La bocina del auto de Luciano me indicó que ya estaban aquí. Corrí al espejo, revisé que todo estuviera en orden, sobre todo mi cabello al que solo había peinado y gracias a Dios decidió cooperar esta noche. Tomé mi maleta y salí de la casa.
Abrí la puerta del vehículo, puse mi maleta y subí a la parte trasera. Luciano estaba detrás del volante, mientras mi chico de ojos claros estaba sentado de copiloto.
—Les preguntaría cómo les ha ido a ustedes dos, pero ya sus caras me lo dicen todo —comenté a modo de saludo.
—Te ves regia, como siempre. —Me saludó Carlos. Se acercó a mí y me dio un beso de forma sensual, que les juro, me dejó en la nebulosa.
—Yo también quiero un beso, al menos la mitad de bueno que ese —exigió mi sex-amigo. Acerqué mis labios a los suyos y metí mi lengua en su boca, luego de un par de minutos me separé—. ¡Wow! Comenzamos muy bien.
—Debo admitir que sentí un poco de celos —manifestó Carlos.
Lo miré y solté una carcajada.
—De acuerdo, quiero que me expliquen con detalle que es eso del sex-party y que debo hacer —pedí observando a Luciano por el espejo retrovisor.
—¿No quieres que te sorprenda? —indagó Luciano.
—Preferiría estar informada —repliqué.
—Bueno, es sencillo, la verdad —decía mientras conducía—. Al llegar dejaremos nuestras maletas y ropa en una habitación que ya aparté. Nos quedaremos en ropa interior; subimos a la terraza, nos tomamos un par bebidas mientras conocemos personas, hablaremos aquí y allá. El evento principal comienza a las 10 de la noche —me explicó con detenimiento.
—Todo suena muy interesante, pero ¿Por qué debemos quedarnos en ropa interior? —pregunté evaluando su expresión.
—Querida, eso solo le pone emoción a la fiesta —declaró Luciano con una sonrisa de oreja a oreja.
—No quiere decir más porque te tiene una sorpresa —reveló Carlos.
—Solo debes confiar en mí —pidió Luciano tranquilamente—. Vanessa ¿Confías en mí?
La verdad, mi sentido de confianza estaba bastante dañado, primero por mis padres y luego por Karla a quien consideré una buena amiga, también confíe en Julian y miren como terminó todo. Sin embargo, este par de hombre ha demostrado que todavía quedan buenas personas en el mundo.
Suspiré tomando una decisión.
—Confío.
—Bien, porque ya llegamos nena —anunció Luciano, contento—. Espérenme un segundo aquí. Iré por la llave de la habitación y a dejar las maletas con el botones.
Luciano bajó del auto y lo seguí con la mirada.
La verdad no sabía qué esperaba encontrar. Quizás dejé volar mucho mi imaginación, pero creí que iríamos a una cabaña en el campo o una casa, pero en definitiva jamás pensé en un edificio. Era pequeño, de unos 10 pisos, con ventanas polarizadas y en el último piso había una terraza donde se dejaba escuchar una música agradable.
—¿Nerviosa? —indago Carlos.
—La verdad no, solo estoy a la expectativa de lo que va a ocurrir —afirmé tratando de ocultar mi nerviosismo—. Tengo una pregunta para ti.
—Te escucho. —Carlos se giró en su asiento y me miró.
—Tú y Luciano han estado juntos, pero ¿Te has dejado penetrar por él? —La verdad soy muy curiosa, pero eso ya lo sabían. Sin embargo, sabía que en algún punto mis preguntas eran incómodas, así que le dejé una salida—. No respondas si no quieres.
Carlos suspiró y bajó del auto, y claro que lo seguí afuera.
—Todavía no —respondió sereno—. Aunque sé que en algún momento ocurrirá.
Se recostó en el capo del auto y miró al cielo.
—Me gustaría estar presente —confesé poniéndome a su lado. Carlos ladeó su cabeza, me miró y alzó una ceja. Lo observé con una sonrisa y me apresuré a aclararle—. No me refiero a la primera vez, claro. Solo digo que en algún momento me gustaría ver.
—¿Qué te gustaría ver? —preguntó Luciano apareciendo por detrás de nosotros. ¿Cómo lo hizo?
—Me encantaría que ustedes fueran los ejecutores personales en mi círculo de masturbación.
—Mientras más te conozco, mejor me caes. Ya veremos cómo podemos resolver esa propuesta tan atrevida. —Se rió y comenzó a caminar en dirección al edificio, pero se detuvo abruptamente—. ¿Eres hetero?
Su pregunta me agarró desprevenida, pero respondí con determinación.
—Soy bi. —Le guiñé un ojo y tomé la mano de Carlos.
Posiblemente, nunca había hecho esa declaración en voz alta, sin embargo, no tenía dudas de mi sexualidad.
—Vanessa, nunca dejas de sorprenderme —susurró Carlos a mi lado.
Entramos al lugar y me sorprendió ver que todo era muy sencillo, imaginé que tendría cuadros de personas teniendo sexo o de mujeres desnudas, pero no, era una recepción ordinaria.
Subimos al ascensor hasta el piso 8 y nos dirigimos a la habitación 812. Como había dicho Luciano, nos quedamos en ropa interior; agradecí mentalmente mi excelente gusto por la ropa interior.
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Revelaciones Íntimas
ChickLitVanessa es una joven estudiante del internado católico más prestigioso del país. Sus ausentes padres la enviaron a ese instituto con el deseo de mantener alejada a su hermosa hija de los pecados del mundo. Sin embargo, su hija, estaba lejos de ser l...