21- Que le gusta

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—Ok, entiendo. ¿Bailaremos con la misma canción? —cuestionó Carlos quitándose los zapatos. Su amigo lo miró y comenzó a hacer lo mismo.

—Como sea —expresé cansada de tantas preguntas.

Karla hizo sonar la música, era lenta y en definitiva no estaba hecha para hacer stripper, pero sería divertido ver a los chicos bailar.

Julian y Carlos se pusieron frente a nosotras y con toda la sensualidad del mundo comenzaron a deshacerse de su ropa, claro que ambos estaban fuera de ritmo, aunque eso no le restaba erotismo a su acto. Pronto, la canción terminó y los chicos todavía estaban en bóxer.

—Les toca —indicó Julian sudado y con la respiración agitada.

—¿En serio supusieron que haríamos semejante show? —indagué cruzando los brazos sobre mi pecho.

—La verdad, es hasta tierno —añadió Karla con tono pícaro.

Nos miramos y salimos corriendo por toda la casa.

Evidentemente, los muchachos nos atraparon mucho antes de lo supuesto por nosotras, pero haciendo honor a la verdad, la intención jamás fue escapar de ellos, si no llevarlos a la sala de proyección.

Julian se acortó la distancia y tomó a Karla del cuello, unió sus bocas y la besó apasionadamente, ella abrió los labios y dejó pasar la lengua de él. Este último llevó sus manos al trasero de ella y lo estrujó con fuerza.

Probablemente, si no hubiera estado ya excitada, de seguro, ver a mis dos amantes así lo hubiera hecho.

—¿Te gusta lo que ves? —susurró Carlos en mi espalda.

—Ni te imaginas cuánto. —Me giré y lo besé con lujuria.

Metí mi lengua en su boca y mordí su labio inferior, como respuesta; él pegó mi cuerpo a la pared, sus manos subieron por mi pecho y los apretaron un poco. Su mano siguió subiendo y tiró de mi cabello, pasó su nariz por mi cuello y deposito un suave beso en donde mi pulso estaba acelerado.

Puse las manos en su pecho y lo hice retroceder hasta tenerlo frente al gran sofá, llevé mis manos a su bermuda y en un solo movimiento se lo bajé, junto a su bóxer hasta los tobillos. Pasé mi lengua por mis labios al ver su dura erección frente a mí.

Sin poder evitarlo, les eché una rápida vista a mis vecinos.

Karla se hallaba debajo de Julian, ambos completamente desnudos. Las manos del profesor recorrían con desespero el cuerpo de mi amiga, mientras ella clavaba las uñas en la espalda de su proveedor de placer.

De pronto, me fijé en la estupidez que iba a hacer Julian, así que rápidamente, metí la mano debajo del gran sofá y saqué una pequeña cesta repleta de preservativos. Era justo este tipo de situaciones las que deseaba evitar, por eso había dejado varias cestas por toda la casa.

Julian me miró con cara de agradecimiento y se colocó uno. Asentí y volví a lo mío.

Me arrodillé y acerqué mi cara al duro pene de Carlo, saqué mi lengua y la pasé por todo su miembro, al llegar a la punta me lo metí todo en la boca. Carlos gimió y echó la cabeza atrás disfrutando de mi trabajo; con una de sus manos buscó mi cabeza y comenzó a entrar y salir de mi ahora experimentada boca.

—¡Sí nena, qué rico lo haces! —jadeaba el chico de ojos azules.

Mi mano subía y bajaba trabajando en la erección de Carlos; bajé mi lengua hasta sus testículos y volví a subir hasta su esponjoso y rosado glande, lamía y succionaba excitada por la escena que se desarrollaba a unos cuantos metros delante de mí.

Julian tenía la boca en un pecho de Karla y la penetraba de forma brusca.

Verlos así me erizó la piel, tomé un preservativo y lo deslicé en la virilidad de Carlos, lo miré y me senté a horcajadas dejando que un gemido escapara de lo más profundo de mi ser.

—Tenía toda la semana necesitando esto —murmuré adaptándome a su tamaño.

—¡Muévete por favor! —exclamó mi compañero.

Sonreí y comencé a mover mis caderas.

De la boca de Carlos solo salían gruñidos de placer, sus manos fueron a mi trasero y la apretaron con suavidad. En un segundo mi mirada se cruzó con la de mi amiga y nos sonreímos, sin embargo, mi acompañante volvió a captar mi atención cuando su tibia boca se cerró sobre uno de mis pezones.

—¡Ahhh! —suspiré restregándome en él.

De repente, Julian se salió de Karla y tomó asiento al lado de Carlos, mi amiga se colocó en la misma posición que yo y marcó un ritmo sobre el cuerpo de su compañero.

Estábamos tan cerca, que nuestras piernas se rozaban y causaban que yo me excitara aún más, así que tomé su rostro y la besé con deseo, abrí mi boca dejando que ella metiera su lengua, el acto en sí duró poco, pero al acabar, vimos que los hombres frente a nosotras nos miraban asombrados por lo que veían.

Sin embargo, poco me importaba pues decidí llevar mi mano a la vagina de mi amiga y comencé a tocar su clítoris. Así duramos hasta que Carlos me tomó por la cintura y me colocó boca abajo sobre el gran sofá.

Apoyé mis pies en el suelo y mis manos en el cojín, Carlos se puso detrás de mí en el suelo y comenzó a embestirme como un poseso.

—¡Sí, justo así! —exclamé al sentir como me poseía con rudeza.

Karla se separó de mi sexy maestro y se colocó debajo de mí con sus piernas abiertas ofreciéndome su sexo, sin pensarlo, me acerqué a él y se lo devoré con pasión, mientras Julian se retiró el preservativo y comenzó a follarle la boca a mi pervertida amiga.

Disfrutamos de esa posición por un par de minutos, hasta que decidí, que podía gozar de la boca de mi amiga y el miembro de mi profesor.

Gateé hasta poner mi palpitante vagina en la boca de Karla, miré a Carlos y le ofrecí a mi amiga, él sin pensarlo dos veces se cambió el condón y la penetró sin piedad. Por otro lado, su amigo, levantó su mano y me dio una fuerte nalgada, solo para ponerse su protección y arremeter contra mí.

***

¡Hola, mis principessas! Por fis, no olvides dejar tu voto. Grazie. 

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