8- Un viaje.

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Tal vez, no podía hablar, pero si podía sentir y estaba muy lejos de este universo, pues allí comenzó la verdadera acción, mis manos fueron a su espalda para atraerlo más a mí, yo necesitaba sentirlo muy dentro de mí. Julian fue a mi boca y la devoró con pasión.

Arañé su espalda extasiada por todo lo que sentía, la boca de Julian abandonó la mía, fue hasta mi hombro dejando un reguero de ardientes besos a su paso, una vez allí clavó sus dientes; sabía que eso dejaría una marca, pero era un bajo costo comparado con todo el placer que estaba recibiendo.

Sentía como Julian poseía mi cuerpo, entrando y saliendo, creando una peligrosa fricción entre nuestros sexos que amenazaba con incendiarnos. De pronto, agarró mis piernas y las colocó sobre su pecho de manera estirada, se sujetó de ellas y comenzó a embestirme de forma salvaje.

Cada arremetida me acercaba más al punto sin retorno; agradecí estar en un terreno apartado pues sus gemidos y mis gritos de placer se podían oír a un kilómetro a la redonda.

Sacó un pene de goma del bolso y le colocó lubricante.

—Te follaré ese lindo culo, te haré mía por todos lados —sentenció, mi corazón ya acelerado dejó de bombear sangre por un segundo, estaba sin salida, pero ¿Quería salir? La respuesta era clara; no.

Nadie quiere escapar de una cabaña donde el sexo, la lujuria y el deseo son los únicos habitantes, donde cada clase viene acompañada de un orgasmo.

Julian no me dio tiempo a pensar ni a negarme, cosa que no haría, me volteó y me puso boca abajo sobre la cama, apoyé mis rodillas sobre el colchón y me aseguré de levantar bien mi trasero, mi profesor sacó su pene y lo sustituyó con el de goma.

—Sé que no es lo mismo, pero algún día podrás probar con penes de verdad. —Sonreí ante su insinuación. Comenzó a marcar un ritmo lento y profundo, como si estuviera preparando el terreno.

Noté cuando sacó el dilatador y colocó su pene en la entrada de mi culo, me relajé para evitar el dolor y recé para que la crema todavía funcionara.

Sentí una pequeña presión en mi trasero y me obligué a relajar todo mi cuerpo, Julian se fue abriendo paso por mi ano, aunque estaba segura de que no lo había metido todo. Si me dolió, claro, era algo soportable. Mi sexy maestro sacó el pene de goma y lo cambió por uno que no necesitaba moverlo, así que en pocos segundos sentí vibrar mi vagina.

Julian empujó un poco más y el dolor se intensificó, sin embargo, él comenzó a moverse de manera lenta, el dolor fue cediendo en cada movimiento, pronto sentía su cuerpo chocando con el mío, metió su mano en mi clítoris y comenzó a trazar pequeños círculos.

Sus movimientos se hicieron más rápidos y mi cuerpo reaccionó a su tacto. Evidentemente, todo se sentía diferente y muy rico.

—Sé que te gusta como te follo —murmuró Julian.

—Sí, nunca antes me había sentido más viva —expresé como pude.

Con cada vez que follábamos, nos íbamos conociendo más, sabía que él le gustaba hablar mientras tomaba mi cuerpo, y él sabía que a mí me gustaba dejarme llevar por ese remolino tan delicioso llamado, orgasmo.

—Quiero que grites —exigió aumentando el ritmo de sus embestidas.

Lo que me dejaba en claro que él también estaba a punto de correrse.

—¡Más duro Julian! —imploré.

Él me hizo caso, llevó sus manos a mi cadera y me penetró con fuerza; por un segundo pensé que me lastimaría, sin embargo, no sucedió. Pasé una mano entre mi cuerpo y el colchón, llegué hasta mi vagina y tomé el pene vibrador y lo moví buscando alcanzar mi propio placer.

El orgasmo no se hizo esperar y me rompió en mil pedazos, haciéndome gritar de puro placer, mi mente se nubló producto de las deliciosas contracciones en mi vagina y en mi trasero.

Con un par de movimientos más, Julian se vació dentro de mí, apoyó su peso sobre mi espalda y mi cuerpo cedió y caímos sobre el colchón ambos con las respiraciones entrecortadas, Julian movió su cuerpo saliéndose dentro de mí.

Fue un poco incómodo sentir como se salía, sin embargo, me sentía feliz de sumar una nueva experiencia.

Julian se quitó el condón y lo tiró al suelo, me arrimó a su lado y colocó mi cabeza sobre su pecho.

Revelaciones ÍntimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora