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Por lo general la historia termina cuando en la película dice la palabra fin, pero no aquí, no en este caso, todo fue muy bonito ciertamente, Mirabel salvo la magia, reconstruyeron casita, el pueblo volvía a estar a salvo, nadie se fue del encanto, y por fin cada uno pudo ser como quería.

Todo muy bonito... Pero, en esta historia hay una diferencia, un amor, totalmente prohibido entre primos, Mirabel y Camilo, desde luego que no lo tuvieron nada fácil, y su camino estuvo plagado de  problemas, desdichas e incluso algo de horror....

Todo comienza, dos meses después de que casita estuviera restaurada....

Mirabel se levanta de la cama, hacia horas que estaba despierta pero desde luego que no podía dormir a pesar de haber echo todo lo posible para conseguirlo. Desde la restauración de casita, sus noches se basaban en horribles pesadillas que no paraban jamás, y como mucho conseguía dormir tres horas seguidas, pero terminaba despertando en medio de la noche gritando y sudando.

Esa mañana, como debía de suponer, volvía a ser demasiado pronto para que su familia estuviera despierta, el rocío de la mañana aún estaba presente al igual que la fresca brisa de primavera que azotaba todo el pueblo. La luz, era escasa, los primeros rayos de sol aún no terminaban de asomarse de forma perezosa por el valle.

Mirabel se sacude perezosa, se prepara para salir, asegurándose previamente de echarse abundante agua fría en la cara para intentar disimular las notables marcas de cansancio.

Al salir de la casa, como siempre, todo estaba lleno de paz y tranquilidad, nadie estaba despierto todavía, o así había sido hasta ahora, pero aquella mañana no.

Su perezoso primo Camilo se encontraba despierto, y no por insomnio desde luego, sino porque su única intención era ir a la cocina a comerse los restos de la cena, y por lo general, siempre se levantaba mucho más pronto, para hacerlo, sin embargo, su cama estaba cálida y blanda, demasiado como para poder abandonarla tan fácilmente.

Ellos dos jamás habían coincidido por la mañana. Y por lo general, ambos hubieran ignorado al otro como en cualquier situación normal.

Sin embargo, las sobras de la cena anterior eran mucho más limitadas de lo normal, no habían dado para gran cosa, y al ver a su prima salir tan corriendo de la casa, solo tenía dos opciones, o volverse a la cama y hacer como que no pasa nada, o ir a ver qué trama la más imprevisible de sus primas.

Camilo, sigiloso, comienza a seguir a Mirabel, la cual, no se percata para nada de su presencia, el cansancio es suficiente como para importarle ese insignificante detalle.

Mirabel siempre había sido curiosa, y con las tareas que le tocaba hacer al día, casi no tenía tiempo para si misma. Sin percatarse de nada, se dirigió de nuevo hacia la salida del encanto, en el río donde su abuelo Pedro había muerto.
Y se sienta en el Prado contiguo al lago, preguntándose de nuevo, que pasaría si se marchara, quien podría echarla de menos.

Y esa mañana, sin ser diferente a las otras, se encaminó a cruzar en Río con intención de marcharse, esperando que el arrepentimiento llegará siempre a la mitad del río, justo a tiempo de volver corriendo a casa para el desayuno.

Camilo, sin saber que podría tramar su prima, se asusta de sobremanera al creer que se marchara de encanto, no eran Unidos desde luego, y sus diálogos eran un "hola" y "adiós" casual, pero otra cosa muy distinta es querer que su prima abandonara la familia, a su manera y de forma distante, la apreciaba. Raudo, se dirige hacia su prima, para evitar que se valla, sin percatarse del suelo de piedras húmedo y resbaladizo.

Antes de poder llegar a su prima este cae y resbala contra el suelo, golpeándose en varios puntos, con un sangrado nada importante pero alarmoso.

Mirabel dándose la vuelta para ver qué ha ocurrido, ve a su primo tras ella, en el suelo del río, empapado por completo, con un par de brechas de sangre que salen sin disimulo de su frente y mejilla, además que su pie se encuentra en una posición para nada natural.

-¿Que haces aquí? - susurra Mirabel

Camilo alza la cabeza, la mira fijamente con gesto de súplica.

- Creí que te ibas a ir de encanto - murmura en shock

- En caso de que lo hiciera no veo porque debe de ser tu problema - habla con furia 

- Eres de la familia - contesta incrédulo - como no va a importarme

- Y tío Bruno también lo era y termino siendo ignorado durante diez años, y no recuerdo que nadie llorará a pesar de creer que se había ido de encanto - contesta fría e indiferente - lo único que ocurre es que te sentirás culpable si me marcho delante tuya.

-Eso no es verdad - habla con rabia apretando la mandíbula

- Ya, seguro que tú llorarías mucho si a mi me ocurriera algo - alza la ceja, se cruza de brazos sin dejar de juzgarle con la mirada - en tal caso, más comida para tí - se encoge de hombros

- Entonces, te marcharas sin más - habla con rabia Camilo - lo dejaras todo, a tus padres, hermanas, a la abuela, es que no puedes pensar en alguien que no sea tú

- Pienso en muchas cosas a demás de mí misma - interrumpe gritándole - rara vez pienso en mi, ni si quiera tengo magia, y fui yo la que la salvo, no por mí - se señala - fue por vosotros, así que no te atrevas a decir que solo pienso en mi misma porque eso en mentira

- Pues si ese es el caso, no te marcharas, y   llevarás de vuelta para que puedan curarme - asegura Camilo - ambos sabemos que no puedo moverme, si te vas, no podré hacer nada.

- Chantajista - Murmura Mirabel con la mandíbula apretada, suspira fuerte mirando el otro lado del río, antes de girarse de nuevo para ayudar a su primo.

Durante todo el camino, ninguno dijo palabra alguna, ni un gracias, ni un de nada, y fuera de lo normal estuvieron tratando de volver más de dos horas.
Al llegar a su casa, todo el mundo estaba totalmente preocupado, y verlos en tan lamentable situación solo ayudo a crear caos y confusión.
Las preguntas, y los gritos se entremezclaban, y ninguno fue capaz de responder nada.
Cuando Julieta fue capaz de curar a Camilo, la situación se controló un poco.

- Ahora si - habla la abuela potentemente - decid que ha pasado

Mirabel agacha la cabeza, es consciente que es culpa suya, se prepara para incriminarse, o para que Camilo lo haga, pero no da tiempo a nada.

- Me intente subir a un árbol de fruta - habla con rapidez Camilo - y no me sujete bien de la rama, así que caí - gira la cabeza y sus ojos conectan con los de Mirabel - si ella no hubiera escuchado mis gritos, ahora mismo seguiría allí

- ¿Es eso cierto? Mirabel - cuestiona la abuela, mirándola intensamente

Mirabel no sabe qué decir, esa situación no se la esperaba, jamás hubiera creído que su primo, una persona con la que jamás congenio, la salvará así. Ella le devuelve la mirada a su abuela y asiente.

Con eso, las cosas se calman totalmente en la casa Madrigal, acostumbrados a las tonterías y al estómago de Camilo nadie pensó en objetar más. Y él asumiendo toda la culpa, hizo algo que jamás había conseguido, gracias a ese gesto, ese pequeño e insignificante gesto, por primera vez, había conseguido que su prima le respetara.

Mirame con otros ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora