Dos días habían ocurrido tras ese trato. Exactamente dos. Y nada parecía mejorar en absoluto, su prima si podía decirse, se encontraba mucho más retraída que antes, desde luego que entendió fácil que con las bromas, jamás conseguiría nada, y en lugar de que aquellos ojos se iluminaran de nuevo parecían completamente opacos.
Esa noche Camilo llevaba horas dando vueltas en su cama, intentando pensar alguna táctica para que Mirabel de nuevo volviera a sonreír. Mira el reloj de su mesa de noche, son cerca de las tres de la mañana.
Suspira, sentándose de golpe en la cama, se lleva las manos a la cabeza.
<<Necesito comer algo, tanto pensar me va a hacer el cerebro puré>> piensa.
Sale de la habitación a toda prisa con la intención de nuevo de comerse la cena.
- ¡AHHHHH!
Se gira de golpe, hacia el ruido.
- Mirabel - susurra
Rápidamente anda hacia la habitación de su prima sin pensarlo, más bien creyendo que algo malo le ha ocurrido. Los gritos son ensordecedores, y casi maniáticos a la vez que desesperantes.
Abre la puerta preparado para cualquier cosa. Pero no ve nada, nada excepto...
- Mirabel - se encamina hacia ella - despierta - la sacude.
Su prima pequeña solo por unos meses, está retorciéndose en la cama, totalmente sudorosa, su rostro es rojo casi parece que lucha por respirar, y los gritos salen sin control. Es completamente obvio que se encuentra inmersa en una pesadilla.
- Mirabel - la sacude de los hombros aún más fuerte - despierta.
Sin embargo, no reacciona. Se coloca de pie llevándose las manos a la cabeza. Mira por toda la estancia, pensando en pedir ayuda, pero sabe que si alguien más se entera de esto, Mirabel jamás volverá a confiar en él. Casi sin pensarlo se precipita por la puerta hacía la cocina donde recoge un cacharro de agua, un vaso, un par de arepas que sobraron de la cena y un paño. Con cuidado, vuelve a la habitación de Mirabel, esta vez cerrando la puerta tras de él.
No sabe de medicina, eso desde luego, pero algo ha podido aprender luego de pasarse toda la vida viendo a su tía Julieta, porque si de algo estaba seguro, era que las posiciones tan poco naturales en las que se encontraba Mirabel, debían ser extremadamente dolorosas, para los músculos.
Coloca las cosas ha un lado volviéndose a encaminar hacía su prima.
Traga saliva.
Lleva su mano hacía la frente de Mirabel, con intención de tomarle la temperatura, y tal como pensaba está completamente ardiendo.
Suspira, se aprieta el puente nasal. Llena el vaso de agua con el agua de cacharro que traía, y a continuación, introduce el paño en el resto del agua, lo escurre y se lo coloca en la frente a Mirabel. Ella incomoda, se remueve e intenta apartarlo, pero Camilo se lo sostiene fuertemente para evitarlo.
- Mirabel, despierta - habla fuerte, espira fuerte, la mira - lo siento Mirabel, pero probablemente estés deshidratada y debes beber agua, al menos a mi me ocurre eso cuando estoy enfermo - habla en tono neutro pero firme
Aparta por un segundo el paño de su frente, tira de sus brazos, colocando un brazo tras su espalda para que se sostenga y haciendo fuerza para que permanezca sentada en el sitio sentada.
- Mirabel... Mirabel... - la sacude esta vez más levemente.
Mirabel se remueve incomoda, sus ojos pesan, pero sabe que intentan despertarla.

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Mirame con otros ojos
RomanceMirabel ha cambiado desde que salvó el encanto, y sus sentimientos al igual que ganas de vivir se reducen a cero, y eso es así hasta que su primo Camilo, con el cual jamás ha tenido ninguna clase de relación, se da cuenta por una pequeña casualidad...