47- De personas

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—Allí te deje mi número, por sí algún día estás aburrida.

—Puede que un día te llame —aseguré.

Salimos de allí directo a la terraza, la noche apenas comenzaba y quería saber que más traería este sex-party.

Llegamos al último piso, caminamos por el pasillo que nos conduciría de nuevo al sex-party. Nos despedimos con un profundo beso y cada una se fue en direcciones diferente.

Pasé la vista por la sala buscando a mis sex-amigos, los encontré estaban beso y beso, con otra mujer.

Me acerqué a la barra y pedí una copa. Lo que no esperaba era encontrarme al ejecutor del círculo de masturbación aquí, llevaba un antifaz, pero reconocería esos tatuajes sobres sus musculosos brazos en cualquier lado.

Me le quedé mirando hasta que desapareció de mi vista.

—¿Nueva víctima? —indagó Carlos entre susurros.

Llegó tan de improvisto que me asustó.

—¿No lo reconoces? —pregunté sonriendo.

—Yo sí, aún sueño con él por las noches —respondió Luciano.

—¿Qué hacen aquí? Pensé que estaban disfrutando de la fiesta.

—En eso estamos, pero vinimos contigo, además, ya va a comenzar la verdadera fiesta —anunció Luciano.

Fue como si sus palabras hubieran activado algo, pues el ambiente cambió drásticamente.

La música subió de volumen y las luces bajaron su brillo. Las luces iluminaron dos mesas en una estaba Matt y en la otra la ardiente mujer de hace un rato. Los asistentes comenzaron a aplaudir y mis sex-amigos se emocionaron todos. De repente, el público le entregó unas latas de crema batida a los chicos sobre las mesas y estos comenzaron a desnudarse.

O mejor dicho, a quitarse la poca ropa que les quedaba en el cuerpo. Lo que si era seguro era que la función había dado comienzo.

La rubia sexy se colocó crema en los pechos y se los acercó a un hombre, este se los lamió con furor, la chica sonrió y buscó mi mirada, asintió y se fue por el lado derecho de la estancia. Por otro lado, mi chico tatuado, se llenó el cuerpo de crema batida y tanto hombres como mujeres se turnaban para retirar el producto de su cuerpo.

Fu una reacción en cadena, por donde pasaban ellos con sus cuerpos llenos de crema batida, se encendían la llama de la lujuria, de hecho, era interesante ver cómo se desarrollaba todo.

La Rubia se colocó en un puf, abrió las piernas y se colocó allí la crema, una mujer se arrodilló y retiró el producto con la lengua. Mi rubia se levantó y le colocó crema a un hombre en el pene y se lo lamió con sensualidad al retirar toda la crema, se levantó y pasó al siguiente.

—Esta es tu sorpresa, disfrútalo —susurró Luciano, me fijé a donde estaba mirando y noté que Matt el guapo chico tatuado estaba cerca de nosotros—. La primera lamida al pene es tuya.

Miré a Luciano, él me estaba sonriendo, el chico tatuado se colocó crema en la punta de su pene, pero yo le quité la lata y le eché crema hasta en los testículos.

Me agaché para disfrutar mi regalo. Lo miré y lamí sus bolas, retirando toda la crema de ese lugar, luego abrí mi boca y chupé su esponjoso glande, rodeé su erección con mi mano y estimulé un poco la zona. Era evidente, que su miembro no cabía en mi boca, pero igual no me dejé intimidar por su tamaño y lo metí todo lo que pude en mi interior, Matt gimió y puso una mano en mi cabeza, lo miré y me alejé, pues la crema se había acabado. Sin embargo, antes de alejarme por completo, deslicé mi lengua por su abdomen y llegué hasta su boca.

Lo miré un par de segundos y lo besé. Él exploró mi boca y me estrujó el trasero acercándome más a él subiendo una de mis piernas a su cintura y me rozó la vagina con su pene erecto, nos separamos y me mordí el labio inferior.

—Hola extraño —susurré con la respiración agitada.

—Espérame en la barra —murmuró sonriéndome y yo asentí.

Matt se colocó crema en su cuerpo y Carlos se acercó a él con decisión. Detallé la escena, pero él solo depositó un suave beso en el hombro de Matt y le quitó la lata de las manos.

—No te preocupes, yo me encargo de él —le aclaró poniendo crema en el cuerpo de Luciano.

Miré a Luciano y este se encogió de hombros, creo que jamás lo había visto celoso, pero siempre hay una primera vez.

Matt le sonrió y continuó. Le seguí con la mirada, sonreí al ver como una mujer lamía el cuerpo de mi chico tatuado, ella lo fue a besar, pero el sutilmente la rechazó y eso de alguna manera me agradó. Volví a ver a mis chicos y ya estaban comiéndose a besos, así que solo me fui al final de la barra. 

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