Su miembro palpitó en mis manos y sonreí.
—Feliz noche. —Me levanté de su cama.
—¿Qué mierda haces? —indagó confundido.
—Bajo a cenar, tranquilo avisaré que estás indispuesto. —Terminé de arreglar mi ropa y salí de la habitación, pero me detuve en la puerta—. Eres muy guapo, pero no es que me hago la dura contigo, es que no me da la gana de meterte en mi cama.
—Vanessa, vuelve, quítame las malditas esposas... —Se quedó hablando fuerte, no obstante, ignoré por completo sus palabras, apagué la luz y cerré la puerta.
Bajé las escaleras, victoriosa. Llegue a la sala donde aún se encontraban nuestros padres, todos me vieron cuando atravesé la sala con seguridad y me senté al lado de mi padre.
—Erick se disculpa, se encuentra indispuesto, al parecer comió algo que no le sentó bien —mentí sin pestañear.
—¡Dios mío! —Eva se llevó las manos a la boca—. Yo le dije que no almorzara aquella cosa asquerosa. —Puso cara de asco, yo me aclaré la garganta para evitar romper en risas.
—Entonces pasemos a la cocina —ordenó el señor Dieter viéndome con una sonrisa de lado, la cual para ser sincera me intrigó un poco.
Pasamos al comedor, cada señor de la casa se sentó a un extremo de la mesa, yo me senté a la derecha de Eva, mi padre hizo lo mismo con el señor Dieter.
El servicio de la casa comenzó a servir.
De entrada nos colocaron una focaccia.
De plato principal, sirvieron lasaña de berenjena, con una copa de vino tinto.
De postre higos en almíbar.
La conversación estuvo centrada en deporte, yo la verdad no aporté nada, estaba pensando en Matt, ese chico de brazos tatuados y mirada seductora, es que no había sido un año fácil para mí y el pobre trotando por donde chocamos, si supiera lo lejos que estaba de mi casa, tal vez hubiera cambiado de ruta, aunque ahora que tenía esa información, podía usarla a mi favor.
—¿Qué te parece Vanessa? —preguntó mi padre, pero no había escuchado su pregunta inicial.
—Lo siento padre, tenía la cabeza en el trabajo que debo entregar mañana ¿Puedo retirarme?
—Claro hija. —Se levantó de la mesa—. Maravillosa cena, Dieter como siempre es un placer compartir con tu familia.
—Padre no tienes que venir conmigo. —Lo detuve no quería que su noche acabara, sabía que todavía faltaba el típico ritual masculino de beber un trago de whisky.
—¿Cómo te irás? —indagó él preocupado.
—Padre pido un taxi, que de seguro llega en...
—Yo la llevo —me interrumpió Erick, al parecer encontró como salir de su cama, llevaba una camisa diferente, pero los mismos pantalones, yo mordí mi labio inferior con algo de vergüenza y de gracia por todo lo ocurrido.
—No te preocupes, recupérate —afirmé serena.
—Deja que te lleve hija, me sentiré más seguro si te lleva una cara conocida.
—Claro que sí padre, con Erick estaré muy segura. —Mi voz salió cargada de sarcasmo, pero al parecer nadie lo notó.
—No se diga más, Erick la lleva —sentenció el señor Dieter.
—Decisión unánime entonces, vamos —manifesté ocultando mi irritación.
Me despedí de mi padre, del señor Dieter y de Eva.
Salí de la casa con la impotencia a flor de piel, subí al auto de Erick un Audi R8 de color oscuro.
—No me gustó que me dejaras en esas condiciones en mi cama —comentó un Erick molesto—. Debo admitir que me intrigas Vanessa, pareces una niña malcriada, pero me he topado con una mujer determinada que sabe hacer uso de su belleza, confieso que es la primera vez que una mujer me trata así.
—Siempre hay una primera vez Erick, para todo, no sé con qué tipo de mujeres has estado, pero conmigo las cosas son diferentes, tu cuerpo perfecto y tu aire arrogante no me excita ni me da curiosidad. —Miré por la ventana y noté que ya estábamos afuera de mi casa—. Gracias por traerme. —Abrí la puerta del carro, pero la mano de Erick en mi pierna me retuvo.
¿De nuevo? ¡Dos veces en una sola noche! Debes estar urgido.
Su mano subió por dentro de mi falda y tocó mi vagina, retuve el aire de mis pulmones, estimuló mi clítoris y reprimí un gemido. Erick besó mi boca con furia, luego mordió mi labio de manera salvaje haciéndolo sangrar un poco. Su boca se fue por mi cuello y metió la lengua dentro de mi oído. Me estremecí sin poder evitarlo.
—Serás mía —sentenció.
—Ni en tus sueños —declaré con decisión.
Sin embargo, Erick solo sonrió y farfulló:
—Nos vemos luego, Vanessa.
Bajé del auto y cerré la puerta, caminé hasta mi casa sin saludar a nadie en la casilla de seguridad. Este Erick era todo un personaje.
Entré en mi casa silenciosamente para evitar informarle a mi madre de mi llegada, llegué hasta la escalera, pero me detuve en el primer escalón cuando escuché unos gemidos provenientes de la cocina.
Extrañada me quité los tacones y caminé hasta allí sigilosamente, me asomé a ver quién estaba follando en mi casa.
Lo que veían mis ojos, no lo podía creer, mi madre estaba en los brazos de Ryan el chico de seguridad, él se la estaba embistiendo con sentimiento y ella lo disfrutaba, al parecer no solo heredé de ella su color de ojos.
Mi madre tenía las piernas alrededor de la cadera de Ryan, sus manos estaban aferradas a la espalda del chico, mientras este la tenía alzada y recostada de la pared, pasaba su lengua por los hombros y los senos de mi madre, los gemidos de mi madre y los del chico de seguridad me ponían la piel de gallina.
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Revelaciones Íntimas
ChickLitVanessa es una joven estudiante del internado católico más prestigioso del país. Sus ausentes padres la enviaron a ese instituto con el deseo de mantener alejada a su hermosa hija de los pecados del mundo. Sin embargo, su hija, estaba lejos de ser l...