83- Vida

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De pronto, Matt me levantó del suelo, me sentó sobre el sofá, levantó mi vestido y abrió mis piernas; con cuidado de no lastimarme, me sacó mi ropa interior, tomó la botella de champaña; dejó caer el líquido por ella y bebió de mi sexo con ansias.

Despegué la espalda del sofá y dejé salir un gemido de satisfacción.

Lo había extrañado, no sabía cuánto deseaba ser tocada por él hasta este momento. Con la respiración agitada subí las manos por mi cuerpo y apreté mis pechos sobre la tela, que siendo muy honesta comenzaba a molestarme.

Tenía la mejor vista del mundo, Matt entre mis piernas. Mi chico alzó la vista y deslizó dos dedos en mi interior. Dejé caer la cabeza para atrás y me entregué al delicioso ritmo que él marcó, mientras succionaba mi clítoris.

Era jodidamente maravilloso estar aquí.

Abrí mis ojos y busqué a mis Caluc.

Carlos me observaba con lujuria, mientras Luciano disfrutaba del pene de su marido. Sin esperarlo, me corrí en los dedos de mi amigo helado, este no me dio tiempo a recuperarme.

Enseguida se puso entre mis piernas, se deslizó un preservativo y me penetró con fuerza.

-¡Demonios, Nessa, como te extrañé! -Comenzó a embestirme suavemente, pasó sus manos por mis pechos-. Adoro ver como tus senos se mueven al ritmo de mis movimientos.

Luciano se levantó del suelo y se acercó a nosotros. Carlos se colocó un preservativo y le preguntó a Matt:

-¿Puedo?

Este asintió, sujetó mi vestido y de un solo tirón lo rompió a la mitad.

-¡Al fin! -exclamó Luciano.

Matt me tomó en sus brazos, se sentó en el sofá y me acomodó sobre él, dejando mi trasero disponible para Carlos.

-Feliz cumpleaños, mi niña -susurró mi amigo deslizándose en mi culo.

Gemí con fuerza y clavé las uñas en el pecho de Matt.

-Aquí tengo tu velita -comentó Luciano poniéndome su pene cerca de la boca. Lo tomé con una mano, pasé mi lengua por todo su glande y lo introduje en mi boca-. ¡Sííí!

Las penetraciones de Matt eran continuas y profundas, mientras las de Carlos eran lentas.

No estaba segura de cuál me volvía más loca, pero sí sabía que no quería que se detuvieran.

Creo que era la primera vez que tenía todos mis orificios ocupados por un pene y debía admitir que amaba esa sensación de llenura y plenitud.

Matt levantó un poco su cabeza y atrapó uno de mis pechos con sus dientes, gruñí con fuerza; la mano de Luciano fue a mi cabeza e hizo presión en mi boca con su miembro, mientras que mi Carlos me sujetaba de la cadera, comenzando a embestirme con más fuerza.

3 hombres, 3 sensaciones diferentes.

Mi cuerpo estaba sudado y ya se preparaba para llegar a su tan anhelado desenlace.

De pronto, Luciano sacó su pene de mi boca, me dio un beso en la frente y se acercó a su pareja. Yo sabía lo que iba a hacer y estaba preparada para ello, pero Matt me seguía preocupando.

Mi amigo helado buscó mi mirada y pasó sus manos por mi rostro, apartando el cabello de esa zona.

-Vane, eres toda una diosa -murmuró acercándose a mi boca.

-Es un honor viniendo de tus labios -repliqué bajando mi pecho para besarlo.

Nos fundimos en un beso apasionado, cargado de tantas emociones, que por un segundo me sentí un poco abrumada.

Abrí los ojos cuando sentí a Luciano penetrar a Carlos.

Sin embargo, Matt tomó mi rostro entre sus manos y me miró con intensidad, logrando que sintiera que solo éramos nosotros dos.

Mi cuerpo se tensó y me aferré a sus hombros.

-Yo también estoy listo -declaró aumentando el ritmo de sus penetraciones.

Cerré los ojos, tratando de alargar este momento.

-Veme, por favor -pidió Matt y eso hice, lo miré.

Las manos de Carlos se aferraron a mi cadera, apretando con fuerza en mi interior.

Arqueé mi espalda y gemí siendo atravesada por uno de los orgasmos más arrolladores que había sentido en mi vida. Pegué mi frente a la de Matt, sintiendo como su miembro palpitaba en mi interior.

Escuché como mis Caluc también se corrían y me sentí bien, por compartir este momento con ellos.

Hundí mi cara en el pecho de Matt y comencé a reír. No recordaba un cumpleaños tan feliz como este.

-

-

Nos limpiamos y vestimos, claro, yo me puse una de las enormes camisas de Matt. Me senté en sus piernas y lo besé agradecida por su regalo.

-Entonces, ¿a dónde viajaremos? -pregunté acariciando el cabello de mi amigo helado.

-Ecuador -respondió Carlos sentándose a mi lado.

-Guayaquil, para ser exactos -agregó Luciano.

-¿Cuándo nos vamos? -indagué sintiendo como las manos de mi amigo helado se deslizaban dentro de mi camisa.

-Mañana -contestó Carlos dándome un beso en la frente.

-Vamos a comer, tengo hambre -comentó Matt y con cuidado se puso de pie.

-Sí que tiene un buen culo -murmuró Luciano; Carlos y yo asentimos.

-Escuché eso -gritó Matt desde la cocina.

-Tampoco es que fuera un secreto -replicó mi amigo.

-Debo ir a mi casa a empacar -declaré caminando a la cocina.

-Bebé, nosotros empacamos por ti -dijo Carlos alcanzándome.

-Sí, se puede decir que te vamos a secuestrar por todo un fin de semana -manifestó Luciano sentándose a comer.

-¿Matt va?

-No, preciosa, yo debo ir a otro lado -mencionó él.

Sabía que ya había presentado su tesis y que le había ido muy bien. Lo que no sabía era que tenía tantas ofertas de trabajo.

Claro que no me extrañaba, realmente Matt tenía un don con la tecnología y me alegraba que se le estuvieran abriendo muchas puertas.

Terminamos de cenar y juntos con mis Caluc me fui a mi casa.

-¿Me escribirás? -indagó mi amigo helado parado frente a mi auto.

-Sabes que sí.

-Por favor, me mantienes informado de cómo te fue en el viaje -se despidió Matt dándome un beso en los labios.

Subí a mi vehículo y conduje a mi casa pensando en el viaje que tendría con mis chicos mañana.

-Hacen una linda pareja -murmuró Carlos acostado en mi cama.

-Pero no lo somos -le aclaré abrazando a Luciano.

Cerré los ojos emocionada, con visitar Ecuador y su linda gente.

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