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Tras largas semanas y extrañas "desapariciones", que básicamente era gente aterrorizada saliendo en encanto, las cabezas de esa singular revolución desaparecieron. Y eso solo los colocó más violentos, sobre todo porque estaban convencidos de lo que hacían. La diferencia es que sabían que habían llevado todo muy lejos, y ya no había vuelta atrás, y sin nadie que les guiara actuaba de forma impulsiva. 

Habían caído gente de ambos bandos y la situación era completamente tensa, las peleas eran incluso entre hermanos, padre e hijos, tíos y primos, y según la lista de Camilo, quedaban exactamente cincuenta y dos personas que alborotaban la paz de encanto. 

Él ya estaba completamente cansado de esa situación tanto física como emocionalmente, y sobre todo, a pesar de que enfermamente había encerrado a Mirabel por precaución, sabía que ella no era feliz. El rostro de ella era completamente tristón, Camilo podía pasar horas intentando calmar su angustia, pero desde luego que estaba encerrada sin la posibilidad de ver más allá de esas cuatro paredes, y con ello había llegado su cuarto mes de embarazo. Ahora las precauciones eran extremas porque coincidían con la primera predicción de Bruno, y aunque ya no estuviera Miranda como señaba dicha predicción, eso no era motivo de paz ninguna. 

Había llegado a un punto que Mirabel se aislaba, dejaba platos enteros de comida y solo dormía, e incluso evitaba a su esposo constantemente, cosa que a él le destrozaba. Y también, cuando ella pasó durante horas encerrada en el baño esperando únicamente que él se fuera para salir. 

Era totalmente consciente que Mirabel empezaba no solo a estar cansada de todo eso, sino más bien temía que se cansada de él. Y por no incomodarla más, aunque eso le destrozara por completo, decidió dejar de ir a la habitación cada noche, y ahora las comidas a Mirabel se las llevaba  o Isabela o Julieta o Pepa. 

¿Estaba enfadado? La correcta palabra era furioso, no con ella por supuesto, pero culpaba a la gente que estaba causando todo esto. 

Sabía que ella podía vivir sin él, sabía que ella era fuerte, a pesar de todo lo que pasó, Mirabel había cambiado considerablemente, pero él no concebía la vida sin ella. Su vida era considerablemente peor, y estaba irritado, muy irritado. 

Y lo peor era cuando después de tres días sin ir a la habitación, en lugar de ser recibido con los brazos abiertos por su esposa, ella cerraba la puerta para impedir su paso, o se quedaba en el baño o simplemente le ignoraba, y rechazaba cualquier cosa que viniera de él, incluso un simple "Hola". 

Había estado días completos comiéndose la cabeza con eso, pero no flaqueó, aunque le odiara prefería que estuviera a salvo, cuando todo terminara, si ella no quería saber nada más de él, la dejaría libre.

Con esos pensamientos comiéndole la cabeza, fue a terminar esa guerra. Después de las once de la noche, cuando sabía que ella estaría dormida, se presentó en la habitación. 

Suspiro, ella estaba pacíficamente descansando, su vientre comenzaba a abultarse, pero hacía semanas que él no había podido acercarse a ella para palparlo. 

Suelta una lágrima traicionera que recorre su mejilla, besa la frente de ella con el máximo amor que puede transmitir y de igual forma besa después su vientre. 

- Os amo - susurra bajo en tono de despedida. 

Coge su chaqueta y sin mirar atrás sale precipitado por la puerta, teme de verdad no poder irse si vuelve la vista.

La noche era especialmente oscura y lluviosa, las sombras era lo único persistente en las calles y el viento calaba en los huesos. Se estremece, esa noche estaba seguro que todo terminaría y aunque se llevara su alma, iba a acabar con todo. 

Y suponía que mas de uno había adivinado sus intenciones, porque en la entrada de las habitaciones esperándolo estaban Isabela, Luisa, Pepa, Bruno, Félix y sorprendentemente también Alma. Sonríe. Son las mismas personas que estaban en la visión de Bruno en el que todo salía bien. 

Pero desde luego que no les dice nada, solamente comienza a andar fuera de la casa mientras es seguido por ellos, no sabia si podía considerarles familia después de tanto, pero al menos por esa noche pelearían todos juntos por última vez...

Mirame con otros ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora