16- Soy una mujer.

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Tomé el jabón y comencé a enjabonar mi cuerpo, palpé mis pechos imaginando que era Carlos quien lo hacía, toqué mis pezones hasta que se pusieron duros, seguí bajando hasta que llegué a mi palpitante vagina, acaricié mi clítoris pensado que era la lengua de Julian, comencé hacer círculos y gemí ante la sensación. Dejé mi mente volar, me llené con los recuerdos del fin de semana, con la otra mano metí dos dedos en mí y pegué mi espalda a la pared de la ducha.

Era Julian quien penetraba mi cuerpo sin piedad, mis manos y mi imaginación trabajaban eficientemente, haciéndome llegar al orgasmo, grité cuando el clímax rompió mi ser. Abrir los ojos, me di cuenta de que lo que necesitaba no era masturbarme, sino el contacto de otro ser humano.

Yo había abierto un mundo lleno de placer y sentía la necesidad de explorarlo a plenitud.

Salí del baño con esa sensación de frustración que deja un orgasmo a medias, era como comer un caramelo con la envoltura, sabía que te lo habías comido, pero no habías podido disfrutar de su sabor. Me coloqué mi pijama de short y camisa de tiras y salté sobre mi cama. Debí quedarme dormida porque me exaltó la llegada de las chicas.

—¡Aquí estás! —exclamó Teresa—. Te estábamos buscando.

—¿Te pasa algo? —indagó Karla acercándose a mí y tocando mi frente.

—Estoy bien, solo cansada —contesté sentándome en mi cama.

—Nosotras vamos a salir esta noche ¿Vienes? —comentó Irina desde su closet viendo qué se ponía.

—No, yo me quedo, no tengo ánimos de salir —manifesté pegando mi espalda a la pared.

—Entonces, yo también me quedo —afirmó Karla sentándose a mi lado.

—No es necesario yo solo voy a dormir —alegué impaciente.

—¡Serás bobita! Nos quedamos a ver películas —insistió dándome con el codo y añadió en un susurro—. Además, tú y yo tenemos una conversación pendiente.

Sonreí falsamente, ese era el tema que deseaba evitar, pero tenía una amiga que quería saber del tema, aunque, puede que hablarlo me ayudase un poco a calmarme.

—Da igual, nenas, nosotras ya nos vamos. —Se despidió Irina emocionada.

Me fijé en el atuendo que llevaba puesto, pero no logré ver nada, su ropa estaba tapada con un gran abrigo y su cabello negro estaba atado en una cola alta.

En cambio, Teresa tenía su cabello rubio suelto, este caía en cascada sobre su espalda, mi amiga llevaba una camisa de manga larga y un pantalón pegado, no era sexy, pero te dejaba una idea bastante clara de cómo era su cuerpo.

—Que se la pasen bien chicas —expresó despidiéndolas Karla, yo hice lo mismo con la mano.

Mi amiga contempló la puerta cerrarse y me miró.

—Ahora sí, cuéntamelo todo.

—Te contaré, pero no se vale interrumpir —le advertí.

Nos acostamos en mi cama, y comencé a contarle como pasé mi fin de semana. Traté de no ser explícita, pero me resultó casi imposible no dar detalles, pues a fin de cuentas, solo tuve sexo. Sin embargo, a mitad de mi historia, vi a Karla removerse; sabía lo que le pasaba: por Dios llevaba todo el día así.

Mi lujuriosa cabeza sabía que debía hacer, aunque no cómo hacerlo, pero seamos honesto, había llegado aquí por puro instinto.

Dejé de hablar y llevé mi mano hasta su vagina, la toqué con suavidad por encima de la tela, lo hacía como me gustaría que me tocaran a mí.

Karla gimió y sus manos se aferraron a las sábanas.

—¿Qué haces Vanessa? —cuestionó confundida.

Paré todo mis movimientos y distancié un poco mi mano.

—¿Quieres qué me detenga? —le pregunté. Sin desearlo mi voz salió ronca, excitada y seductora.

—No lo sé —confesó con algo de duda, no acerqué mi mano, solo la dejé levantada, pero ella en un acto de decisión la puso sobre su vagina—. No pares, por favor.

Comencé a tocarla de nuevo trazando círculos sobre su ropa.

¿Quién diría? Que sería yo quien guiaría a Karla un mundo nuevo, sonreí y mordí mi labio inferior.

Revelaciones ÍntimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora