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Camilo observaba cínicamente la situación, encanto tenía toda clase de revueltos, desde luego no sabía hasta que punto había podido llegar algunos trastornados. Pero desde luego que buscaba hacer una gran diferenciación entre los "malos" que buscan hacer daño a la familia Madrigal y les daba igual a quien llevarse por delante, y los "buenos" que eran los Madrigal y sus aliados, que desde luego llegarían en el mejor momento para impedir que los otros hicieran más daños y destrozos.

La situación les daba escalofríos a toda la familia, sobre todo a Alma que sufría pesadillas y ataques de pánico a todas horas del día, esto era como revivir cuando perdió a su esposo, y desde luego ella tras haber sobrevivido a esa guerra, esto era completamente peor, porque antes podían escapar como hizo hace cincuenta años, pero en este caso ni si quiera se planteaba por la cabeza dejar el encanto, prácticamente sería abandonar lo último que le dejó su esposo junto con su espíritu. Además Camilo había dejado explícitamente claro que aunque otra gente quisiera irse de encanto, los Madrigal debían permanecer allí, irse o al menos intentarlo, solo haría más pánico, y podría hacer que incluso sus aliados se voltearan contra ellos. 

Todo era un completo caos, desde hacía más de diez días que ningún Madrigal salía de casita, eso incluía a Mariano, pero nadie más entraba y nadie más salía. Prácticamente todo estaba estratégicamente planeado por Camilo desde las sombras. 

La mayoría podría decir que era por el bien del encanto y demás, pero solo unos pocos, los extremadamente cercanos, se habían dado cuenta que Camilo solo veía por su mujer, ni si quiera por si mismo. Eso les disgustaba pero nadie decía absolutamente nada. También estaban preocupados por Mirabel quien estaba completamente recluida en la antigua habitación de Camilo, a la cual solo podía acceder el mismo. 

Si alguien dudaba antes de que Camilo solo quería a Mirabel en sentido carnal y que se casó con ella por comodidad o capricho, desde luego se les había pasado después de ver de verdad su comportamiento errático y siniestro. 

Sus ojos se habían vuelto considerablemente oscuros, y sus ojeras pronunciadas después de cuidar cada noche el sueño de su mujer. Más de uno no estaba contento sobre que él solo se preocupaba de ella, y es que tenían claro todos y cada uno de los habitantes de la casa es que si fuera necesario, Camilo no dudaría en utilizarlo a todos y cada uno de ellos de carne de cañón para que Mirabel pudiera huir. 

Y por ello también sabían que desde luego era quien más controlaba la situación de cierta forma, pasaba los días y noches planeando y viendo hasta el último detalle de cada plan, y quien estaba casi a todas horas a su lado era Dolores quien le informaba de todas las cosas que ocurrían. 

Y un día ocurrió, en la zona más oscura de encanto, un bar lleno de borrachos de los tres bandos tenían una discusión completamente acalorada, todo empezó con simples argumentos de por que la familia Madrigal era prodigiosa y maravillosa y sus buenas obras, con contrargumentos de porque era lo peor y unos egoístas que solo querían la magia para ellos.

El caos se desató, y ninguno quería ceder.

Cada uno de los Madrigal estaba en ese momento haciendo tareas del hogar o mandados que ordenaba Camilo. Sin embargo, él en ese punto estaba sentado rígidamente sobre uno de los muebles de la sala de estar, en sus manos tenía la libreta de bitácora, donde apuntaba todos y cada unos de los sucesos ocurridos en encanto, muchos de esa casa ya la bautizaron como el "cuaderno de guerra". Evidentemente Camilo no se separaba de eso ni por un instante, todos y cada uno de los nombres de sus enemigos estaban allí escritos, a la vez que las tácticas que se debía afrontar según diversas situaciones. 

Al lado de Camilo, en una silla del comedor se encontraba Dolores completamente taciturna. 

- En el bar del oeste - susurra Dolores los hechos tal cual van ocurriendo para oídos de Camilo quien apunta todo con rigidez.

Mirame con otros ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora