Capítulo Trece

221 35 3
                                    


—¿Dónde está?

   Llevaba horas hurgando entre la basura de la oficina y no encontraba los pedazos de papel que Gabriel Agreste debió de haber arrojado.

«Tengo que encontrarlo. Que necedad la mía por tirarlo y romperlo».

   Se golpeó varias veces la cabeza y se sentó en el suelo. El origami que había encontrado tenía unas marcas parecidas a las de un mapa, según recordaba a como estaba hecho el papel que le había visto a Gabriel Agreste antes de romperlo. Cuando lo vio pensó, tenía que ser un mapa, y ahora no tendría como comprobarlo sin esas piezas de papel.

   La nota que estaba en el sobre decía algo sobre las mariposas, según recordaba ¿Y si se trataba de las mariposas de orginami? ¿A qué llevaría todo esto? Era en realidad una rareza encontrarse origamis de mariposa que escondían alguna especie de dibujo en forma de mapa.

   Entonces, sacó su celular y marcó el numero de su amiga Alya saliendo de la oficina antes de que alguien se diera cuenta que estaba allí por la oficina, debido a que, estaba prohibido estar en los pisos de arriba cuando el horario de oficina había terminado, a menos que seas un trabajador de la limpieza. Marinette pudo entrar con la excusa que había dejado su bolso olvidado en la oficina.

«¿Y si la señora de la limpieza tiró los papeles a la basura? No, la papelera hubiera quedado vacía. Tal vez Gabriel Agreste tiene esos pedazos».

¿Hola?

—¿Alya?— ella no se dio cuenta que tenía el teléfono pegado a su oreja—Hazme un gran favor, si vez a Gabriel Agreste en la calle, avísame enseguida y dime hacia dónde se dirige.

Seguro, pero ¿para qué esta vez?

—No me creerás lo que me encontré, no sé lo que es en realidad, pero necesito algo que él tiene para averiguarlo.

Muy bien, yo te aviso.

—Por cierto, ¿Alguna señal de Aurore?

Nada, quizás vuelva la semana próxima según me dijeron. Y créeme, no fue fácil sacarles la información a los colegas del periódico, sobre todo si no eres del mismo departamento. 

   Colgó el teléfono y regresó a su trabajo en la cafetería. Prácticamente se estaba cayendo de dormida cuando tuvo que atender a los últimos clientes.


     Al salir se subió rápidamente al autobús que afortunadamente no se había ido todavía cuando ella llegó a la parada. Se sentó en una de las sillas vacías cabeceando un poco mientras miraba la ventana, pensando en Adrien,a pesar de lo mucho que le insistía en salir, sabía que era imposible hacerlo ahora, lo tenía bien claro; con los cambios que habían sufrido, era mejor mantenerse lejos. Además, sabía de antemano del noviazgo que mantenía con Chloé, mas aún así no podía estar con él ni siquiera en una relación de amistad. Por el bien de ella, de ambos, tenía que hacerlo.

«Lo lamento Adrien, debes aceptar que ya nada será como antes».

 Sin darse cuenta, iba abriendo y cerrando los ojos mientras miraba el paisaje de la ventana mientras el autobús se movía...

   Entonces, se dio cuenta que se había quedado dormida cuando alguien comenzó a sacudirle del hombro.

—Perdone, señorita, ¿se encuentra bien?

   Al abrir los ojos se encontró con un joven adulto de cabello castaño recogido en una especie de moño, ojos marrón, de tez casi bronceada, con una pequeña barba en su rostro; llevaba puesto una camisa con dos botones desabotonados color morada, un saco oscuro y unos jeans del mismo color.

—La he visto dormida desde hace unas cinco paradas.

—¿Dormida?... ¡Cinco paradas! ¡Me quedé dormida!—se exaltó Marinette.

   Se había perdido su parada, ahora debía de buscar otro autobús para regresar a casa

—Detenga el autobús en la siguiente parada.—Le dijo al conductor.

   Cuando el autobús se detuvo, Marinette se levantó y se fue hacia la puerta de salida de autobús.

—Gracias—le dijo al hombre antes de bajarse del autobús que para su sorpresa también se bajó.

—Por nada, señorita...

—Marinette, me llamo Marinette Dupain-Cheng—y le extendió la mano.

—Mucho gusto, soy Theo Barbot.

   Ambos se estrecharon la mano por unos segundos hasta que Marinette le preguntó:

—¿Vives por aquí?

—No, pero tengo mi taller de arte cerca.

—Entonces eres un artista.

—La mayor parte de mi tiempo—le respondió Theo mientras se pasaba una mano por su nuca.

   Aquel gesto hizo reír a Marinette, una risa que le contagió a Theo.

—Puedes ver a donde es si gustas.

—Me encantaría, pero debo tomar el autobús que me lleve a la calle Boulet.

—Entiendo—luego bajo la cabeza y la levantó con una pequeña sonrisa—Espero verte pronto, Marinette.

—Hasta pronto, Theo.

   Marinette cruzó la calle hasta el otro lado para poder tomar el autobús que le llevaría hasta la parada para irse a la calle donde vivía. Miraba el reloj, ya casi se estaba haciendo de noche y esperaba a que no se tardara tanto para poder llegar a tiempo a su casa. Revisando su teléfono se asombró al darse cuenta que tenía cinco llamadas perdidas de Alya; mientras esperaba el autobús le marcó a su amiga la cual respondió luego de unos minutos.

¿Dónde estabas, niña? Te he llamado varias veces —le refunfuñó Alya desde el otro lado de la línea—He visto a Gabriel Agreste en la Rue le Franc hace horas. Parecía que estaba siguiendo a alguien desde lejos.

—¿Qué más?

Luego se fue a su casa. 

—Muy bien, gracias y lamento hacerte perder el tiempo.

No hay cuidado, Marinette.

—Ahora debo colgar, luego te explico.

   Colgó el teléfono y se subió rápidamente en el autobús que en esos momentos estaba llegando a la parada.


   Cuando llegó a su casa, se quitó los tacones y se tiró en el sofá agotada por el trabajo que había hecho, incluso se le vino a la mente sobre el origami de mariposa. Se preguntaba si debía de decirle eso a la policía, pero no creía que le fueran a dar importancia un pedazo de papel con líneas extrañas, incluso podían pensar que era una simple broma. 

   Suspiró, estaba considerando en tener que preguntarle a Gabriel Agreste si él había agarrado aquellos papeles que ella había tirado.


     Al día siguiente, Marinette había llegado a la empresa un poco tarde debido al retraso del autobús, y cuando fue hacia la oficina, no encontró a Gabriel Agreste en la oficina. Fue allí cuando al sentarse en su silla, lo vio entrar en la oficina y sentarse.

   Y ahora, ¿Cómo preguntarle sobre el papel que ella rompió?

[AU] La mariposa negraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora