Los días de clases fueron pasando sin pena, ni gloria. De hecho, era difícil saber en qué clase estábamos, pues, todos los profesores hablaban con ese mismo tono pasivo que te termina durmiendo.
Por suerte, mi amistad con Matt seguía siendo lo mejor de mis días, no estaba segura de cuándo comenzamos a pasar tanto tiempo, juntos, era agradable, no lo negaré, pero a veces debía salir del país y era abrumador no estar cerca de él. Gracias a Dios, contaba con las mejores amigas del mundo que siempre tenían algún plan al que invitarme.
Cada vez que tenía oportunidad y los horarios nos ayudaban, hablaba con mis Caluc, los echaba mucho de menos, pero entendía que estaban en el lugar correcto.
Bajé a la cocina lista para irme y me encontré a mis padres desayunando como si fuéramos una familia normal.
Deseaba decirles tantas cosas, pero como siempre, decidí guardar silencio e ignorarlos.
—Buenos días, Vanessa —comentó mi madre rompiendo el silencio—. Parece que en nuestra ausencia la niña ha creado malos hábitos.
—La palabra clave es: ausencia. Se van por meses y les importa cero si estoy bien, si los necesito, si me siento mal. Yo solo soy su hija para asistir a cenas y reuniones.
—¡Vanessa! —exclamó mi padre alterado—. ¿Acaso te ha faltado algo?
—Sí, me faltó amor de mis padres —respondí con dolor—. Hasta un perro en la calle me conoce mejor que ustedes.
—Eso no es así hija, sabemos que tu mejor amiga se llama Karla, que tu comida favorita es... Que tu color favorito es...
Solté una risa sarcástica.
—Solo diré que hace mucho, mucho, mucho tiempo, Karla ya no es mi amiga. Debo irme con suerte, tendrán una reunión y se irán antes de que llegue.
Tomé una manzana y caminé hasta la puerta de mi casa. Sin embargo, mi padre me interceptó en el camino.
—Hija, tu madre cumple años mañana y lo celebraremos en casa.
—¿Es necesario que yo esté? —indagué.
—Vienen nuestros amigos más allegados y tú eres nuestra hija —contestó él.
—Entiendo, soy el trofeo a lucir. Genial.
Abrí la puerta y salí de casa. Subí a mi auto y sin poder evitarlo un par de lágrimas escaparon de mis ojos.
Me permití un par de segundos de debilidad, luego puse mi auto en marcha.
Desgraciadamente, Matt estaba de viaje, así que estaría sola en toda esta aventura.
Llegué a la universidad a tiempo para la primera clase. Mis amigas tan bellas como siempre me habían reservado un lugar a su lado.
Tomé asiento y comencé a tomar apuntes.
—Estos profesores cada día me dan más sueño —se quejó Abbie.
—Yo he comenzado a grabar las clases —replicó Grace, la miré y alcé una ceja—. Es que me di cuenta de que había lagunas en mis notas.
Me reí con ella.
—Es como si hubieran tomado un curso para poner la voz tan melosa —acoté riéndome.
La clase había transcurrido con normalidad, hasta que casi al final de esta la puerta se abrió y la secretaria del decano entró, se acercó al profesor y le dijo algo, él asintió y ambos me miraron.
—Creo que estás metida en problema —susurró Abbie.
—Espero que no —murmuré guardando mis cosas.
—Señorita Fernández, por favor, acompáñame —pidió la mujer con una sonrisa en la cara.
—Nos vemos en un rato —aseguré levantándome de mi silla.
Bajé los pocos escalones que me separaban de la secretaria y la seguí en silencio por la facultad. En calma recorrimos los pasillos hasta llegar a la oficina de Julian.
—Pase, él la está esperando —me informó ella regresando a su lugar de trabajo.
Asentí y puse la mano en la perilla, suspiré y abrí la puerta.
Julian levantó la mirada de los papeles que tenía en la mano y me observó intensamente.
—¿En qué te puedo ayudar? —pregunté cruzándome de brazos.
—Nos ha llegado una invitación del internado, ellos quieren que tú des un discurso a las nuevas graduando —comentó serio.
—Falta algunos meses para la graduación —analicé en voz alta.
—Sí, pero quieren que confirmemos desde ya para ellos planificar la agenda.
—¿Por qué yo?
—Es la tradición, además, fuiste la que obtuvo el mejor promedio el año pasado —me explicó.
No sabía cómo eran las graduaciones, porque no había asistido; me parecía ridículo hacerlo con mis amigas ignorándome.
—De acuerdo, asistiré con un lindo discurso. —Abrí la puerta y salí de la oficina.
Estaba alterada, en definitiva hoy no había sido un buen día, subí a la primera planta y me metí en el baño. Al entrar lo primero que vi fue a Karla apoyada a una pared.
En contra de todo mi criterio, me acerqué a ella.
—¿Todo bien? —Ella alzó la cabeza.
—Sí, tengo una puntada, pero creo que es la entrada de mes —explicó, pero se le veía asustada.
—Bueno, si necesitas algo...
—¡Maldición! —exclamó tomando mi mano con fuerza—. He roto fuente.
—Esto, sí, es irónico —murmuré sacando mi teléfono, le escribí un rápido mensaje a Julian y llamé a emergencias—. Una ambulancia ya viene en camino al igual que tu esposo.
—Gracias —jadeó ella aferrada a mi mano.
Julian irrumpió en el baño y me vio junto con su esposa.
—¿Discutieron? —preguntó, yo negué con la cabeza—. ¿Estás bien? Te dije que ya no debías venir a clases.
—Estamos en finales, no quiero perder clases. ¡Aaaah! —gritó apretando mi mano.
—Ya llamé a emergencias —le dije a Julian.
Él tomó a Karla en brazos y salió del baño.
No sabía si debía seguirlos o quedarme aquí. Así que opté por lo segundo.
Sin embargo, al salir de la universidad, entré a una tienda de bebés y les envié un par de globos con una cesta de regalos.
—¿Sabe si es niño o niña? —me preguntó la mujer que atendía.
—No tengo idea —confesé un poco avergonzada.
—Entonces, mejor ponemos pañales, algunos biberones y un par de paños de telas en colores neutros. ¿Le enviarás una nota?
—Eso creo.
La dama me pasó un bolígrafo y una tarjeta.
No sabía que poner así que solo escribí. "Felicidades por su bebé" Aunque no lo crean escribir estas cuatro palabras, resultó ser lo más difícil de hacer.
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La música se podía escuchar desde mi habitación, mi casa estaba llena de amigos o mejor dicho, de socios y posibles patrocinadores para los negocios de mis padres.
Suspiré terminando de maquillarme, no estaba segura de cómo debía actuar o que decir, estaba molesta con mis padres, por dejarme, por usarme, por todo.
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Revelaciones Íntimas
ChickLitVanessa es una joven estudiante del internado católico más prestigioso del país. Sus ausentes padres la enviaron a ese instituto con el deseo de mantener alejada a su hermosa hija de los pecados del mundo. Sin embargo, su hija, estaba lejos de ser l...