75- Parte de mí

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Una muy linda Karla con sus pechos de mamá me esperaba allí.

—¿Puedo pasar? —dijo a modo de saludo.

—No estoy muy segura, pero pasa. —La llevé hasta la sala principal—. ¿A qué debo el honor de tu visita? —pregunté mientras nos sentábamos en el sofá de la sala, quedando una frente a la otra.

Ella me escaneó el cuerpo y exhaló con vigor.

—Vengo a pedirte una disculpa. —Para crédito de ella, esta vez, sí, me había sorprendido—. No actúe bien, pero me dio mucha rabia que tú solo te fijaste en Julian luego de que yo te dijera sus atributos —me explicó, la verdad no tenía ni idea que ella pensara eso.

—Éramos amigas, existía la confianza para hablar con honestidad —expresé mirándola—. Además, la manera como manejaste este asunto no fue la más adecuada.

—Lo sé, pero... El otro día en el baño dijiste algo muy cierto. —Bajó la mirada al suelo.

—Siempre tengo razón. Sin embargo, según tú. ¿En qué parte en específico tuve razón?

—En todo, sí, me masturbo pensando en ti, lo que no es lógico, solo estuvimos una sola vez...

—Soy inolvidable —la interrumpí.

—Además, cuando Julian estaba contigo, llegaba a la casa con un fuego especial —confirmó lo que ya sabía. Ella era consciente de lo que había sucedido entre su marido y yo.

Ella se acercó tanto a mí que su cara quedó a milímetros de la mía. Sabía lo que ella quería, por suerte, fui salvada por el timbre de la casa.

—Debo abrir —comenté poniéndome de pie.

Sabía quién estaba detrás de esa puerta y había llegado el momento de poner todas las cartas en la mesa.

—Pasa por favor —le pedí a mi visita y lo conduje hasta la sala. La cara de Karla cambió al ver a Julian entrar a la sala—. Siéntate con tu esposa.

Julian así lo hizo en silencio, sin entender de qué iba todo, Karla no salía de su asombro.

—Esto de buscarme cada uno por su lado se acaba hoy —comencé a decir—. En su momento este trío me pareció la idea más genial, pero tú actuaste sucio. —Señale a Karla—. Y tú fuiste un cobarde. —Miré a Julian—. ¿Entonces Karla, qué es lo que realmente buscas al venir a mi casa?

—Y-yo te... —tartamudeó insegura, tomó aire y lo expulsó—. Te necesito como complemento en mi relación —reveló al fin aprovechando los pocos segundos de valor. Su confesión tomó por sorpresa a Julian, pero a mí no—. También vine a pedirte perdón —agregó.

La miré con tal intensidad, que ella se removió incómoda en su asiento.

—Vamos, Karla, no puedes venir a esta casa a pedirle semejante cosa a Vanessa —expresó Julian luego de un largo silencio.

Ese momento era importante, Karla había dado el primer paso para admitir que su relación no estaba bien y había decidido buscar ayuda, mientras que todavía no estaba segura de que esperaba Julian, aunque estaba segura de que fuera lo que fuera que yo dijera; él lo aceptaría. Sin embargo, ¿quería meterme en un problema marital?

¡Demonios!

—Acepto, no a ser su complemento, evidentemente, pero si a ayudarlos como pareja —anuncié, ambos me miraron. Karla enseguida se puso de pie y se acercó a mí.

Me besó con pasión, correspondí su beso y aproveché para tocar un poco sus pechos, todo iba bien, hasta que sentí sus pezones ponerse duros. Sutilmente, me separé de ella.

—Vete y mastúrbate pensado en lo que haremos Julian y yo aquí —susurré en su oído. Era una prueba, si no estaba dispuesta a compartir a su marido esto jamás iba a funcionar.

Ella me miró por unos largos segundos.

—De acuerdo —declaró al final, tomó sus cosas, le dio un beso a su marido y salió por la puerta.

Ambos esperamos oír el carro de ella alejarse para hablar. Julian se levantó y se acercó a mí.

—No puedo creer lo que ha sucedido, pero no negaré que me hace feliz. —Sus labios tocaron los míos con anhelo, sus manos viajaron por mi cuerpo.

Recordé cada encuentro sexual que tuvimos juntos, pero me despegué de sus labios.

—Karla no es la única culpable Julian y como dije, solo les ayudaré un poco, pero ustedes deben poner de su parte. ¿Qué es esta barriga? Debes hacer ejercicio —sentencié.

Me giré y me dirigí a la cocina. Él no se veía nada mal, pero como dije Karla, no fue la única culpable.

Nos sentamos a conversar como en los viejos tiempo, mientras yo hacía la comida.

Ahora que lo miraba con la cabeza en frío, quizás, sí, estaba cometiendo un error. Julian en su momento fue importante en mi vida y de alguna manera, había aceptado para volver a tenerlo dentro de mí.

Era una patética excusa, lo sabía y era una artimaña aún más sucia, pero que puedo decir, era joven y cometer errores estaba en mi ADN.

Julian me contó cómo era estar casado y la verdad no sonaba ni feliz, ni conforme. También me dijo que el bebé se llamaba Alan y era muy parecido a él. Observé cómo se le iluminaba la cara al hablar de su hijo. Al menos, algo bueno había salido de todo esto.

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Al día siguiente volví a la universidad como de costumbre, pero claramente, las cosas ya no eran iguales.

En la entrada me encontré con Karla, quien me saludó amablemente y siguió a sus clases junto con sus amigas.

—¿Qué fue todo eso? —preguntó Abbie escondiendo una sonrisa.

—Hemos hecho una tregua —expliqué sin dar detalles.

—Interesante —agregó Grace con sarcasmo.

Entramos al aula de clase y en silencio presentamos el examen de esa materia. Siendo honesta, no fue difícil.

Entregué mi parcial y me fui del salón dejando a mis amigas dentro.

Me sentí un poco culpable por dejarlas allí, pero las había ayudado en todo lo que había podido.

Para matar el tiempo me fui a la cafetería y pedí un late, lo bebí mientas, hablaba con mis Caluc.

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