Ojitos verdes CAPÍTULO XXXVIII

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-Mi amor, no me pasa nada – Dijo Fernando tratando de parecer calmado.

-En estos últimos días has estado muy raro – Ana sentía que Fernando le ocultaba algo - ¿Acaso he hecho algo mal?

-No, mi Ana Leal – Fernando se puso de pie y se acerco a Ana, tomándola por la cintura – Tu eres lo mejor de mi vida. Mis hijos y tu son el mejor regalo que Dios me pudo haber dado – Subió una mano y le acaricio una mejilla – Te amo. Y tú no has hecho nada, eres simplemente perfecta.

-Per... – Ana no pudo continuar porque había sido interrumpida por un beso, un beso como solo él sabía darle, esos que la hacían temblar, donde sus lenguas competían armoniosamente entre sí. Ella rodeo el cuello de Fernando con sus manos, mientras que él la atraía más a su cuerpo, si es que eso era posible, Ana en un movimiento rápido subió sus piernas a la altura de las caderas de Fernando, enredándolas entre su cuerpo, él la sujeto por su trasero y camino de espalda a la cama, cuando se sentó ella estaba sobre él. Separaron sus labios, juntando sus frentes.

-Te amo – Pronuncio ella, tratando de controlar su respiración.

Él noto una pizca de tristeza en la mirada de Ana y sabia positivamente cuales eran las razones. La primera era que lo sentía distante y la segunda lo del incendio.

-Nunca pensé que te iba a afectar tanto lo del "chicago" – Comentó, mientras ella se separaba, y caminaba hasta el baño.

-Fernando entiende, en ese lugar no solo viví momentos malos, también buenos, conocí a personas que son muy importantes para mí – Salió nuevamente del baño y se sentó en las piernas de él, subiendo sus pies a la cama – Aunque confieso que también me extraña mi reacción, es una tristeza por algo que nunca pensé que me fuera a afectar.

-Tranquila preciosa – Fernando comenzó a acariciarle la derecha mejilla a Ana – Yo no te estoy reclamando nada, entiendo que fueron cuatro años trabajando ahí y pasaste por muchas cosas tanto malas como buenas.

-¿Ves? – Fernando la miro confundido – Por eso te amo, por ser el hombre más compresivo del mundo – Fernando sonrió y la besó. Como siempre, fueron interrumpidos, está ves por el timbre del celular de Ana, ella se paró nuevamente y tomo su teléfono.

Era Magda para invitarlos a una celebración, junto con Ángel y Alberto, Ana lo puso en altavoz, Fernando se disculpo ya que por asuntos de trabajo no podía asistir, su esposa acepto encantada. Al finalizar la llamada se bañaron juntos, al salir Ana fue por un vaso de agua, al volver Fernando le hablo.

-Oye, ¿te puedo pedir un favor?

-Claro mi amor. Pensé que ya estabas dormido – Ana se acercó a la cama y se acostó sobre el pecho de Fernando. Él la rodeo con sus brazos.

-¿Podrías jurarme que nunca pase lo que pase vas a dudar de mi amor o me dejaras de amar?

-Pos, claro mi señor misterioso – Ana le dio un rápido beso en el pecho de él – Primero dudaría de mi, que de tu amor y nunca, nunca, nunca te dejaré de amar.

Tras esas palabras se quedaron dormidos abrazados.

A la mañana siguiente, después de desayunar, Fernando decidió trabajar desde el estudio, ya que "la costeña" atraviesa por un problema. Ana se despidió de él y de los niños y se fue para el parque donde iban a estar sus amigos y donde Fernando la iba a recoger después.

Ana pasó gran parte del día con Magda, Ángel y Alberto, esté ultimo se había vuelto un gran amigo para Ana, hablaron de tantas cosas entre los cuatros que a Ana le dio tiempo comentarle a Magda sobre el misterio de Fernando y su actitud en los últimos días, pues a pesar que al principio no le dio importancia cada vez le preocupaba más.

Ángel y Magda se tuvieron que ir por un imprevisto y Alberto se quedo acompañando a Ana hasta que Fernando la busque.

Estaban comiendo unos helados como si se conocieran de toda la vida, el de Ana era de chocolate y el de Alberto de Mantecado.

-Ana, quiero hacer algo aunque se positivamente que ya no tiene sentido.

-¿Qué cosa, Alberto? – Preguntó Ana intrigada.

-Quiero pedirte una disculpa – Notó que ella lo miraba con confusión – Si Ana, quiero disculparme porque cuando nos conocimos le falte el respeto a Fernando, a tu hija mayor, a su matrimonio pero sobre todo a ti – Ana iba a hablar pero él continuó – No es que me quiera justificar pero imagínate vienes del extranjero y conoces a una mujer con unos ojos hermosos, un rostro angelical y un cuerpo mejor que la actual miss universo – Ana se sintió halagada por su comentario y le sonrió.

-Pos la verdad, cuando nos conocimos y en nuestros primeros encuentros me caíste de la patada pero ya eso paso, espero, y me alegra que ahora pueda contar contigo como un amigo.

-¿Eso quiere decir que estoy disculpado? occhi verdi.

-Con una condición – Ana lo miro seria, pero después sonrió - ¿Podrías dejar de hablarme en Italiano? Aunque suene muy estúpido.

-¿Por qué? ¿Qué tiene de malo que te diga "ojos verdes"? – Preguntó.

-Nada, sólo que ese idioma es muy importante en mi relación con Fernando y no me gusta que nadie más se refiera a mi por medio de él.

-Comprendo ojitos verdes. ¿Mejor? – Preguntó sonriente.

-Mejor – Reímos.

-Otra pregunta. ¿Por qué es tan importante?

-Estas muy preguntón, ¿no te parece? – Él me respondió con una sonrisa –Bueno, te cuento: ¿Te acuerdas del personaje de Lola? – Él asintió – Lola era una "chica Italiana" y cuando comenzó a enamorar a Fernando lo hacía a través del Italiano, desde entonces es muy importante para los dos.

-Comprendo, pero retomando el tema ¿Estoy perdonado? – Preguntó.

-Sí, completamente amigo – Respondí, él me abrazo levantándome del suelo a unos centímetros y comenzó a dar vueltas, lo que me causo risa. Después me soltó.

Mientras Fernando había llegado desde hace unos minutos, los estaba viendo desde la carretera dentro del coche. Veía la risa de Ana, veía incluso la forma en que Alberto la observaba. Cuando Alberto la dejo nuevamente en el suelo el bajo del auto y camino hasta donde estaban, cuando llego y Ana lo vio, ella sonrió ampliamente y corrió hacia él y lo beso. Él no le correspondió el beso y a cambio le regaló una sonrisa, ya que en ese momento tenía algo más importante en la cabeza.

-¿Puedo hablar contigo? – Le pregunto serio a Alberto, mientras sujetaba a Ana de la cintura - ¿Ana, me esperas en el auto? – Ella extrañada le dio un beso en la mejilla, se despidió de Alberto y se alejó.

-¿Y bien? – Preguntó Alberto. Notando la seriedad de la cara de Fernando.

-¿Éstas enamorado de mi esposa? – Alberto se congelo ante la pregunta.

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Hola, ¿Cómo están?♥

¿Qué pasará por la cabeza de Fernando?

Nunca te dejaré de amar - Ferana♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora