Capítulo Treinta y uno

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     Marinette despertó toda soñolienta debido a que ella casi no pudo dormir debido al que el mensaje que había recibido le había dejado inquieta. Tanto fue su cansancio y distracción que no se fijó que chocó con el sofá-cama y cayó encima, justo donde Gabriel estaba dormido, haciendo que este se despertara bruscamente cuando la sintió encima para después acabar rodando en la cama en donde Marinette terminó encima de él.

—¿Pero qué...Emilie?

—No, soy Marinette—corrigió ella.

    La azabache supuso que Gabriel debía estar todavía dormido y la sorpresa fue suficiente para despertarse. Eso pensaba cuando justamente él tomó sus anteojos y se los puso para observar quien era que estaba debajo de él.

—Oye ¿Po...podrías quitarte de encima?

   Lo sentía demasiado cerca, y el estar su cuerpo debajo de él le hacía sentir demasiado incomoda, tanto que estaba a punto de moverse. Hasta que Gabriel se levantó del sofá-cama dejando a Marinette con el espacio libre para poder levantarse.

—Lo siento, niña.

   Marinette se levantó y se fue hacia la cocina, tratando de no pensar mucho en la cercanía que tuvo con Gabriel Agreste. A duras penas pudo preparar un café decente para ella y para Gabriel, que en esos momentos se había ido al baño para refrescarse y cambiarse de ropa.

   Fue en esos minutos que ella aprovechó para llamar a su padre, sabiendo que debería estar despierto desde muy temprano para trabajar en la panadería.

—¿Hola?...Papá...estoy bien, tranquilo...Necesito un favor...


     Alya despertó, observando el techo blanco de la habitación del hospital, por un momento se alteró pensando que todavía seguía secuestrada, la tortura continuaría y estuvo a punto de levantarse cuando una de las enfermeras que estaba en la habitación la detuvo.

—Tranquila, señorita Césaire.

—¿Dónde estoy? ¿Quién es usted?

—Está en el hospital—dijo la enfermera pausadamente—Tranquila, está fuera de peligro.

   Alya se volvió a recostar en la cama, agarrándose la cabeza, no podía creerlo, pero en verdad se aliviaba un poco de estar a salvo. Sólo un poco, todavía seguía teniendo unas dudas en su mente y también un gran temor.

—¿Dónde está mi madre?


Tuvieron que darse prisa, tanto Marinette como Gabriel para poder llegar al trabajo, después del segundo descanso, ella prometió llevar la maleta de Gabriel al lugar donde se iba a quedar temporalmente.


     Una vez llegado al edificio, Marinette tuvo que esperar varios minutos para subir al piso, a petición de Gabriel, para evitar cualquier sospecha de parte de Adrien o de cualquiera que los viera para poder apagar el rumor de que habría algo entre ellos. Él no quería terminar sin empleo si Adrien seguía teniendo esa idea en la cabeza.

—Muy bien, esto es lo que voy a hacer—empezó a decir Marinette.—En el primer descanso, iré a ver a los detectives, luego trataré de hablar con Alya, durante el segundo descanso tomaré la maleta y cuando finalice la jornada, me encontrarás aquí.

   Y le entregó a Gabriel un pedazo de papel con una dirección escrita.

—Gracias, por lo que has hecho. Incluso mostrarme el diario de mi esposa. En verdad creo que encontré a alguien que cree en mí y que me ayude a estar más cerca de mostrar mi inocencia.

[AU] La mariposa negraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora