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Camilo observa a su familia, están sospechosamente relajados a pesar de que todos saben hacia donde se dirigen. 

Todo lo que siente por su familia esa noche se iba a manifestar por fin, y así tuviera que matar por ellos lo haría. Aunque desde luego no estaba nervioso. Más bien tenía ganas de acabar con todo. No se había atrevido a preguntar a ninguno de la familia donde estaban sus suegros y su hermana, pero suponía que en caso de que ocurriera algo debían quedarse con Mirabel, aunque no tenía claro si ella sentiría algo en caso de que él cayera, su frialdad y apatía le dolía.

A la una de la madrugada exactamente los asistentes de la familia Madrigal se encontraban apostados frente a una gran casa. Donde habían descubierto que solían reunirse, y desde luego que habían corroborado que estarían allí esa noche.

Sin embargo, la relación de la familia Madrigal estaba ya tan enfriada que independientemente de todo, cada uno pensaba desahogarse de todo lo contenido hasta ahora, y como la idea era que esa gente se fuera del pueblo, pues casi no había límites, cada uno estaba allí para hacer lo que mejor se le daba.

- Isabela - murmura Camilo sin mirarla - ¿ves todas esas salidas? - se gira para verla, ella asiente - es una pena que nuestros amigos aquí presentes se fueran antes de tiempo sin llegar a un - chasquea la lengua - acuerdo ¿no te parece?

Isabela suspira. Pronto, cientos de lianas sujetan con fuerza la estructura de la casa incidiendo sobre puertas y ventanas, consiguiendo que en algunos lugares cruja y se formen grietas de la presión.

- Luisa - llama Camilo - ¿podrías abrirnos la puerta? - la mira - por favor cuñada - sonríe fríamente - No olvidéis que lo primero es el dialogo, les dejaremos clara nuestra postura, luego veremos que pasa... - suelta al aire volviendo a mirar hacia la puerta donde está Luisa, le da un asentimiento y pronto la puerta está en el suelo.

El primero en pasar desde luego es Camilo, y los ve perfectamente, nada más entrar a la casa hay un gran patio como el de casita, y por lo menos debe de albergar cincuenta personas. 

Recorre la mirada de todos ellos haciendo un conteo rápido.

<<Están todos.>>

- Lamento la interrupción - se encamina Camilo ante la atenta mirada de todos seguidos por su familia que tras pasar vuelven a colocar la puerta y asegurarla con lianas - parece que os habéis reunido muchos aquí hoy - habla alto colocándose en el centro de todos - hasta ahora os he dejado jugar con ventaja - rueda los ojos - o al menos eso creéis - lleva las manos a su espalda - pero sinceramente - enfría la mirada - me he cansado de jugar.

Un hombre grande y corpulento se abre paso hasta Camilo empujando a todos a su paso.

- ¡Largaos de mi casa! - acerca la cara a Camilo intimidatoriamente - ¡ahora!

 Camilo se cruza de brazos colocándose completamente frente a él.

- ¿Es que no eres capaz de ver cuando alguien te hace un favor? - exclama alzando la ceja - hemos venido hasta aquí para hablar con vosotros, y de verdad que nos da igual si es por la buenas o malas, así que yo que tu escucharía, porque si quisiéramos mataros directamente podríamos haber cerrado la casa e incendiarla con vosotros dentro, por tanto mejor que escuches.

- ¿¡Me estas intimidando en mi propia casa, gusano miserable!?

- Como te he dicho vengo a negociar, y por personal estamos en desventaja, pero teniendo en cuenta que somos una familia con magia eso iguala un poco las cosas - se encoge de hombros - pero si quieres traemos luego a más gente y lo hacemos por las malas, te estoy dando la oportunidad de sacar algo a cambio de todo esto, yo que tu lo aprovecharía.

Mirame con otros ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora