Capítulo Sesenta y Uno

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La verdad es que ya se esperaba esta reacción por parte de los padres de Marinette, entre un gran reproche por parte del señor Dupain que se puso melodramático antes de intentar zambullirse hacia Gabriel Agreste para derrumbarlo si no fuera porque su esposa y su hija lo habían detenido. Era obvio que no le iba a gustar que su hija estuviera embarazada de un hombre de su edad, además de sin empleo y con una mala reputación que lo acompañaba. 

—¿Cómo es posible, Marinette?— refunfuñó Tom.—¿Cómo fue?

—¿Cómo fue que me enamoré de él o cómo fue que lo hicimos?—resopló Marinette.

Si antes parecía feliz, ahora el señor Dupain estaba más que confundido, respiró agitadamente, la cabeza le comenzó a dar vueltas y se sentó en el sofá pesadamente, su esposa fue rápidamente a la cocina a traerle algo de agua con azúcar para sus nervios. La noticia no la había tomado bastante bien ahora que tenía la idea de que Gabriel Agreste era el padre, Marinette prefería que su padre pensara eso a que supiera que el bebé era fruto de una violación.

—Discúlpanos, Marinette. No esperamos que nos dijeras que el señor es el padre—mencionó Sabine.—Pero tu padre ya tenía siempre la idea que sería, pues...

—Ya el abuelo lo sabe, y lo aprueba— rechistó Marinette.—A él no le importa siempre y cuando se haga responsable.

Gabriel sabía que no era una buena idea toda aquella farsa, se marchó con un sentimiento amargo antes de que pudiera escuchar de nuevo las quejas del padre de Marinette. Mientras tanto la joven azabache seguía escuchando las quejas de su padre.

—Papá, por favor—gimió Marinette.—Te juro que Gabriel es un buen hombre, es el mejor que he conocido en mi vida.

—Tranquila, Marinette—susurró Sabine.—Entiende que esto nos sorprende a los dos, uno cree que la edad es solo un número, pero el número también puede afectar. Recuerda que él ya vivió todas las experiencias que has tenido tú, su tiempo es distinto al tuyo.

—Él pasó una buena parte de su vida encerrado por un crimen que no cometió. Ha perdido mucho—se abrazó a si misma antes de continuar.—Podría tener una segunda oportunidad de arreglar su pasado, aunque no tenga ninguna obligación de hacerlo, no me importa.

—¿Realmente es serio?—indagó el señor Dupain.

—Tanto que él está dispuesto a casarse conmigo.

No fue como se lo había imaginado, su padre un poco desconcertado con la revelación de Marinette, su madre estaba todo el tiempo serena, aunque antes de despedirse le pidió a Marinette hablar con Gabriel para que ambos pudieran hablar con él sobre la situación. La joven lo aceptó y se fue a buscar a Gabriel que se encontraba en el parque cercano a la panadería de sus padres, esperándola para poder irse juntos.

—Ellos quieren hablar contigo—murmuró Marinette.

—Espero que no sea para convencerme de que te deje—argumentó Gabriel.—Ya viste que a tu padre no le gustó para nada que le dijéramos que era el padre de la criatura.

—¿Qué esperabas?—aludió Marinette.—¿Sabes lo difícil que sería decirles que mi bebé es fruto de una violación? Aún me duele pensar que tengo creciendo en mi vientre al hijo de un pintor asesino.

Respiró varias veces para poder así calmarse, no le gustaba la idea, realmente que no le gustaba nada de nada, pensar que tendría algo que dejó Theo además de sus obras de arte le pesaba demasiado en el alma.

Pasaron varios minutos que les parecieron eternos a Marinette mientras esperaba  a que sus padres terminaran de hablar con Gabriel. Cuando salió él mencionó simplemente que deberían de buscar una fecha apropiada para la boda, pero no dio más detalles de lo que sus padres le habían dicho a él, lo que menos quería Gabriel era que Marinette siguiera alterándose, eso podría afectarle mucho al bebé en su salud.

[AU] La mariposa negraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora