7.Encuentros y despedidas (Parte 3)

15 10 0
                                    

Vio el rostro de un hombre tan hermoso como no había conocido antes, tan bello como nunca pudo haber imaginado. Aquel instante la hizo olvidar todo cuanto había pasado, todo cuanto conocía sobre sí misma, solo por ese instante.

Escuchó la voz de Eoin sollozar a su lado. Aquel joven rubio la cargaba en brazos. Era tan alto que Eoin llegaba perfectamente a el rostro de ella erguido a su lado.

Cuando sus pies tocaron el suelo dio cuenta que apenas llegaba a los hombros del rubio, y eso que ella misma se consideraba como una mujer alta. Eoin balbuceaba a su lado con los ojos aguados. «Estoy viva... ¡viva!» En el lugar donde aquella daga la había penetrado solo se hallaba su ropa hecha jirones. Sintió el rubor en su cara y sus ojos dirigirse a los del rubio. «¿Qué clase de niña se ruboriza en un momento así?, ¡Soy una insensata! ¿Casi muero y estoy pensando en lo guapo que es?»

Un sentimiento de enojo y frustración llenaron su cuerpo.

—Gracias viento tormenta —Eoin saltó sobre el rubio abrazándolo sin reparo de nada y agregó al soltarlo —Pensé que moriría la señorita, las historias sobre ustedes deben ser exageradas.

—Me alegra cambiar por lo menos tu opinión —Contestó el joven.

Se alejó sin mirarlos, hacia los pastizales donde habían caído los cuervos que la atacaron.

—¿Dónde está tu padre Eoin? ¿Qué pasó? —Preguntó Adelayn resoplando para sacar su frustración con todo lo que pasó.

—Fue a buscar al cuervo que salió huyendo, el viento tormenta le ayudó con la criatura... y luego ayudó con tu herida, perdón señorita si la hice pasar por más dolor, le juro que solo quería ayudarla —Imploró Eoin con un par de lágrimas en los ojos y vergüenza cubriéndole la faz.

—Lo sé muy bien Eoin, gracias... Trabajaremos más los dos, para cuando lo necesitemos —Dijo con una sonrisa falsa en el rostro. Las piernas le temblaban de pensar que pasaría por algo así otra vez. «Pero uno nunca sabe cuándo volverá a naufragar, no importa cuán malos sean esos recuerdos» resopló una vez más con aplomo y agregó —Ven Eoin veamos la carga... debe ser algo bueno si pelearon tanto, vamos, vamos, mocoso lento. Limpia tu nariz.

Empujó a Eoin para rodear el carromato. Forzaron las puertas de madera oscura con la espada de Adelayn. «Al menos sirve de algo maldita espada»

La palanca que hizo abrió la puerta de par en par.

Dentro había fardos y alforjas. Pero lo que le llamaba la atención era la jaula donde se hallaba una bestia que despedía un leve brillo de sí misma. Su pelaje o lo que ella creía lo era, se esfumaba en movimientos como neblina, como un gas que lo rodeaba, aterciopelado al inicio y desapareciendo como un suspiro en el aire. El tamaño superaba al de un caballo con creces pues ocupaba casi toda la instancia. Echado con un hocico canino similar al de un lobo, sus ojos dejaban ver un furor apagado mientras gruñía amenazante. Mostró los dientes tan largos y gruesos como un brazo. La vida se esfumaba de la bestia, tal como su pelaje. «¿Qué clase de bestia es? ¿Un lobo? No hay lobos tan grandes»

Unos cachorros asomaban entre las patas de aquella bestia, del tamaño de un perro, lloraban la muerte de su madre.

—Lo'óph saepht —Musitó Eoin.

—¿Que?

—Nebulosos, Lobos nebulosos mi padre me llevo a verlos una vez —Aclaró Eoin.

La respuesta no daba más que lugar a muchas otras dudas, de las cuales sería más sencillo preguntar a Niall. Eoin aun con su buena memoria obviaba muchas cosas en sus historias y explicaciones.

—¿Son peligrosos? ¿Acaso es un Shaeyvah? —Preguntó Adelayn acercando un poco la mano.

—Mucho, pero no debes preocuparte. Ni siquiera los viento tormenta los ven como un Shaeyvah. Además, los cachorros no podrían matarte —Dijo Eoin examinándolos a la distancia y se apresuró a agregar —no con los dientes aun creciendo.

Nacido del DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora