59- Me encontré

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—¡Bien, llegamos! —exclamó Beth. Abrió los brazos, me miró y me sonrió, para luego agregar—. Que comience tu transformación.

Lo primero que me enseñaron fue una serie de fuetes, le siguió una de látigos. Cuando elegí mi arma de dominio, me enseñaron a usarla.

Ser dominatrix, no es solo dar golpes y ya. La idea principal es que tanto el dominador como el sumiso disfruten de sus roles, siempre respetando los límites que entre ellos se impongan. Luego pasamos un rato encontrando el Catsuit que me luciera, aunque el de goma se escuchaba prometedor, elegí uno de cuero negro, me ofrecieron una máscara que me cubría del pómulo hasta la frente, terminando en unas orejas de gato.

—Son las 6 debemos irnos al club —anunció Beth.

Las chicas colocaron mi atuendo en una maleta y salimos de allí.

Atravesamos la ciudad, dirigiéndonos al este, me sorprendió saber lo cerca que estaba el club Domme de mi casa, solo a 35 minutos, nos detuvimos frente a un lugar hermoso, la fachada era de color rojo sangre, y en letras muy brillantes se leía Domme.

Al bajar del carro las piernas me temblaban y mi corazón latía fuerte.

Entré con las chicas y los chicos al club, el club era todo lujo, las paredes estaban pintadas de negro con apliques de color rojo, tenía espejos de tamaño completo, contaba con dos barras para servir tragos y dentro habías más personas caminando de aquí para allá. Las mesas estaban colocadas alrededor de la tarima y era de color rojo viejo.

Pasamos a lo que creí, era detrás de la tarima y comenzó la magia, me coloqué mi Catsuit; era como body bastante ajustado y las tiras que sujetaban el Catsuit se cruzaban desde la parte trasera hasta el frente por encima de mi pecho, me coloque unas medias de nylon hasta las rodillas y por último me subí las botas que llegaban hasta mis muslos.

Entró Vera y muy amablemente me maquilló para la función, me hizo un maquillaje ahumado de color negro realzando más mis ojos, dejó mi cabello suelto y me colocó mi máscara, los labios me los pintó de último, de color negro.

Me levanté y me miré en el espejo. La imagen que veía me dejaba muy atónita, el body mostraba una buena parte de mi redondo trasero y realzaba mis pechos. Me sentía poderosa, atractiva y atrevida.

—¡Quedaste increíble! —me halagó Beth entrando vestida con una braga de color rojo ceñida a su cuerpo, tenía un escote en "V" Llegaba al ombligo y subía por su pecho en un maravilloso trenzado—. Como es tu primera vez, yo me quedaré a tu lado, por si las cosas se te van de las manos.

—Perfecto. ¿Te puedo preguntar algo? —Beth asintió—. ¿Dónde metiste a tu amigo?

Vera y Beth se vieron y comenzaron a reírse.

—Niña eso no se pregunta.

—Lo siento, a veces me gana la curiosidad —expliqué.

—¿A veces? —ironizó Beth, fue mi turno de reír—. Salimos en 20.

Salió por la puerta. Vera me colocó mi látigo de tres puntas en la mano y salimos al escenario. Yo fui la última en salir, nos paramos en fila frente al escenario, mi actitud era de toda poderosa, me sentía una diosa inalcanzable.

El lugar estaba lleno, las mesas estaban ocupadas y había muchas personas de pie esperando ver el espectáculo. Al escenario subió una hermosa mujer con un vestido de color vinotinto, su cabello castaño estaba peinado de un lado dejando entre ver sus perfectos pechos.

La hermosa mujer tocó el micrófono para comprobar el sonido y dijo:

—Buenas noches, mis pequeños sumisos. —Su voz era un poco gruesa, pero eso no restaba belleza, al contrario creo que la realzaba aún más.

—¡Buenas noches, Madame Dorothy! —gritó el público presente.

—Daremos paso a la negociación. —Caminó por la Tarima y tomó a Vera de la mano y la colocó en frente a la multitud y la hizo girar para que todos apreciaran sus atributos—. ¿Cuánto ofrecen por Vera?

Hubo un silencio denso en el lugar; hasta que un hombre maduro, se levantó de su asiento, todos los presentes se voltearon a mirarlo.

—Diez mil —afirmó orgulloso, yo me quedé impactada, era bastante dinero.

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