¿Un asesino puede amar?
Aunque no lo creas, el corazón de un monstruo puede ser más humano que cualquier otro.
Nadie nace siendo un monstruo. El mundo nos rompe a todos de una manera única y diferente.
Quien diría que una noche Lian conocería al f...
El sonido ocasionado por un golpe desvió las miradas de los dos chicos, habían tocado la puerta ¿Quién podría ser? ¿acaso será otro de sus ayudantes? Observándolos miro como el chico de ojos verdes toma su arma de la mesa, caminando despacio se pega a la puerta esperando oír algo, pero nuevamente la puerta es golpeada, esta no contaba con ningún agujero que pueda servir para ver quien podría ser.
El chico dirigió su vista hacia Alec, dándole señales de que abrirá la puerta, soltando un suspiro toma la manija abriendo abruptamente la puerta apuntando a cualquier persona que estuviera ahí.
De la nada veo como aquel chico tira su arma y dice "lo siento jefe" confundido volteo hacia atrás mirando como Alec camina directo a la puerta.
-Lo siento jefe, pero lo hice porque no supe quien estaba parado ahí – dijo el mismo chico con cierto miedo agachando la cabeza.
-lo entiendo – una persona de edad avanzada entro a la casa, seguido de otras dos personas que se pararon firmemente con un arma en manos a un costado de él, sus ojos serios empezaron a observar cada detalle de había dentro, fijando su mirada primeramente en el chico enfermero quien solo aparto rodando los ojos en cuanto lo vio.
Alzando ambas cejas el viejo ladeo su cabeza buscando hacer contacto visual con aquel chico, este solo se limitaba a no mirarlo teniendo la mirada fija en la mesa que estaba a un costado de mí.
Soltando un pesado suspiro el viejo se reincorporó acomodando su chaleco blanco, mientras que ladeaba su cabeza de un lado a otro tronando al mismo tiempo sus huesos.
Con cierta molestia se volteo mirando al chico de ojos verdes y Alec, juntando ambas manos, parándose firme.
- ¿Quién es el encargado de este chico? – paso su mano sobando el cabello de este.
-soy yo jefe – el chico de ojos verde se paró frente a él con los hombros atrás y con el rostro firme.
-Eithan, mi querido Eithan, ¿no le has dicho que tiene que ser educado con sus visitas? – pregunto con una sonrisa.
Aquel chico miro sin expresión al otro, apartando su vista de él para fijarla en el piso.
- ¿acaso no te lo había dicho? – volvió a cuestionar – ¿sabes lo que va a pasar verdad? – puso una mano sobre su cabeza.
- ¿Quieres que volvamos con las lecciones? –
-No...Señor – contesto firme.
Atento, miro como Alec miraba fijamente a su amigo sin expresión alguna, mirándolo con esa mirada apagada que siempre trae, con los brazos cruzados se apoya contra la pared desviando su mirada.
El viejo se había quedado callado unos segundos, su mirada seria ahora tenía una pequeña sonrisa ladeante en su rostro, mirando de manera curiosa al chico que estaba sentado en el piso, quien solo veía la escena con una mueca de disgusto. El viejo se viro extendiendo su mano hacia uno de sus acompañantes, teniendo un arma en esta a los pocos segundos, dando media vuelta fijando nuevamente su vista hacia el chico que se llamaba Eithan.
Este sin dudarlo toma el arma posando su vista hacia Alec, quien solo miraba expectante.
-Sabes lo que tienes que hacer – el sujeto camino a paso lento quedando detrás de Eithan, quien solo tenía la mirada neutra.
Asustado miro como Eithan levantaba el arma apuntando al chico ¿! Lo iba a matar¡? ¿Es enserio? Paralizado del miedo, observo como el chico trataba de pedir disculpas, pero eso solo ocasiono que el viejo tomara otra arma que apuntara a su cabeza.
De un largo y pesado suspiro, Eithan acomodo sus hombros hacia atrás alzando la pistola, apuntando directamente a la cabeza del chico.
- ¿Qué esperas? tu vida o la de el – comento amenazante.
-No, espera por favor, no quise hacer eso, lo lamento, por favor, no quiero morir, aún tengo que terminar mis estudios y ver a mi mama por fa- el fuerte sonido del arma resonó por todo el lugar, salpicando y manchando la pared al instante.
Sorprendido miro como el cuerpo del chico caía al suelo, dejando crecer un enorme charco de sangre debajo de él, ¿lo había matado? ¿ahora me toca a mí? Preguntas invadían mi mente, dejando entrar el miedo, provocando que todo mi cuerpo temblara, acelerando mi ritmo cardiaco y dificultando que el aire entrara por mi nariz.
Atónito miro como el viejo me mira empezando a caminar hacia mí, ¿también me matara? No, esto no puede estar pasando ¿pero por qué? ¿Qué hice mal? Mi cuerpo empezó a reflejar el miedo que sentía, haciendo que mis piernas y mis manos temblaran de más, no quería acabar como el, !!no quería¡¡
- ¿y este chico? – cuestiono volviéndolos a mirar.
-Es mío –
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