Esa mañana Camilo se sentía orgulloso de sí mismo por a ver conseguido ayudar a su prima, no esperaba ese detalle del desayuno, e incluso creyó que lo había envenenado, pero estaba decidido a comerlo aunque supiera asqueroso, sino sería totalmente hipócrita de su parte el haber obligado a comer a su prima, además, si ella empezaba a reaccionar así, si negaba algo que ella le diera, Mirabel podría retroceder aún más. Y desde luego que la mayor parte del desayuno estaba completamente insípido, y las arepas parecían echas de arena, muy diferente a como ella solía cocinar, pero no iba a rechazarlas, incluso detenía a su familia cada vez que se aventuraban a criticarlas, y se decidió comer la porción que los demás se reusaban a comer.
<<Mirabel no necesita comentarios negativos que la hundan>> pensaba
Y lejos de lo que pareciera, Camilo notó durante todo el desayuno como su prima le observaba con cada pequeño bocado, no iba a rechazarlo desde luego cuando ella empezaba a reaccionar.
Tras terminar el desayuno y lejos de sus habituales tareas en el pueblo, estaba decidido a encontrar la cura para el insomnio de Mirabel, tenía poco tiempo, pero había prometido que ella podría dormir sin pesadillas toda la noche, y a pesar que lo había dicho en un momento de calentón por el enfado, tampoco pensaba echarse para atrás.
Su primera parada en su descubrimiento por el insomnio fue su padre Félix, si el podía conseguir que la "histérica Pepa Madrigal" durmiera tranquila, seguro que debía tener algún truco bajo la manga.
- Papá - reclamo Camilo nada más verle - necesito hacerte una pregunta.
Félix se da la vuelta y se encuentra a su hijo corriendo hacía él.
- ¿Qué pasa mijo?
- Verás - se coloca delante de él, tratando de recuperar el aire, piensa lo que va a decir, incriminándose de nuevo - estas... estas noches he dormido fatal, tengo pesadillas, y apenas puedo dormir absolutamente nada - habla fingiendo cansancio - y ya creo que lo he probado todo para dormir, y nada funciona, ¿puedes decirme algo que me ayude?
Félix mira a su hijo pensativamente, analizando lo dicho.
- ¿Pesadillas dices? - cuestiona, a lo que Camilo asiente - bueno - coloca un gesto pensativo, se cruza de brazos y se lleva una mano al mentón -. Cuando tu madre tiene pesadillas, lo que hago es abrazarla y cantarle bajito hasta que se calma, pero.... - mira a su hijo indiscriminadamente - no creo que eso sea lo mejor para ti, además de lo poco productivo que es cantarse a sí mismo - se lleva las manos a la cintura -. Pero en mí caso, una infusión de extracto de Valeriana siempre me ayuda.
Camilo coloca un gesto pensativo.
- ¿Dónde puedo conseguir un poco?
- Pfff, ni idea, yo siempre se lo pido a tu tío Agustín, al parecer también suele sufrir de insomnio, aunque quien puedo decir que es más experta en eso, sería tu tía Julieta.
<<La madre de Mirabel>> piensa Camilo.
- Gracias pa - sale corriendo sin pensar.
No lo había pensado antes, desde luego que si alguien podía decirle un remedio para que su propia hija duerma, quien mejor que su tía Julieta.
Tras un tendido rato buscándola, la encuentra en el centro de la plaza del pueblo ayudando a los que se han herido durante el día. Se acerca a ella con sigilo, hasta colocarse a la par.
- Hola tía - habla con voz alegre, Julieta se gira ante su sobrino - necesito hacerte una consulta.
- Estoy un poco ocupada - habla con voz suave - pero adelante.

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Mirame con otros ojos
RomantikMirabel ha cambiado desde que salvó el encanto, y sus sentimientos al igual que ganas de vivir se reducen a cero, y eso es así hasta que su primo Camilo, con el cual jamás ha tenido ninguna clase de relación, se da cuenta por una pequeña casualidad...