Capítulo Seis

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     Marinette terminaba de escribir el pedido de otros clientes cuando Adrien Agreste entró en la cafetería y se sentó en una mesa junto a su abuelo, Viktor Agreste. Su mesa, a pesar de estar tan cerca de la mesilla de Gabriel ambos le daban la espalda como si fuera un total desconocido para ellos.

—Hola, Buganette—saludó Adrien a Marinette cuando se acercó a su mesa.

—Hola, Adrien. Me alegro verte por aquí. Tenemos que hablar.

—¿Qué sucede?

—Es tu padre él...

   Miró un momento hacia la mesa donde estaba Gabriel Agreste bebiendo su café al tiempo que se encontraba leyendo una revista.

—No me agrada trabajar con él, cámbiame de oficina.

—Me temo que no puedo—repuso Adrien—Es la única oficina que puedo darte para tu pasantía de diseños, lo lamento, pero tendrás que soportar a ese desgraciado aunque no te guste.

   Gabriel Agreste hacía de oídos sordos a lo que estaba diciendo su hijo el cual, obviamente, lo decía en voz alta para que fuera escuchado. Deseaba tanto que se diera cuenta de su desprecio a propósito para molestarlo.

—Ahora, si has dejado de molestar a mi nieto—intervino Viktor Agreste—Tráenos un café latte y un capuccino junto a dos pasteles de queso, por favor.

—E-enseguida, señor.

   Marinette se fue con nerviosismo al bar y cocina a buscar los pedidos requeridos. Ver al señor Viktor Agreste le daba más pavor que estar con Gabriel Agreste. Un miedo que le daban ganas de alejarse de él como si estuviera infectado de lepra. Y no era raro esa reacción, muchos en la oficina le temían a Viktor Agreste, por toda su impotencia de autoridad que hacía temblar hasta a la trabajadora más dura, como si fuera una bestia capaz de roer un hueso. Pero con Marinette, su temor era por un caso muy pero muy distinto.

—¿Quieres salir conmigo hoy?—Preguntó Adrien cuando Marinette le trajo los pedidos.

   Ella lo miró un momento y negó con la cabeza.

—Debo estudiar.

—Es una lástima— murmulló Adrien.

—No tiene los mismos privilegios que tú, querido nieto.

—Llámame cuando estés libre, Buganette.

   Asintió en modo de despedida y se fue a buscar el resto de tazas y platos vacíos que habían dejado los clientes, al pasar por la mesa de Gabriel Agreste observó que prestaba mucha atención a la revista y sin mirarla le dijo:

—Mejor dedícate a otra cosa que no sea camarera. El café sabía a tierra.

—Y usted debería buscar otro trabajo que no sea de diseñador.

   Se fue muy molesta, Gabriel sólo dio un largo suspiro pensando en todo lo que haría ahora que estaba libre de la prisión. Y una de las principales sería evitar que lo despidan, lo segundo era buscar las pruebas que demuestren su inocencia del asesinato de su esposa.



     Después del almuerzo, Tikki buscaba alguna información que les ayudara a buscar un culpable en los archivos que tenía acceso. Empezando por encontrar el pasado del señor Agreste y la señora Agreste. Entrevistas del famoso diseñador, algunos recortes del periódico sobre la boda, hasta toparse con algo interesante, la señora Agreste venía de una familia adinerada heredera de una empresa de perfumes pero su verdadera vocación era la actuación.

[AU] La mariposa negraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora