Capítulo Cuarenta y Siete

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No la podían despedir por el simple hecho de que se había enamorado de Gabriel Agreste, las relaciones entre empleados no estaba prohibido. Pero Viktor Agreste alegaba que ella no era realmente una empleada sino una pasante, así que por lo tanto estaba violando la ley de la empresa aunque Marinette estaba completamente segura que lo estaban inventando ellos por el simple hecho de su confesión lo que le hacía dividirse en dos ideas: arrepentirse de haber confesado su amor o no hacerlo, entre una y otra no se sentía capaz de negarlo debido a que sería negar lo que su corazón sentía en aquellos momentos por un hombre tan agradable como Gabriel Agreste.

—Que decepción, nunca pensé que terminarías enamorándote de mi hijo—suspiró Viktor—Parece que no te he enseñado bien, Marinette. Olvidaste un minúsculo detalle. 

Le dio escalofríos cuando Viktor se acercó hacia ella y le tomó los hombros deslizando una de sus manos por detrás de su cuello. No era capaz de hacer nada por defenderse más que cerrar los ojos con fuerza, con solo su presencia el temor le invadía y su contacto le paralizaba totalmente.

—Eres solo mía, Marinette, mi puta.

—N-no soy n-ninguna puta, m-me niego a seguir así—gemía Marinette mientras unas lágrimas se asomaron en sus mejillas.

—Aquí yo mando mi puta y harás todo lo que te diga o Adrien finalmente verá que tan puta eres—exclamó Viktor.—Arrodíllate.

—Basta—exclamó Marinette.—Ya basta, por favor ¡Consígase una prostituta y a mí déjeme tranquila! ¡Si quería alejar a Adrien de mí! ¡Ya está hecho! 

—No, Marinette—gruñó Viktor—No dejaré que ninguno que mis hijos se quede con una puta como tú. 

«No te librarás de mí tan fácilmente, Emilie pudo hacerlo, pero tú no lo harás» pensaba Viktor mientras se relamía los labios. «Parece que mi yegua tiene que volver a ser domada».

Y su mano se acercó hasta su camisa que la fue jalando hasta quitarle algunos botones.

—Viktor. Tengo algo que conversar contigo—declaró alguien en la entrada.

La voz de aquella mujer lo interrumpió de su acto por lo que tuvo que alejarse de Marinette al observar que Karen entraba en aquella oficina. Ignoraba por completo lo que estaba ocurriendo dentro imponiendo la urgencia de hablar con él lo que hizo que Marinette aprovechara la oportunidad para poder salirse de aquella oficina al momento de reaccionar justo cuando Viktor se había alejado de ella, una vez solos, Karen fue sin rodeos y entonces le dijo:

—Encontré algo muy interesante—musitó Karen mientras se abanicaba con una carpeta amarilla dejando entrever su escote.—Y créeme que te va a interesar mucho escucharlo.


«Rayos, esta letra es muy difícil de entender, la señora Agreste tenía escritura de médico».

Alya trataba de traducir algunas páginas que había fotografiado del diario de la señora Agreste con una aplicación para traducir, sin embargo, eso no la iba a detener y trataría en lo posible por entender esa letra que hacía complicar la traducción del diario. Entre más lo analizaba más deducía que era probable que lo hubiera hecho a propósito para que nadie fuera capaz de descubrir los secretos que guardaban aquel diario. Pero no se iba a dar por vencida, buscaría la forma de traducir ese diario y descubrir todos los secretos de la señora Agreste.

Un ruido por parte de su hermana mayor la interrumpe, está muy preocupada porque su padre está cayendo en un mal vicio desde que Marlene murió. Nora habría tenido que hacer varios sacrificios y reducir sus entrenamientos por ayudar a su familia, Alya sabía que se estaba poniendo duro para su familia, por eso esperaba con muchas ansias que el asesino de su madre fuera capturado.

[AU] La mariposa negraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora