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Camilo estaba ciertamente exaltado, fue extremadamente riguroso de que nadie le viera al transportar el cuerpo de Miranda hacia un lugar donde sabía que nadie la escucharía, y sería todo completamente discreto, y desde luego su cínico cerebro solo se le ocurriría un lugar donde sabía más que de sobra que nadie buscaría a la chica. En lo más profundo de la casa Madrigal, concretamente dentro de la más insólita de las habitaciones, el cuarto arenoso de Bruno.

Desde luego que sabía que su familia no diría nada, y sinceramente le daba igual si era por miedo o por respecto o amor. Sin embargo, o fue visto por nadie a la hora de entrar allí, y conociendo los horarios de paseos de Bruno teniendo en cuenta que el mismo los había programado, todo estaba seguro.

Ató a la chica a una silla con fuerza, asegurándose de que estuviera completamente entumecida, y se le durmieran brazos y piernas, por supuesto también aseguró la boca de la chica, ya de por si le molestaban sus palabras, no pensaba escuchar sus gritos. Y posterior a eso la despertó.

Cuando ella abrió los ojos al principio estaba completa somnolienta, pero reaccionó rápido al ver la situación en la que se encontraba.

- Hola Miranda - se cruza de brazos - sabes, no quería llegar a esto pero muchas veces te pregunté si estabas segura - se encoge ligeramente de hombros - te quitaría la mordaza pero si lo haga quizás te corte la lengua, así que vamos a dejarla como está - murmura amenazante, ve como ella tiembla, se sacude o al menos lo intenta y coloca gestos grotescos - no te molestes, si piensas que no tengo todo planeado es que no me conoces.

Da ligeros y secos pasos acercándose.

- Te he estado observando y escuchando Miranda, más tiempo del que crees. Y sabes, he llegado a la conclusión de que está obsesionada conmigo - entrecierra los ojos para verla amenazante - y no porque yo quiera algo contigo - se coloca de cuchillas delante de ella - sino porque te considero una amenaza considerable, una amenaza que hay que eliminar - termina bajando la voz peligrosamente. 

Vuelve a colocarse de pie y se aleja un par de pasos.

- Pero no soy un obtuso, de nada serviría terminarte tan rápido - se encoge de hombros - durante días escuché atentamente todas las cosas que alguna vez planeaste hacerle a mi esposa - gruñe, ella comienza a temblar y llorar en silencio - tu crees que estas obsesionada conmigo, pero sabes, tu no sabes lo que es la obsesión - sonríe diabólicamente -, yo se perfectamente lo que es la obsesión, el acoso, la melancolía, los celos, y lo sé, porque a mi me ocurre por mi esposa, y en lo que a mi respecta el resto - arruga la nariz - sois solo - inclina la cabeza - algo molesto. Que alguna vez he pensado en encerrarla para tenerla solo para mí, si eso es cierto, que quiera hacerlo también, pero la amo, y jamás haría nada que ella no quisiera, ni actuaría en contra de ella, pero lo que sí puedo hacer es deshacerme de las molestias - coloca sus manos en la cintura - ¿sabes? no tengo planeado matarte, o al menos no por mi propia cuenta, pero si cooperas quizás no quedes tan mal.

Observa indiferente como ella empieza a retorcerse de terror.

- Tengo planeado unos juegos, y con ellos te haré una preguntas, depende de lo que me digas reaccionaré, y te lo advierto, si gritas te cortaré la lengua - le quita la mordaza, ella hace el apego de gritar pero la intimidación de Camilo se lo impide - sabia decisión. 

- ¿Por qué haces esto?

Camilo se encoge de hombros.

- Por la misma razón que tú planeabas darle latigazos a mi esposa hasta la muerte dejándola que sufriera hasta el final, por venganza, pero sabes, a diferencia de ti se aprovechar las situaciones y se planear de ante mano, porque toda esta revuelta que has causado es patética.

Mirame con otros ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora