Me sentía feliz por lo que mi amigo helado me decía, besé sus labios y me subí sobre él, comencé a mover mis caderas de forma sensual, Matt me agarró por el trasero y restregó su erección en mi sexo.
—Te eché de menos —comenté sin pensar, mordí su cuello y luego pasé mi lengua por su hombro y seguí bajando, pasé por el nuevo tatuaje y llegué a su abdomen deseando probar más de él.
Bajé su ropa interior y con desespero llevé su admirable erección a la boca.
—Mierda, Vanessa con calma, por favor —jadeó moviendo ligeramente las caderas.
—No puedo, estoy muy excitada. —Matt se incorporó, abrió la primera gaveta de su mesa de noche y a la carrera se colocó el condón.
Me puso boca abajo en la cama, yo elevé mi trasero esperando con ansias su intrusión, con mis pechos pegados a la cama y los brazos estirados sobre mi cabeza me agarré fuerte de la cabecera y esperé la intrusión de Matt.
Él colocó su pene en mi húmeda entrada y se deslizó dentro de mi cuerpo.
Este se lo recompensó con un gemido ensordecedor.
—Ojalá pudieras verte en este momento, tienes un culo admirable. —Sus embistes se hicieron lentos y yo me quejé—. Espera, quiero disfrutarte.
Sin embargo, no estaba dispuesta a darle tregua.
Me volteé y lo besé con pasión, me subí a su regazo y al sentirlo llenarme de nuevo me moví de arriba abajo, saciando mi deseo.
Él se levantó de la cama conmigo en brazos y me colocó en la pared, me dejó en el suelo y me volteó.
—Me tomaré mi tiempo. —Me ató las manos en las argollas y fue a la nevera.
Al regresar me puso de frente a él y con la mano untó chocolate, luego nata, después varios tipos de mermeladas.
—Creo que estás exagerando un poco —señalé, riéndome de su ocurrencia.
—Lameré cada parte de tu cuerpo, besaré cada lunar que tengas y luego te tomaré de forma salvaje. —Habló con vehemencia y no pude responder, solo suspiré deseando que iniciara con su tortura.
Se levantó y dejó las cosas en la mesa, fue al armario donde tenía juguetes sexuales y tomó unas bolas chinas y un dilatador anal.
Tomó mi cara y metió una de las bolas en mi boca y luego la deslizó dentro de mi vagina, sin darme tiempo a recuperarme de esa deliciosa sensación, repitió el procedimiento con la otra bola.
Gemí al sentir como él deslizaba el dilatador dentro de mi culo.
El muy cínico me sonrió y se postró ante mí. Cerré los ojos al sentir su lengua subir por mis piernas lamiendo lo que sea que estuviera allí.
Sus manos me sujetaban de la cadera y cada cierto tiempo, las movía logrando que las bolas en mi interior causaran estragos en mi ser.
Su boca mordió y lamió cada lugar de mi cuerpo, evitando a toda costa el lugar donde más lo necesitaba.
Al llegar a mis senos se tomó su tiempo y luego subió a mi cuello, cuando pensé que me besaría se arrodilló y abrió mis piernas, quitó la mermelada que había dejado allí haciendo suaves movimientos con su lengua.
Luego se levantó y me volteó, de nuevo quedé viendo a la pared.
Sacó el dilatador anal y metió su virilidad, yo me aferré a la soga donde colgaban mis manos.
—No hay otra como tú —me murmuró al oído.
Sus acometidas me hicieron tocar el cielo con las manos, estaba muda.
—Tienes un culo jodidamente delicioso, es tan apretadito y adictivo. —Sus penetraciones eran fuertes y profundas.
Con una de sus grandes manos me tomó por el cabello y con la otra por el hombro, con cada embestida las bolas chinas se movían en el interior de mi vagina causando que mi cuerpo se preparara para estallar.
—Sé que estás cerca de correrte, yo también estoy listo para hacerlo dentro de tu culo. —Comenzó a susurrar cosas perversas y cochinas en mi oreja, mientras aumentaba el ritmo de sus acometidas—. Vamos, regálame ese orgasmo, sabes que me lo merezco.
—Matt —gemí desde lo más profundo de mi ser, cuando una ola ardiente recorrió todo mi cuerpo, dejando solo unas brasas y paz en mi interior.
Matt presionó más dentro de mí y se corrió dándome besos en la nuca.
Pasado un rato me sacó las bolas chinas y con toda la calma del mundo las lavó, mientras yo estaba como una idiota colgada en la pared.
Al terminar se acercó y me dio un par de nalgadas y me desató.
—¿Te olvidaste de mí o qué? —reclamé viendo sus bellos ojos.
—De ti no me olvidaría jamás. —Se acercó y besó mis labios y mordió el inferior—. Ven vamos a comer, ya casi amanece.
Lo acompañé a la cocina, donde se puso a preparar pan casero, yo hice una ensalada de atún y cuando todo estuvo listo desayunamos como Dios nos trajo al mundo.
—Debo contarte algo —manifesté, poniéndome un poco nerviosa.
—¿Algo serio? —Yo asentí con la cabeza—. ¿Qué tan serio?
—Matt, me voy del país.
Él solo me miró, sin ninguna expresión en el rostro, yo no tenía más nada que decir, así que me levanté de la mesa y me comencé a vestir, justo ahora se me antojaba salir de allí.
Me fui de su casa esperando que él dijera algo, pero no lo hizo, tampoco fue detrás de mí, pero entendía su actitud.
Me rompía el corazón dejarlo aquí, pero él también se iría pronto del país y con suerte triunfaría y haría esa fortuna que tanto deseaba.
Tal vez con el tiempo volviéramos a ser tan cercanos como ahora, pero por el momento cada uno debía seguir con su vida.
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Revelaciones Íntimas
ChickLitVanessa es una joven estudiante del internado católico más prestigioso del país. Sus ausentes padres la enviaron a ese instituto con el deseo de mantener alejada a su hermosa hija de los pecados del mundo. Sin embargo, su hija, estaba lejos de ser l...