11.Silencio pegado a las botas (Parte 2)

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—Me refería a que no entiendo que es lo que buscaba Sergius con dejarte eso —Corrigió Luciel —Además no sabemos nada de lo que buscan... no, Sergius lo sabe. No creo que ellos hayan desaparecido, solo intentan ocultarse de los civiles. No quieren que nadie más que nosotros sepamos de su regreso. Ya es algo muy raro solo el hecho que nos encontramos con uno de ellos, que nos persiga o sepa la razón por la que nos dirigimos a Ilyberk... Aunque no lo creo del todo, si supieran ya estarían dirigiéndose primero al lugar, antes de estar perdiendo el tiempo con nosotros. Perdón, estoy hablando para mí... Justitia, ¿Qué les dijeron a ustedes antes de salir de la academia?

—Lo mismo que a ti... —Dijo Justitia pues nos sabía a qué se refería él. «¿Sergius le habrá dicho algo? Espero que no haya descubierto a Agony»

—Hablo en serio Justitia... —Su tono cambio a uno algo molesto que rápidamente suavizó —Ustedes deben de saber más, es imposible que los cinco de nosotros sepamos casi lo mismo. Debe haber alguna razón detrás de todo lo que pasa. Y no, no hablo de los invocadores ellos son un tema aparte. Seguro Sergius deberá lidiar con ello en cuanto toque alguna iglesia.

—Yo... Solo dijeron quien eras tu —Dijo Justitia salpicando agua sobre su rostro «Tiene razón, pero no es algo que yo debería cuestionar, solo estoy para cumplir órdenes, nada más» —Nos dijeron la mayor parte de cosas sobre ti, personales incluso. Se que las ordenes de cada uno son diferentes, pero no conozco por completo las de los demás. Cuando salimos pensé que solo debíamos mantenerte a salvo... todos pensamos que terminaríamos en las tierras cambiantes o en las dunas del pecado, pero no, terminamos contigo en un viaje que no sabemos dónde acabará o porque hacemos. Y de pronto aparecieron de nuevo los invocadores, persiguiéndonos... No entiendo cómo es que llegamos a eso, no quiero tener que ver con una segunda guerra de los caídos.

Las palabras salían como en un torrente de alivio. Apreció cuan harto estaba de todo con cada una de las frases. Un enojo se abría paso entre todo y lo detuvo concentrándose en la celda de vuelta.

—Espera...

Luciel salió de la bañera en un solo movimiento derramando agua por todos lados. Abrió la puerta de golpe, mostrando a todas las criadas que yacían fuera de la habitación con la esperanza de ver algo.

Su desnudez oscilaba frente a todas ellas quienes la admiraron fascinadas antes de salir huyendo del lugar. Luciel reía como no recordaba haber escuchado antes de él. «Es como si fuera alguien más» Luego de cerrar la puerta volvió a meterse en la bañera.

—Nunca paran de hacer eso en todas las posadas a las que llegamos —Luciel portaba una sonrisa burlona ante la situación —No regresarán en un rato... ¿No sientes que te hacía falta desprenderte de eso?

—¿De qué? —Preguntó incrédulo Justitia.

—Todo eso que acabas de decir... ni si quiera has tartamudeado desde que comenzaste a hablar. Lo tenías bien guardado. Aun cuando no hables se nota que llevas arrastrando cosas desde que salimos de viaje. Como aquella vez que me llamaste loco. Si solo dices las cosas te será menos pesado ¿Es que acaso pensabas llevarlo todo el camino? Pegado a las botas hasta que alguien te señalara el excremento. Entre más lo dejes ahí, más difícil será de limpiar después... Además, apestaría, ¿No crees?

—Si... —Salió de la boca de Justitia. Quería ignorar el comportamiento extraño de Luciel asi que se centró en sus palabras —Pensé que te enojarías por haberlo guardado, quiero decirlo a los demás. Quiero comenzar a tomar decisiones, por más difíciles que parezcan, incluso ahora tú... me instaste a comenzar a hablar. No salió por mi...fuiste tu...

—En parte... —Luciel gesticulaba con las cejas y sonreía áspero —Estoy molesto, un poco, saber que eran invocadores habría sido útil antes, así como saber antes la razón por la que vamos a Ilyberk. Pero no te guardo rencor por ello. Tengo una idea de todos ustedes ahora y de todo esto, aunque sea solo vaga. No debería importarte si es que eres tú quien hace lo que quiere, aun si es porque alguien más te guio a ello. Por eso es que las manadas de lobos tienen un alfa. Si quieres comenzar a tomar decisiones piensa que deberás dejar de someterte tan fácilmente. Yo me he hecho a la idea que no me dirán mucho o nada... los demás puede que aun crean que les debes algo más. Siguen viniendo del mismo lugar, creo. Y Sergius bueno, él debía tener alguna idea en mente cuando te lo dejó... Quita todo eso de tus botas también Justitia —Luciel rio para si un momento al levantarse de vuelta —Podrías ir al burdel para que sientas lo que es ser el dominante por una vez —Volvió a sonreírle esta vez mas similar a Sergius, se divertía a su costa —Es solo broma, Piensa lo que quieras, solo no tomes una semana hasta que decidas algo... Ponerle nombre a ese lobo tuyo podría ser un buen comienzo.

Luciel salió al pasillo cubriendo su sexo con solo una toalla. Llevaba sus pertenencias en la mano. Y reía fuertemente por las reacciones de las criadas con las que se cruzaba en el camino. Justitia se quedó allí dentro procesando todo aquello. «Desear, querer, actuar, someterse» Todo cuanto le decían desde el viaje era contrario a lo que le había sido enseñado en los calabozos.

Aquella noche no se presentó ninguna pesadilla que lo acechara en la oscuridad. El cachorro aun sin nombre se acurrucaba a su lado ofreciendo un calor extra a su sueño. Las palabras de Luciel y su extraño comportamiento por una vez parecían carecer de importancia para Justitia, no estaba centrándose en la celda. Y no buscaba la tranquilidad pese a que se halló en ella toda la noche.

La mañana siguiente fue rutinaria.

Cabalgaron sin problema aparente durante los siguientes dos días. Tomó los días dando vuelta sobre la idea de decirle a Agony, pero la abandonó nuevamente para prestarle toda su atención al pequeño lobo que seguía sin haber nombrado. Para Justitia cada que parecía haberse decidido por un nombre algo más lo arruinaba. Dio vueltas sobre el tema para zanjarlo antes de llegar al puerto, tal y como lo hacía Adelayn con Luciel.

Pudieron ver las murallas y las zonas llenas de casas fuera de la ciudad portuaria de Ilyberk. El camino se extendió por una ciudad que parecía mucho más grande que Madalena. Con grandes edificios hechos principalmente de piedra rojiza, llenos de colores en todos lados, no solo por las banderillas sino por adornos varios como las mismas piedras de luz que se encontraban en cada pueblo. La gente las llamaba Vhyritha y según había logrado escuchar las traían desde Aenthos. La cantidad de personas a las afueras era impresionante para Justitia. Solo recordaba haber visto tanta gente en un solo lugar durante el desfile ceremonial en Jeshena.

Las personas pasaban a su lado saludando al grupo de mercenarios. La brisa marina se le metía por la nariz admirando desde uno de los puntos más altos del camino el vasto océano de Shára que se cernía delante de ellos.

Por fin habían llegado a Ilyberk.

Una tensión que Justitia no sabía existía en sucuerpo fue liberada en cuanto cruzaron las enormes puertas que separaban laparte central de la ciudad con una muralla.

Nacido del DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora