Capítulo Ocho

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—Ya te dije que lo sentía.

—¿Por qué tenías que decirles?

—Para que te sacaran de la cárcel, amiga. No soportaba la idea que te hubieran arrestado porque no querías decir nada.

—Sólo iban a ser unos días.

—Eso no lo sabes, Marinette.

   Ambas iban rumbo a la oficina del inspector Fu siendo escoltadas por el detective Plagg. Que frustrada se sentía Marinette por lo que había hecho su amiga, ahora tendría que romper el juramento de no decirle a nadie sobre el diario; a pesar de que nunca lo dijo directamente hacia la señora Agreste, su juramento fue hecho por ella misma a su memoria.

   Cuando estuvo en frente del escritorio del señor Fu, tardó varios minutos hasta que finalmente lo había confesado. Le contó como llegó el diario a sus manos y del por qué había ido a casa de Mireille aquella tarde en que la encontraron asesinada.

—Debió haber dicho algo antes.

—Pero tenía miedo que me involucraran, que pensaran que algo tuve que ver cuando falleció la señora Agreste.

—Ahora sabemos por qué fue asesinada la señorita Mireille. El diario, algo debía saber ella y el asesino buscaba ese diario.

—Tiene que haber algo en ese diario que quiere el asesino,—dedujo Plagg—por eso debe entregarlo enseguida para averiguar que hay en ese diario para saber lo que quiere el asesino.

—Por favor comprendan—Marinette estaba al borde de las lágrimas.—No puedo hacerlo por la señora Agreste. Me suplicó en un vídeo que no se lo dijera a nadie.

—Quédate calmada,—le dijo Tikki—pero si tenemos que pedirte el diario, tendrás que dárnoslos. 

— Aunque claro— cortó Fu— Si le pedimos que nos dejes ver ese vídeo que mencionaste. 

—Entienda, señorita, podría ser alguna pista. 

—Aunque también su vida estaría en peligro si el asesino se entera—dijo Alya.

—Tienes mucha razón, señorita Césaire—mencionó Tikki—Señorita Dupain-Cheng, vaya con cuidado, ahora nosotros sabemos de ese diario. Nos da el vídeo y el diario lo mantendrá oculto hasta que necesitemos verlo.

—Sí, gracias detective.

   Saliendo de la estación de policía, Alya intentaba conseguir el perdón de su mejor amiga.

—Te lo puedo compensar. ¿Qué tal si vamos por un helado? Yo te invito.

—No puedo Alya, tengo que volver al trabajo y explicarle a Adrien de mi retraso.

   Al volver a la oficina después de un terrible sermón por parte de Viktor Agreste, Marinette tuvo que volver a trabajar, no pudo hablar con Adrien debido a que él se encontraba ocupado en una reunión.

   Cuando se sentó en su escritorio trató de sacar el sobre que se había encontrado en la cafetería y se dio cuenta que no lo tenía encima.

—¿Y el sobre? ¿Dónde esta el sobre?


—¿Cree que Marinette Dupain-Cheng podría ser un blanco del asesino?

   Estas y muchas otras cuestiones lo tenían tanto los detectives como el inspector Fu en su oficina cuando se quedaron solos discutiendo sobre el enigma que tenían encima ¿Podría ser el diario el motivo por el cual asesinaron a aquella joven? Resulta muy fantasioso que lo fuera, pero no lo descartarían de una posible pista.

[AU] La mariposa negraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora