Nunca te dejaré de amar - Ferana♥

Fresas con chocolate CAPÍTULO IV

Pov de Fernando

Luego de pasar por el sacrificio de resistir a las peticiones de Ana. Zeus me llevo a la oficina, al llegar luego de saludar a varios empleados. Tome el ascensor unos pisos arriba entro Beatriz.

-Buenos días señor – Dijo una vez estaba dentro del ascensor.

-Buenos días Beatriz – Conteste. Mientras observaba como se cerraba el ascensor – ¿Qué cosas pendientes tenemos para hoy. Además de la junta claro?

-Entrevistar a unas personas para el cargo de la vicepresidencia – Dijo sonriente.

-Todavía no puedo creer que. La señorita Gutiérrez haya renunciado. Tan solo trabajo con nosotros dos años y hay que reconocer que hacía muy bien su trabajo.

-Pues sí. Solo que se fue a vivir a Europa.

-Beatriz, ¿Sera posible que lo de la vicepresidencia lo pueda dejar para mañana? – Pregunte.

-Claro señor. Si gusta, mañana a primera hora.

-Sí. – Era nuestro piso, las puertas del ascensor se abrió. Ambos salimos, ella se instalo en su puesto – Cuando salga de la junta llame a una agencia y pida un ramo de rosas, por Favor – Le pedí. 

-Claro señor. ¿Y el color de las rosas?

-No. Sabe que, mejor cuando salga de la junta llame a Ana y le dice que a las tres de la tarde esté lista, ya que pasare por ella. Dígale que es para tratar un tema delicado.

-Con gusto – Respondió amable.

Me dirigí a la sala de junta, a los cinco minutos comenzó. El tiempo paso volando una hora y media más tarde término. Fui a la oficina resolví unos asuntos, revise que todo en la empresa funcionara bien y Salí de la empresa y fui a la casa. Al llegar me percate de que nadie estuviera por allí, ni Ana. Subí a la recamara, a la que por cierto tampoco estaba.  Me cambie, esta vez solo me coloque una camisa beige unos pantalones que combinaran, uno de mis zapatos preferidos, me termine de alistar y Salí. Fui buscando Ana, hasta que la encontré en la recamara de Alicia y Luz. Estaba hablando sobre ese chico. ¿Cómo se llamaba?, ha sí. Pablo. Ana estaba de espalda a la puerta, así que no me podía ver. Las niñas que estaban sentadas en la cama de Luz tampoco notaron mi presencia. Pude detallar a Ana, tenía un vestido blanco, ajustado a su cuerpo, y que cuerpo. Su cabello suelto como acostumbra, unos zapatos de tacón fino beige, eran un poco más oscuro que mi camisa y una bolsa a juego con los zapatos.  Me acerque lentamente, las niñas me observaron, pero guardaron silencio, Coloque mis manos sobre los ojos de Ana. Este se sobresalto ante el contacto. Pero luego cuando reconoció que era yo….

-Fernando – Dijo Ana colocando sus manos sobre las mías.

-¿Cómo supiste que era mi papa? – Pregunto Luz mientras observaba que le quitaba mis manos de su rosto. Y ella giro sobre sí misma, para estar frente a mí.

-Fácil mi corazón, este olor – Dijo Ana mientras acercaba su cabeza a mi cuello – Es único.

-Mi amor. ¿Nos vamos?, se nos hace tarde – Dije mientras la tomaba por la cintura.

Decidí conducir yo, en el camino platicamos de lo que habíamos hecho durante el día, iba a llevar a Ana a la cabaña fuera de la ciudad. En un par de horas llegamos, al bajar. Abrí la puerta de Ana, la ayude a bajar, estaba un empleado esperándonos con unas rosas fucsia que yo le había pedido por teléfono. Donde deje el auto estaba cerca de la casa del empleado pero a unos quince metros de la cabaña.

-Gracias – Dijo Ana mientas tomaba las rosas.

-Agradezca al señor, él las solicito. Espero que pasen un gran momento en este mágico lugar – Le respondió.