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Los hombres de la familia Madrigal y la futura nueva incorporación Mariano, se encontraban reunidos para tratar el tema de Miranda. Ninguno estaba para nada contento, pero desde lejos lo que más les irritaba a todos era como iba a reaccionar las mujeres, todas eran de trato difícil, y más peleonas que incluso ellos mismos.

- Haber - exclama Félix apretándose el puente nasal con cabreo - comprendo hasta cierto punto todo lo que tratáis de decir, pero ¿se puede saber que tanto puede hacer una niñata contra la familia Madrigal? - les mira - en esta familia hay Dones - recalca colocando sus manos en la cintura - porque... hagamos la cuenta primero - empieza a enumerar con los dedos - tenemos a Dolores, que antes de si quiera de saber que alguien se acerca a ella, lo sabe - recalca saboreando cada letra - luego tenemos a Isabela, que la última vez que alguien le tocó el trasero de forma indebida, fue encontrado el hombre en cuestión atado a un árbol sujetado con lianas y creo recordar que estaba completamente lleno de laceraciones por las lianas y desnudo - escupe lo último - después tenemos a Luisa, que yo no se vosotros, pero yo de por sí ya tengo miedo de darle un abrazo por miedo a que me rompa la espalda - se cruza de brazos - a mi cuñada que aunque sea muy calmada, tiene sangre Madrigal y ¿os recuerdo como son? no he conocido gente más terca y luchona que esta familia, y por último, mi mujer, que no es por nada parece mentira que dudéis de sus... - coloca un gesto pensativo -  capacidades de defenderse. ¿Qué tanto puede hacer mal? 

Camilo gruñe.

- Mi esposa no tiene Don - recalca - y contra ella es con quien la querrá tomar.

Félix alza la ceja incrédulo a su hijo.

- Como se nota que no has vivido al completo el embarazo de una Madrigal, a ella es quien más le tengo miedo - bufa - más bien en lugar de darte la enhorabuena, debo compadecerte.  

Camilo se cruza de brazos.

- ¿Se puede saber porque? Mirabel es tranquila y calmada, ya la conoces - comenta Camilo, a lo que Mariano asiente por el dato.

Sus tíos y padre se miran entre si.

- Sobrino - comienza Bruno - voy a dejarte en tu nube un rato más porque vamos mal de tiempo, pero déjame decirte que tu fantasía sobre un embarazo perfecto y tranquilo se te pasará pronto - aparta la mirada.

Camilo les escudriña con la mirada confuso.

- ¿Qué tratáis de decir? 

Agustín suelta una risa nerviosa.

- Dejémoslo en que se verá di de verdad quiere a mi hija cuando empiece el embarazado de verdad - se burla levemente - más de uno pensaba tirarse por la ventana cuando Pepa y Julieta estaban embarazadas - afirma a lo que los otros dos asienten - y puede que pienses que no sea nada, pero junta el carácter de un Madrigal con un embarazo.

Camilo se encoge de hombros.

- No será para tanto.

Félix se adelanta y coloca la mano en el hombro de su hijo para intentar consolarle.

- Cuando tu mujer te pida que le cocines a las tres de la mañana o te saques de a saber donde, algo que se le a antojado, y cuando vuelvas para dárselo, y te de la paliza hasta que se lo des, porque si piensas que se cansará  - alza las cejas de forma burlona - es que estas completamente equivocado, y su estado de animo solo se pondrá peor cuantos más minutos pasen - coloca una cara de sentir pena por su hijo pero a la vez burlón - ¿y sabes? cuando llegues por fin a darle lo que te pidió a base de despertarte a gritos, estará completamente dormida y como la despiertes lo mínimo que hará será pegarte con la chancla, porque por si no lo sabías, a las embarazadas les cuesta dormirse - asiente - y mucho - arruga la nariz torciendo un poco el gesto.

Mirame con otros ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora