Entré a mi habitación y puse a llenar la tina, añadí un poco de aceite de lavanda, mientras el agua se llenaba, organicé la ropa que usaría mañana, además, organicé mi bolso con mis cosas de estudios.
Cuando todo estuvo organizado regresé al baño y deslicé mi cuerpo desnudo en el agua.
Cerré los ojos y el recuerdo del beso con Erick llegó a mi cabeza. Ese hombre me intrigaba, indiscutiblemente, era muy sensual y seguro de sí mismo, yo le calculaba unos veintitantos o unos treinta y pocos, lo que le otorgaba varios puntos extras. Sus labios carnosos eran excelentes para besar, lamer y morder, sus manos grandes y fuertes, se notaba que no había ni atado sus trenzas en toda su vida, pero de lo que si estaba segura era que tenía un buen tamaño, lo sentí cuando me besó.
Sin embargo, prefería mantenerme alejada de él y sus lujuriosas propuestas. No, sin duda me mantendría alejada de esas aguas.
Con esa decisión tomada salí del baño, me puse mi pijama y me acosté a dormir.
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Desperté mucho antes de que mi alarma sonara, gruñí de frustración por no poder dormir un poco más.
Me levanté de la cama y me di una ducha rápida, me hice ondas definidas en mi cabello, me coloqué una falda plisada de cuadros con una camisa manga larga oscura, me puse unas pantimedias de color oscuro y terminé mi look con unos botines de tacón bajo.
Me apliqué una fina capa de maquillaje, revisé mi aspecto en el espejo, tomé mi bolso y salí de mi habitación.
Milagrosamente, no me encontré a mis padres en ningún lado, así que solo tomé algo de fruta de la cocina y salí de la casa. Subí a mi auto y arranqué a la universidad.
Como no vine al recorrido; pasé todo el día perdida dentro de la facultad.
Sin embargo, al fin el día de clases llegó a su final; recogí las cosas de la mesa y estaba a punto de salir del aula cuando la profesora me dijo:
—Vanessa, el rector la está esperando en su oficina.
—Gracias.
Salí del salón y comencé a buscar la estúpida oficina, por lógica duré un montón de tiempo buscándola; no entendía por qué el rector quería hablar conmigo, tal vez conocía a mi padre y solo deseaba saludar.
Al fin llegué a la oficina y me acerqué a la secretaria.
—Hola, soy Vanessa, la profesora Flor me dijo que el rector me espera —le informé amablemente.
—Espere un momento —indicó, se levantó y entró en la oficina de su jefe, duró un par de segundos y salió de vuelta—. Ya puede pasar señorita Fernández. —Me quedé un poco desconcertada, pero hice caso.
Entré y me quedé paralizada al ver quién era el rector, ¡Vaya mierda!
Cerré la puerta y lo observé allí imponente detrás de su escritorio con las manos cruzadas por encima de su pecho.
Un remolino de sentimientos hizo presión en mi pecho, pero el que más sentía era rabia, no por lo que hizo, sino por como lo hizo, me tiró a la basura sin explicación alguna. Caminé y me detuve frente a su escritorio.
—¿Qué quieres, para qué me hiciste venir? —cuestioné molesta conmigo misma por sentirme de esta manera.
—Vanessa. —Pronunció mi nombre como saboreando cada letra. Tanto su tono de voz como su actitud eran cautelosas—. No sabía que estudiarías aquí.
—Sin embargo, aquí estoy enterándome de que eres el rector y la verdad no me interesaba conocer esa información. —Crucé los brazos frente a mi pecho y pregunté de nuevo—. ¿Para qué me has mandado a llamar?
Julian se levantó y rodeó su escritorio, caminó y quedó frente a mí.
—En algún momento te ibas a enterar de que yo trabajo aquí. —Bajó la mirada y tomó una gran bocana de aire—. No sé si ya lo sabes... Me casaré con Karla y no quiero problemas con ella tampoco.
Maldita sea, claro que lo sabía, pero oírlo de él hacía que me doliera el corazón, sin embargo, no dejaría que él notara cuanto me afectaba eso.
—Había escuchado que una historia tenía dos lados, pero lo tuyo es un descaro. —Di un paso al frente y quedé cerca de su cuerpo, sonreí y pasé la yema de mi dedo por su pene a través del pantalón. El recuerdo de cómo comenzó todo llegó a mi cabeza, terminé de acortar la distancia entre nuestros labios y dije—: mi único error fue confiar en ustedes. Ahora, no me importa si te casa, si eres el rector o si te vuelves presidente, en realidad, no me interesa nada de ti, ni de Karla. —No negaré que tenía ganas de besarlo, pero no lo haría, no hoy al menos, deseaba provocarlo tanto que se volviera loco.
Pasé mi lengua por mi labio inferior y lo mordí un poco.
Me di la vuelta para salir de su oficina, pero la mano de Julian se cerró sobre mi brazo, me giró y volví a quedar frente a él, alzó una mano y con su pulgar acarició mis labios; parecía sereno, pero yo podía ver la lucha interna que tenía.
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Revelaciones Íntimas
ChickLitVanessa es una joven estudiante del internado católico más prestigioso del país. Sus ausentes padres la enviaron a ese instituto con el deseo de mantener alejada a su hermosa hija de los pecados del mundo. Sin embargo, su hija, estaba lejos de ser l...