Revelaciones Íntimas

61- Personas

—Todo lo que piensas es en sexo. ¿No? —Otro golpe—. Lo desaté de las manos y cayó al suelo. Le coloqué el pie en el pecho—. Levántate del suelo.

Vi cuando Beth se marchó del cuarto negro y suspiré.

Lo até de nuevo en la cruz, pero esta vez estaba de frente a mí. Pasé mi lengua por su pecho y mordí una de sus tetillas, el grito y lo cacheteé.

—Shh. —Lo besé y mordí su labio, esto de dominar me estaba gustando.

Fui a la gaveta, vi los juguetes y encontré lo que necesitaba, me acerqué de nuevo a él, le puse una pinza en sus tetillas.

Le puse un condón y procedí a meterme el pene en mi boca, debía admitir que el muchacho estaba bien dotado.

Levanté sus bolas y lamí su trasero, me levanté y lo desaté de la cruz.

Agarré mi látigo y lo azoté en la espalda.

Él solo lanzaba gemidos de placer y dolor, lo observé fascinada como aguantaba su paliza sin decir su palabra de seguridad.

Nunca antes había tenido el control total de una situación y menos de un hombre, debo admitir que despertaba cierto morbo en mí. Me fijé en lo duro que estaba el pene de ese hombre y sentí mis fluidos mojar el Catsuit.

—Ve y siéntate. —El pobre, casi corrió a tomar asiento.

Me acerqué y me senté a horcajadas de forma brusca, bajé mi Catsuit hasta dejar mis pechos libres, no sabía a ciencia cierta si esto lo hacía una dominatrix, pero que digo, no era muy profesional que digamos.

—Lámelos —ordené, él se llevó uno a la boca y succionó de forma experimentada, pasó al otro y la excitación fue la que dominó todo.

Me quité el Catsuit y me senté sobre él.

¡Dios! Gemí, al sentirlo dentro de mí, Felipe me besó por el cuello.

Comencé mi cabalgata de placer, arranqué las pinzas de sus tetillas y rasguñé su pecho; él pasó sus manos por mi trasero y lo apretó para quedar más adentro de mí.

Me levanté de él sin previo aviso y le abofeteé.

—Quiero que me folles, como si fueras un hombre de verdad.

Felipe me levantó en brazos y me pegó a la pared. Se deslizó en mi interior y gemí al sentir su pene palpitar en mi interior.

Tiré de su cabello y mordí su hombro hasta que sentí que mis dientes realmente lo lastimaban.

Mi cuerpo comenzó a chocar con la pared, recibiendo gustosamente las embestidas de mi sumiso. Felipe me tomó de las caderas y sus penetraciones se hicieron más continuas.

—Eres demasiado rica Nessa, tu vagina es adictiva —susurró Felipe con una voz tan varonil

Él besaba mi barbilla y lamía mi cuello, se llevó uno de mis pechos a la boca y lo lamió con deseo, clavé las uñas en su espalda y oírlo gritar me encantó.

Caí presa del remolino de placer olvidándome por completo que debía mantener el control. Felipe, luego de un par de embestidas más, se corrió con un gruñido bastante masculino, su cabeza cayó en mi pecho y nuestros sudores se mezclaron.

—Quita tu cabeza de mi cuerpo —ordené retomando el control.

Me puso en el suelo y comencé a vestirme de nuevo, me terminé de arreglar y lo miré.

—Vístete, tu tiempo se acabó.

Pasado unos minutos cuando la puerta se abrió y Beth apareció en ella.

—Has sobrevivido a otra paliza Felipe, pero se acabó el tiempo.

Salí de allí, sintiéndome triunfante, me sentía poderosa, la reina del mundo.

Entramos al salón donde nos arreglamos, nos recibió una lluvia de aplausos.

—Salud por Nessa, la novata que lo ha hecho muy bien —me dijo Dorothy.

—Te dije que tenía madera de dominatrix.

—Vanessa, me encanta tu apodo, pásate el lunes por tu pago. —Fui a decir algo, pero ella levantó la mano callando mis palabras—. Querida, el pago es obligatorio.

—Bueno al menos. ¿Puedo compartir mi paga con Beth?

—Por mí no te preocupes, luego de dejarte, llegó una cliente y me pagó.

Recibí los halagos con felicidad, luego de tomarme más fotos y disfrutar de las bebidas, decidí que era hora de irme.

Al llegar a casa me di un baño, este día fue genial, tal vez sí repita después de todo.