—Quiero que me digas por qué tienes el diario de mi esposa—ordenó Gabriel.
Marinette estaba prácticamente en la espada y la pared, si se negaba, entonces perdería el origami que tenía Gabriel Agreste y nunca sabría lo que contendría. Si se lo decía, entonces, estaría rompiendo la promesa dada por la señora Agreste de no revelar sobre el diario a nadie. Era una oportunidad que tenía y el asesino había usado su inteligencia para ponerle en esta situación.
—Esta bien, te lo diré—dijo resignada Marinette—Pero primero, dame el papel.
Gabriel Agreste se colocó la mano atrás, donde estaban los bolsillos de su pantalón y sacó el papel. Por un momento, pensó en no dárselo hasta que se lo entregara, hasta que desechó la idea cuando Marinette tomó el papel y enseguida comenzó a explicarle sobre el diario.
—Ella me lo dio antes de morir. Es todo lo que voy a decirte, no sé por qué lo hizo, pero lo cuidaré justo como me lo ha pedido.
«Al menos sé por qué lo tiene. Aunque no sé por qué mi esposa se lo habrá dado antes de morir».
—¿Y por qué te lo habrá dado?
—No lo sé. Ni siquiera la conocí—le contestó molesta.
Gabriel no estaba satisfecho con la respuesta, incluso suponía que en realidad si la conoció y no quería decirle toda la verdad. Había perdido un buen trueque, pensaba, ahora tendría que conformarse con la idea de que su esposa le entregó a ella el diario antes de morir y las razones nunca lo sabría.
—Sigue a las mariposas—repitió lo que decía el papel ignorando la presencia de Gabriel—Esos origamis de mariposa intentan indicar algo.
Pero ahora, no tenía tiempo de saberlo, debía centrarse en su trabajo antes de aquella pequeña investigación que se estaba encomendando. Para Gabriel, no era de importancia lo que hiciera con aquellos papeles, de nada le servía ahora.
—Vete a hacer tu trabajo en la oficina, yo seguiré cociendo el vestido sola —reprochó Marinette—Porque lo único que harás será estropearlo todo.
No lo iba a hacer, en lugar de eso, se sentó a un lado del vestido, buscó aguja e hilo y empezó a coser los pliegues del vestido.
—Yo no recibo ordenes de una niña.
—No soy una niña—masculló Marinette sentándose del otro lado del vestido para seguir su trabajo.
Sin embargo, estaba demasiado incomoda debido a la presencia de Gabriel, más incomoda de lo que sentía en la oficina, debido a el hecho de que estaba casi cerca de él.
Prácticamente había roto la promesa de la señora Agreste, primero su mejor amiga Alya, ahora su posible asesino. Tenía hasta miedo de que fuera a amenazarla con entregarle el diario si quería seguir con vida; su distracción trajo consigo que acabara con pincharse el dedo.
«Rayos. Si sigo así terminaré por pincharme todos los dedos» pensaba Marinette.
Así que, se levantó de su lugar y fue saliendo de la puerta hasta que la voz de Gabriel la detuvo.
—¿A dónde vas?
—A ningún lado—contestó nerviosa Marinette—Necesito un dedal.
—Aquí tengo uno— y sacó un dedal de la caja que tenía bajo sus pies.—Y si te vas, le diré a Adrien que estás descuidando tu trabajo.
—Te odio— resopló Marinette tomando el dedal.
Lo único que quería era no tener que estar cerca de aquel hombre, aunque al parecer, todo indicaba que iba a hacer imposible.
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[AU] La mariposa negra
FanfictionCuando la Sra. Agreste es encontrada muerta en su propia casa, las sospechas recaen en su esposo como presunto homicida al encontrarse cerca del cadáver con una pistola en la mano. Es arrestado y condenado a ocho años de prisión sin derecho a libert...