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Cenamos juntos en un enorme comedor de manera pulido y oscuro, solo tenía dos grandes sillas en los extremos con puntas en su respaldar y arriba casi en todo el centro una forma de alas incrustadas, pidió que dijera lo que quería y sería servido, pero no pude ser tan exigente y solo dije que lo que siempre se servía. Dudó un poco y al final presentó ante mí algunos platos extraños pero que su sabor era excito.

Tenía puesto una camisa negra con algunos botones desaprovechados dejando ver su piel y aquel collar, las mangas cubrían sus brazos dejando solo a la vista sus manos y sus uñas, el cabello suelto hacia un lado y la barba aún más recortada que las veces anteriores.

Tenía la misma figura fuerte y audaz de cuando lo había conocido solo que ahora tenía la plena certeza de que él, por más oscuro que se viera a mí no me haría nada.

Luego de la velada sutil tomé el valor de preguntar sobre algunas cosas, respondió amable y tan pronto como preguntaba, tan considerado que en un momento dado sugirió que si quería ir a la tierra y visitar cualquier lugar que era desconocido para él pero yo quisiera visitar, solo lo pidiera.

Fue tan considerado de su parte.

También dijo que el reino (mi reino), con mi partida extrañamente había vuelto a la normalidad lo que tanto a él como a mí nos hizo empezar a pensar un poco. Se portó tan amable conmigo, tan atento, tan único que no pude impedir pensar que solo era el producto de mi imaginación.

Me acompañó por todo el enorme castillo hasta el pasillo donde estaba mi habitación, dijo que si necesitaba algo, cualquier cosa solo tenía que decir su nombre y que yo, tomaba el control si el venía o yo iba hasta él, que tenía el permiso de estar en donde quería del castillo aunque claro está, que por mi seguridad sugirió mejor estar con él.

Dije un tímido "Buenas noches" depositando un beso en su mejilla sintiendo el frío contacto y al mismo sentí la calidez de su piel. El respondió con una reverencia y con una amplia sonrisa que me movió el corazón "Que duermas bien, Berlín".

Y aquí estoy, acabo de despertar. Una de las cosas que más me confunde es el hecho de que no sé a qué hora despertar, si es tarde, si es temprano o si es de noche. Solo despierto y listo.

Afuera no se ve nada más que unas tormentas negras y grises que amenazan con venir en cualquier instante, este lugar sin duda es como el infierno, solo se puede ver el dolor y la pesadez de un alma en muerte.

Camino hasta una de las enormes puertas del otro lado y abro la pueda pesada viendo dónde está el baño que en realidad es como un jacuzzi de piedra pulida de color gris oscuro, el agua es tan fría que justo ayer me sobresaltó y solté un grito por ello.

Al terminar de darme el baño y encontrar un par de vestidos colgado del otro lado de la habitación los tomo, mirando cuál ponerme. El primer es de color crema largo que cubre mis pies y el otro, es verde oscuro también largo. Sus formas son lindas, pero demasiados largo.

¡Necesito una tijera! ¿Aquí existirá eso?

Me muevo en la habitación. No sé si debo de llamar a Asroth para esto, siento que sería demasiado molestia de mi parte pero es obvio que estos vestidos son las largos que la Torre Eiffel.

Maldigo por lo bajo y tomo el vestido verde en mis manos que tiene un escote pequeño y con mangas largas que llega más o menos hasta mis brazos. Es lindo, pero demasiado conservador.

Toda mi vida fuí la niña perfecta, la hija que tenía que vivir bajo órdenes de sus padres, pero aquí con él, me siento en libertad, siento que puedo ser yo porque el de tal forma, me aceptaría.

-Asroth -pronuncio su nombre alto y claro y cierro los ojos por instinto.

No escucho pasos ni nada, me quedo quieta un segundo y abro los ojos de golpe, sigo sola en la habitación, ¿Por qué no funciona? El dijo que el vendría a mí o yo iría a él. Que extraño.

Profecías De Príncipes Solitarios: Origines Ocultos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora