Sin embargo, detuve todos mis movimientos al sentir como el árabe se tensaba.
—No, por favor, continúe —pidió él con la respiración agitada.
Sonreí y volví a su zona más sensible, mientras mi mano trabajaba en su erección.
Estuve un rato disfrutando de llevarlo al límite y parar justo cuando él se iba a correr.
Debía ser mi tiempo más eficiente, pues este hombre no parecía ser de los que les gusta esperar para correrse.
Me levanté del suelo y lo tomé del cabello; saqué uno de mis pechos y lo llevé hasta su boca.
El príncipe abrió su boca y succionó con deseo. Podía notar lo excitado que estaba, así que retiré mi seno. Sonreí con malicia, fui por un collar de perro y se lo puse.
Lo levanté de la silla y con cuidado de no hacerle daño con las esposas, le liberé una mano, la pasé por uno de los postes de la cama y se la volví a esposar.
Saqué un Electro-Estimulador de la maleta, le quité las pinzas de las tetillas y le coloqué una de las almohadillas en uno de sus tetillas, vi que el pequeño juguete traía unas anillas que iban en el pene.
Así que allí se lo coloqué, en la base del miembro y el otro cerca del glande, también le coloqué una mordaza transpirable en la boca.
Encendí el pequeño aparato y una corriente eléctrica tensó al monumento que tenía en la cama.
Me sentía una diosa al encenderlo y luego apagarlo, miré como el príncipe se volvió a tensar y mordía su mordaza.
Tomé la barra de bondage y le coloqué las tobilleras, sus piernas estaban abiertas para mi disfrute.
Me subí a la cama y le puse lubricante al dildo, los ojos verde limón no se perdían ninguno de mis movimientos, coloqué el pequeño consolador entre sus nalgas.
—Si sientes que es mucho, solo di la palabra clave. —Él asintió un poco nervioso.
Pensarán. ¿Cómo dirá la palabra clave si está amordazado? Simple, hablando, pues, la mordaza es transpirable.
Empujé un poco e introduje solo un poco, tomé su miembro y lo estimulé, cuando se relajó, comencé a mover el consolador dentro y fuera de su cuerpo. Solo para que se acostumbrara a su presencia, pues ese no era la función que le iba a dar.
Inesperadamente de la boca del hermoso dios árabe salió un jadeo tan masculino que casi me lleva al orgasmo.
Encendí el dildo y dejé que fuera subiendo la temperatura, retiré el Electro-Estimulador de su cuerpo; desabroché la parte inferior del catsuit y volví con él.
Coloqué un preservativo en su dura virilidad y subí sobre él con la fusta en la mano.
Cada gemido que salía de su boca lo golpeaba con mi fusta en su pecho o su abdomen. Me fijé en el tatuaje que tenía en la ingle y pensé. Yo también quería darle algo que recordar, así que me volteé dejando que mi trasero quedara frente a él, apoyé mi mano derecha en la cama y con la otra comencé a mover el consolador.
Mis caderas y mi mano actuaban con perfecta sincronía, haciendo gemir al príncipe, preparándonos para un estallido colectivo.
El árabe desesperado se apoyó de sus talones y comenzó a embestirme de manera frenética. De pronto, gruñó con energía, sus piernas se estiraron y se tensaron.
Me quedé quieta escuchando como el hombre decía palabras en su idioma. Saqué lentamente, el consolador y bajé de su cuerpo.
No negaré, que se corriera así tan deprisa, no me sorprendió, yo lo había provocado todo el rato y me sentía bien que él estuviera satisfecho.
Desaté los tobillos y liberé sus manos, admiré su cuerpo y comencé a arreglar mi catsuit, las cosas que usé las coloqué dentro de una bolsa para limpiarlas y fui al baño.
Al volver el sexy árabe seguía en la cama, me miró desde su posición y me sonrió.
—Vanessa, usted es increíble. —Se levantó y se acercó, me tomó por el cuello y me besó son sus carnosos labios.
Pasó sus manos por mi cuerpo y tiró de la cinta que sujetaba el escote de mi traje, me bajó el catsuit por los brazos y lo dejó caer en el suelo.
—Me toca demostrarle a usted como hacemos el amor en el oriente medio.
—Se escucha prometedor. —Sonreí y mordí mi labio de forma provocativa.
—Ya sacarás tus conclusiones.
El hombre me tomó de la cadera y me levantó del suelo, mis piernas enseguida rodearon su cintura, me colocó sobre la cama y se fue a montar cuando lo detuve.
—Ponte, un preservativo —le pedí, él enseguida tomó un puño de ellos y se subió a la cama.
—Te haré mía por todos lados.
Me arrodillé en la cama y me llevé a la boca su pene que volvía a mostrar una poderosa erección, Mohammed me tomó por el cabello y marcó un delicado, pero lujurioso ritmo con su miembro.
Luego me tomó por los hombros y me empujó sobre la cama; se bajó y tomó un consolador de un buen tamaño y lo metió en mi vagina, gemí por la rudeza de su acción, pero cuando comenzó a moverlo me relajé un poco, sin embargo, él colocó su mano en mi cadera y me dio vuelta sobre el colchón.
Escuché como se colocó un condón y lo acercó a mi ansioso orificio libre, empujó y en pocos segundos estuvo completamente dentro de mí. Con un pequeño control encendió el consolador dentro de mí y sentí como la parte superior de esta comenzó a girar deliciosamente dentro de mi vagina.
Las acometidas de Ben no se hicieron esperar, así como tampoco nuestros gemidos.
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Revelaciones Íntimas
Chick-LitVanessa es una joven estudiante del internado católico más prestigioso del país. Sus ausentes padres la enviaron a ese instituto con el deseo de mantener alejada a su hermosa hija de los pecados del mundo. Sin embargo, su hija, estaba lejos de ser l...