Luciel continuaba observándola.
La ponía nerviosa por sobre manera. Mas aun cuando regresó, se vio a sí misma con los ojos clavados en las manos de él. Las palabras de Niall la habían dejado con un mar de pensamientos varios. Ninguno de utilidad ahora mismo.
Estaba molesta, en cierta medida estaba molesta con él.
—Te ves más callada, esperaba que me hablaras de alguna otra de esas islas que se inventan los marinos —Dijo Luciel al tomar asiento más cerca de ella. Eoin no tardó en acercase una vez más.
—Si, lo hare... —Dijo Adelayn con los ojos clavados en los de él. «Este maldito me tiene en la palma de su mano» No podía pensar con claridad. Apretó los dientes con molestia.
—¿Se encuentra mal señorita? —Preguntó Eoin ingenuo —También la veo extraña desde hace un rato. ¿Le ha caído mal la comida?
—Estoy bien, no es eso —La pregunta le hizo sentir más vergüenza de lo que esperaba. Respiró profundo como un último intento de retomar compostura. Debía dejar de pensar en él como si fuera a lograr algo, quería hacerlo aun con lo difícil que parecía. No había futuro en eso, se había dado cuenta de ello. Ni siquiera si ella llegaba a una conclusión con las emociones que le hacía sentir Luciel.
—Si... —Comentó Luciel atrapando su distante pensamiento —Te parece, ¿podríamos salir a caminar? Aun no cae la noche por completo.
La propuesta fue como si una tormenta golpeara el bote a la deriva que era su cabeza actualmente. Antes de darse cuenta caminaba a su lado saliendo de la posada. El mocoso parlanchín la había dejado en las manos de Luciel «Eoin de todas las veces que deberías haber insistido, ¿En esta le haces caso el?»
La noche se sentía más fría de los normal al salir de aquella posada.
—Parecías tener mucho en mente... —Dijo Luciel apenas las personas comenzaron a desaparecer —Si necesitas algo de tiempo para pensar es mejor alejarte de los cúmulos de personas.
Adelayn lo contemplo atónita pues las sucias ideas que se había hecho estaban completamente erróneas. Trago saliva buscando articular alguna respuesta.
—Yo... quiero... que tu... —Deseaba preguntar sobre el anillo del que hablo Niall. Sobre la forma en que la veía y si tenía alguna oportunidad con él. «¡Solo han sido unos días desde que lo conocí! —Se reprimió» Quería saberlo todo de él y eso le amargo tanto el pensamiento que gruño sin darse cuenta, molesta consigo misma. Quería cosas más importantes que un chico que recién había conocido. El emperador, el concilio de los imperios, la presencia de la iglesia en el país. Había tanto que quería, pero sobre todo quería dejar de ser débil —...Me enseñes lo que hiciste aquella vez.
Cuando dio cuenta de lo que había dicho ella misma quiso ocultar su rostro. Había pasado por su mente pedírselo mas no de esta forma. Se resignó bajando los hombros esperando que Luciel la fulminara en palabras «Una insensata, es lo que te llamara»
—¿Qué exactamente? —La duda de Luciel la calmó lo suficiente para contemplar que el joven no había cambiado la expresión calma de su rostro.
—Eh... sobre... eso de la garra —Tartamudeo Adelayn buscando como explicarlo —Cuando apareciste la vi, era de un color verde azulado. He visto piedras así antes pero no se sus nombres.
—Ahhh... eso... —Luciel sopesaba la idea en silencio y daba bocanadas de humo cada tanto —Creo que en Litae lo enseñan, más puede que solo haya sido un caso especial. Puedo explicarte, pero no creo que las semanas que pasaremos juntos te sirvan para aprenderlo... Aun así, ¿Por qué quieres aprender Adelayn?
La tormenta arrecio en su mente ahora como un huracán que se lo llevaba todo y no dejaba más que ganas de echársele encima. Las olas de sus pensamientos la querían llevar a decir estupideces. Aun con todo aquello, vio una luz que se le abría, una que tal vez le daría lo que necesitaba.
—Yo quiero... —Cuando comenzó a hablar, apreció en la parte trasera de su cabeza un recuerdo. Era como aquella vez en el caballo. Luciel la había desnudado o por lo menos así se sentía. Quería contarle todo cuanto sabia sobre sí misma y todo cuando deseaba, reparo en que no debía hacerlo —Yo... busco aprender a usar algún arma con buenos resultados. Y poder ser capaz de enfrentarme a Shaeyvah sin morir en el intento —La imagen de un recuerdo se le apareció avergonzándola —Tu seguro lo sabes mejor, desde que aparecieron aquellas torres todo se ha vuelto mucho más... peligroso.... Antes las historias de los mundos de pesadilla que arrastraban a las personas y los Shaeyvah eran cosas que solo los pacificadores enfrentaban. Meras historias para todos los demás... Si las personas son capaces de crear monstruos como el de aquella vez en el camino, quiero hacer algo más que solo ver. No quiero que tenga que haber alguien más para salvarme...
Contenía las palabras de no salir a salpicar todo cuanto se arremolinaba en su cabeza. Limpiaba el sudor de sus manos en los pantalones del uniforme. Y lo ojos de Luciel la escrutaban con una extraña expresión que no supo juzgar que quería decir.
—Estoy dispuesto a enseñarte —Dijo Luciel con un brillo en los ojos.
Aquellos ojos lavanda le mostraban el camino como un faro que evitaría que naufragara de nuevo. Se sonrojó por sus pensamientos, pero para este punto no le importaba. Luego de tantos meses intentando, y toda la práctica sin éxito, Luciel le enseñaría algo más que mover una espada de un lado a otro.
—Aunque... —Repuso Luciel —Como dije el tiempo que tenemos es poco, y eso que use es algo medianamente complicado de aprender. Si estas lo suficientemente determinada te ayudaré. No debería meterme en el camino de Niall con tu aprendizaje de armas así que si me permites puedo enseñarte cada que descansemos... Me vendría bien a mi entrenar también.
—Seria lo mejor sí... Gracias —Dijo Adelayn al formársele una sonrisa que no pudo empujar.
Pasaron unos minutos más en silencio antes de que ella misma se pusiera tan nerviosa que comenzó a caminar de vuelta a la posada. Luciel la seguía sin decir palabra.
Había tanto que quería preguntarle, tanto que quería decirle. Desconocía tanto de aquel hombre. Todo aquello que decidió sería mejor esconder bajo la ropa. Luciel tenía una facilidad de desnudar su ser, pero no ahora que ella lo percibía, no ahora que ella no quería. No se lo permitiría. Oscilarían ahí todos aquellos pensamientos y sentimientos hasta que desaparecieran. Con suerte debería estar con él solo hasta llegar al puerto. Dejar que el faro la guíe mas no chocar de lleno con él, fue lo que se determinó a hacer.
Una vez regresaron a la posada. Paso la nochecomentando algunas de las historias más alocadas que tenían los marinos.Montañas hechas de oro, estrellas que bajan a cumplir deseos. Rosas que no semarchitan jamás, ciudades enteras que navegan por mar y cielo. Fueron soloalgunas de las que recordó. Disfrutaba la velada, disfrutaba la compañía que leofrecían incluso los más callados del grupo. No dejaría que aquellos ojoslavanda la dominaran de nuevo, no. Ella le sonreía como una cómplice por lo queél había prometido. Ese sería su centro de atención, aprender y no él. Por másque sus deseos la cegaran.
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Nacido del Deseo
FantasíaLuciel D'chain ha dedicado su vida a convertirse en un pacificador, héroes de la iglesia que protegen de lo sobrenatural. El día de la ceremonia de graduación es separado de sus amigos, viéndose envuelto en una misión que implica recoger y escoltar...