Decepción CAPÍTULO XXII

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-Ana yo te puedo explicar — Dijo Fernando acercándose a mí.

-Tú no me explicas nada, ya vi suficiente — Dije mientas otras lagrimas salían.

-Ana, por fin te diste cuenta de lo estúpida que has sido todo este tiempo — Intervino Diana sonriente. Tenía miles de ganas romperle su mandarina en gajos. Pero no, ni eso se merece.

-Tú te callas — Le gritamos Fernando y yo a unisonó — Y pensar que solo venia a traerte esto que dejaste en la recamara — Dije tirándole los documentos al escritorio — Me das asco, cómo pudiste hacerme esto, ¿No pensaste en tus hijos acaso? — Dije limpiándome bruscamente las lagrimas — No te interrumpo más, con permiso — Dije y Salí corriendo.

Corrí y corrí, sentía como mis piernas podían dejar de avanzar en cualquier momento, intente llamar a Jenny pero no contestaba, al igual que Fanny y mi mamá. No quería regresar a casa, a lo mejor los niños ya estarían ahí y no quería que me vieran así. Así fui a ver a otra persona, a la cual le había tomado mucha confianza en poco tiempo. Fui a la clínica, fui a su consultorio, cuando entre me miraba con preocupación y sin entender nada.

-¿Qué tienes Ana? — Pregunto Magda, poniéndose de pie preocupada.

-Fernando me engaño — Apenas pude decir antes de soltar en un llanto imparable.

-¿Qué? — Pregunto y me abrazo — Eso es imposible, Fernando jamás te haría eso.

-Pues lo hizo — Dije separándome de ella — Eso mismo creía yo, pero me fallo.

-Ven, toma asiento — Dijo señalándome una de las sillas que estaban ahí - ¿Quieren un té o un café? — Pregunto mientras yo me sentaba.

-No gracias — Dije tratando de sonreír pero eso era imposible.

-Está bien — Me tomo las manos en señal de apoyo — Ahora explícame

-Esta mañana, después de que se fue a trabajar y los niños a la escuela fui a cambiarme, ya que iría a ver a Jenny, cuando estaba por irme vi unos documentos en la recámara, los cuales Fernando me había dicho que eran importantes para una junta, así que decidí llevárselos. Al llegar Beatriz, su secretaria, no estaba y entre a su oficina — Solté en llanto nuevamente. Ella solo me miraba tratando de entender — Y allí estaba él, con esa mujer en sus piernas, se estaban besando — Suspire limpiándome las lagrimas — Además, ella estaba medio vestida.

Pase unas horas con Magda, ella trataba de creer lo que le decía y como iba a creerlo si yo aun no salgo de mi asombro ni de mi dolor.

-Y — Sonrió — ¿Ahora qué piensas hacer? — Pregunto.

-No lo sé. No sé si pueda perdonarlo y tampoco sé si él quiera que lo perdone — Empecé a llorar nuevamente.

-Ana no llores, que me dan ganas de hacerlo a mi también — Dijo limpiando las lagrimas que salían de mis ojos.

-Oye Magdalena tengo un paciente para t... - Dijo Alberto, acompañado por Ángel, entrando. Se quedo totalmente mudo cuando me vio. Me imagino que estaba hinchada y con la cara roja.

-Hola Ana — Me saludo Ángel con un beso en la mejilla - ¿Paso algo? — Pregunto.

-Ana tiene un problemita familiar — Dijo Magda.

-¿Problemita? — Dije con sarcasmo — Pero eso no importa, los dejo trabajar — Camine hacia Maga — Gracias por escucharme, de verdad. Me ayudo mucho platicar con alguien — Dije tomándola de las manos y la abrace — Con permiso — Dije y del lugar.

Camine por un pasillo, mientras sentía que las lágrimas salían de nuevo. Llegue al frente del ascensor y entre, por suerte estaba vacío, cuando se estaba cerrando alguien entro rápido y me abrazo.

-Magda me conto, no te enojes con ella. Solo te digo que en ocasiones las cosas no son lo que parecen Fernando te ama, eso se nota. Y un simple beso no puede causar todo eso — Dijo rápidamente, mientras daba pequeños círculos con su mano en mi espalda en sentido de apoyo.

-Alberto, gracias. Pues ese simple beso me causo mucho dolor — Dije mientras observaba como las puertas del ascensor al fin se cerraba.

-Habla con Fernando, escúchalo — Dijo mientras me abraza mas fuerte — Todos tenemos derecho a equivocarnos al menos una vez.

-¿Tú crees? — Pregunte, mientras sentía como el ascensor descendía.

-Estoy seguro — Dijo y dio un pequeño beso en mi cabeza, dejando sus labios sobre ella.

-Eso haré — Dije, limpie mis lágrimas, como pude. Ya que aun me tenia abrazada — Gracias — Dije y lo abrace en ese momento las puertas del ascensor se abrieron. Todo mi cuerpo se paralizo al escuchar como gritaba mi nombre con tanta furia. Alberto me soltó rápidamente y salimos. Al estar los tres afuera, lo pude detallar, sus ojos estaban muy hinchados, tanto o más como suponía que estaban lo mismo. Su pecho subía y bajaba rápidamente, estaba molesto. Nos miraba con furia y decepción.

-Y yo de estúpido buscándote por todos lados — Grito, atrayendo la atención de todos los que estaban en la sala de espera.

-Fernando, permíteme — Dijo Alberto tratando de tranquilizarlo pero Fernando lo interrumpió.

-¿Qué te permita qué? — Dijo mientras apretaba sus puños — ¿Consolar a mi esposa, con abrazos y besos? — Pregunto mientras me miraba con ¿odio? — O mejor, tal vez Diana tenía razón y si tenias un amante — Dirigió su mirada a mi — Jamás pensé que me harías esto.

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Perdón lo corto. Pero hoy se me hizo difícil escribir algo :c estuve casi todo el día en el veterinario con mi perro. Lo siento. 

Nunca te dejaré de amar - Ferana♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora