Capítulo Cincuenta y Cinco

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Las hermanas mayores Césaire estaban sentadas en la mesa de la cocina de la casa del señor Césaire, mientras las menores estaban tratando de animar a su padre que estaba decaído con una botella en la mano, Nora estaba quieta en la mesa moviendo las manos de manera inquieta, había citado a Alya para poder decirle un asunto importante, algo que no le era sencillo sacar, suspiraba y se pasaba las manos en la cabeza tratando de buscar como poder decirle a su hermana el secreto que había estado guardando por mucho tiempo.

—Hermana, hay algo que debo confesar—dijo al fin Nora.

Por fin había tenido el valor, sabía que esto no iba a ser fácil, todavía estaba nerviosa mientras que Alya estaba preocupada por ver el rostro de su hermana por pensar en lo terrible que sería contarle lo que estaba por decir.

—Me enteré de ciertas cosas después del funeral de mi madre. Hay algo que debes saber...

Marinette terminaba de lavar algunos platos de la cafetería sintiéndose una poco agotada y medio desanimada debido a la discusión que había tenido con Gabriel en la mañana.



—Marinette, espera.

La joven azabache estaba a punto de irse a trabajar cuando Gabriel la detuvo, lo que tenía que decirle era muy urgente para que pudiera esperar a que volviera de trabajar. Le mostró el mensaje de texto que había recibido dejando un poco perpleja a Marinette, el mensaje era de su padre Viktor Agreste que le tenía un trato el cual trataba de devolverle su trabajo si dejaba ese enamoramiento que tenía con Marinette, hasta podría arreglar para que ella volviera a estudiar en la universidad para conseguir su título con una beca completa; obviamente a eso no le gustaba mucho a Marinette, sobre todo porque Gabriel estaba dispuesto a aceptar la oferta para que ella volviera a sus estudios y él tuviera trabajo.

—¿Cómo puedes pensar siquiera en aceptar lo que te pide ese hombre? ¿Se te olvida lo horrible que es?—bramó Marinette.

—¿Crees que no lo sé, Marinette?—se desesperó Gabriel.—Necesito el trabajo, es el único que me puedo conseguir, con la edad que tengo no puedo conseguir trabajo en otro sitio, en cada lugar siempre piden a gente joven, si no consigo trabajar, ¿cómo voy a cuidarte, entonces? ¿Cómo tendré dinero para que vivamos juntos? No puedo dejar de lo hagas tú sola.

Marinette se quedó en silencio, entendía por qué se sentía así, pero le dolía demasiado que prácticamente le iba a vender su alma al diablo por obtener el trabajo que necesitaba para conseguir vivir con Marinette como se mereciera ahora que eran pareja.

No quería que lo hiciera y ella tampoco quería renunciar a esa relación, aunque después de escuchar a Gabriel que podrían fingir que no tienen nada parecía sencillo, lo único complicado era hacerles creer tanto a Viktor como a Adrien que no tenían nada y eso sería difícil por lo observadores que eran, estarían como águilas acechándolos para comprobar si lo que decían era genuino.



Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando salió de la cocina y se encontró con Luka sentado en una de las mesas, a él le alegró mucho verla tanto como a ella de ver que no le había pasado nada cuando la habían secuestrado, se abrazaron con dulzura y Luka fue directo al grano en querer averiguar qué le había ocurrido cuando fue secuestrada y el por qué no se puso en contacto con él desde entonces.

—Lo lamento, Luka. He pasado por mucho desde aquel día...—y lanzó un suspiro.—Es difícil.

—No me imagino lo que tuviste que pasar—se lamentó Luka,—pero me alegro que estés bien.

[AU] La mariposa negraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora