18.De vuelta en el camino de Gabriel(Parte 2)

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Pararon para el medio día en un enorme claro con los pajizos pastizales aplastados hasta el ras del suelo, lugar en que ni siquiera los animales más pequeños podían llegar a esconderse. El odioso sol de verano los abofeteaba marcando su poder en gruesas gotas de sudor que recorrían las fretes de todos. Liva y Rena luego de asegurar el perímetro con una rápida caminata regresaron a comer raciones al igual que ellos y pusieron un mapa de la meseta de los apóstoles en el suelo.

—Somos dos arcángeles y sus nuevas mentoras, soy Liva perforadora del cielo y ella es Rena sonido del viento —Dijo Liva señalando a su compañera quien solo asintió sin dedicar siquiera un vistazo — Sean respetuosos, suelo ser muy indulgente, pero ella no. Son pacificadores en derecho y han demostrado lo mínimo para serlo, puede que los sucesos no hayan sido los mejores, pero ya os han indicado donde pueden redimirse que estoy segura es algo que les gustaría hacer.

Una fuerte afirmación de Poena retumbó en el claro, asustando las aves que se hallaban tranquilas entre las ramas de unos de los árboles que les prestaba sombra. Rena lo fulminó con la mirada antes de regresar a su comida.

—Como estaba por decir, durante estos meses que han pasado en el puerto, el otro grupo que iba a viajar para Madalena ha ayudado con la búsqueda de Raezal... Los invocadores no son tan conocidos entre los actuales pacificadores, pero muchos de los arcángeles tuvieron encontronazos con ellos años atrás. Incluso Sergius, aunque él nunca tomó el cargo... es una lástima. —Dijo Liva con una mueca en el rostro con tanta empatía como alguien que ve a otro golpearse en una mesa —Tomaremos camino directo hacia la ciudad abandonada de Alirez, ahí es donde creemos mantienen la espada y el pequeño grupo se ha centrado en tarea simples fuera del área de la ciudad para no llamar la atención. Nos sorprendió ver que tomaron la decisión correcta de quedarse a esperar en la ciudad... Creemos que en la ciudad debe haber gente de Raezal vigilando los pasos que tomen, quien entre y quien salga, es posible que incluso haya en la iglesia. Gabriel ha dejado de dar luz sobre todo este territorio, es un lugar perfecto para que aparezcan alimañas como esas. Ahora nosotros nos hallamos en una carrera contra el tiempo, ellos avisaran que salimos y que tenemos una dirección en concreto. En cuanto lleguemos purificamos la ciudad de Alirez con fuego si es necesario... y traeremos la espada de regreso para darle seguridad en Madalena —Liva alzó el puño demostrando su determinación con una media sonrisa que fue seguida solo por Poena en el gesto.

—Así tendrán la redención que deberían estar buscando... —Agregó Rena con un serio tono acusatorio —Hablaré con cada uno sobre su misión, espero me esclarezca lo que Sergius no pudo decirnos, tengo ideas muy claras sobre cada uno y espero hayan crecido a partir del incidente en el que se vieron involucrados. No toleraremos errores, más importante recuerden que deben velar por la seguridad de la iglesia antes que por su vida, y en eso son muy diferentes de Sergius y Justitia.

Los tres asintieron. Si bien Agony y Peona no demostraron su desagrado ante los comentarios, su ya de por sí bajo ánimo se contagió incluso a su forma de comer.

Luciel por su parte tomó las palabras de Rena directo a los ojos «Ninguno de los dos quería morir, mucho menos por la iglesia, ¿Qué les fue hecho para que tuvieran tan poca fe?» Ocultando solo sus intenciones de salvaguardar a Agony, Luciel continúo comiendo, intentando no solo apagar sus pensamientos, sino sus sentimientos de enojo que se apoderaron de él en caso contrario.

Durante la primera guardia Rena se aseguró que Agony se hallase sola junto con ella. Recordaba que el director Abraham había asegurado tenía control total sobre decidir quién era necesario o no. La compañía de unos lobos la molestaba, pero por lo que habían mostrado para conseguir comida y seguir órdenes eran mucho más obedientes que cualquier pacificador o guardia sagrado recién salido de la academia. Poena era el absurdo en lo que un pacificador podía ser y Luciel un extraño limbo en el que no podía confiar, mucho menos con la fama de la que le fue advertida.

Nacido del DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora