción impensable para él?
―¿Es que eres irremediablemente ingenuo, o es que tienes un corazón tan grande? Nadie recordará, nadie dará importancia, no importa tu razón para seguir adelante, solo eres una herramienta.... ¿Cuántas esquirlas más debe tener tu corazón? ―Murmuró para sí mismo, con la certeza que las voces en su cabeza también lo escuchaban
Leyó las páginas una y otra vez bajo la llovizna, cubierto apenas por las frondosas hojas del manzano. «Algo no cuadra» Dejó entonces el libro y sin esperar un momento decidió meter las manos en el lodo. Sus dedos se enterraban con facilidad apartando poco a poco la tierra a un lado. Bajó sin decir una palabra, ignorando las preguntas constantes de los murmullos. Las uñas dolían en cada movimiento, sus dedos heridos se sanaban con apenas unos segundos de retraso y, cuando tocó algo sólido; se paralizó.
Carne, había encontrado carne humana en la tierra. Con premura quito el lodo restante. No sabía la razón de sus acciones; un instinto era lo único que tenía, pero no se detuvo aun cuando sabía que era lo que yacía ahí. Sin embargo, para su sorpresa Raegan no estaba ahí, cavó más de tres metros con las manos. Y solo encontró un grueso brazo de hombre, cuyos músculos y piel rasgada le aseguraron no fue cortado.
―No murió, no está aquí. ¡Luciel! ―Lanzó el miembro fuera de la fosa y con un salto él también lo hizo. ― !Liv...!
Al intentar levantarse sintió una presión impedírselo, como si llevara un enorme peso en su cuerpo. Una figura humana se deslizó como una sombra a la lejanía, cerca de la casona; apareció sin advertencia desde el rabillo de su ojo. Con esfuerzo en el cuello contemplo a un hombre de largos cabellos negros vistiendo una tupida capa de grandes y brillantes plumas negras azabache, unas gruesas raíces de cobrizo material se retorcían en su cabeza formando una incómoda corona. El hombre estaba ahí, podía verlo, tan real como la lluvia que lo mojaba, pero al mismo tiempo estaba lejos de todo, era como si la lluvia, el pasto y el propio viento se apartaran de él. Un sueño caminante justo delante suyo.
Como una idea innata aspiró profundo, hasta que su cuerpo entero se vio envuelto en un aura palpitante de un azul tan profundo como el océano; entonces pudo moverse con facilidad. «Raezal ―Advirtió Alastor» El combate inminente en que se veía a sí mismo dejó su mente cuando el hombre empujó su capa deponiendo plumas al aire y, dejó ver sus manos y piernas antes de ofrecer una cortés reverencia. El desconocido continuó con su camino hacia la casona luego de ello.
Karna cerró los ojos yrecogió la Cegadora de Raegan, dejó su aletargado cuerpo descansar en lasraíces del manzano. Con la espada en las rodillas y las manos tomando la hoja yel mango, centró su mente en que el desesperado llamado de Alastor no lequitara el control del cuerpo. Escribió en el diario sus razones, Karna noterminaría siendo quien decidiera el camino, pero, si quien lo mostrará.Sentado allí, con las piernas cruzadas respiraba con tranquilidad mientras latormenta arreciaba una vez más, hasta que, sin darse cuenta, durmió.
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Nacido del Deseo
FantasyLuciel D'chain ha dedicado su vida a convertirse en un pacificador, héroes de la iglesia que protegen de lo sobrenatural. El día de la ceremonia de graduación es separado de sus amigos, viéndose envuelto en una misión que implica recoger y escoltar...