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La ciudad dorada... Todavía no puedo creer que exista un lugar como este, donde los dioses vivan como si fuera solo una casa pero en todo lo alto de las nubes o incluso en todo lo alto de lo no terrenal.

Hemos llegado a las puertas de oro pulida que son más enormes que cualquier edificio visto antes. Mis ojos quedan pegados como la primera vez que las ví, como si jamás hubiese pisado semejante lugar. Recorro cada esquina con mis ojos porque aunque venga aquí un millón de veces todo me resulta tan fascinante como en los cuentos.

—Es un gusto, mis señores —un hombre que al abrir las puertas hace una reverencia me mira a mí y luego a Merlina —la diosa los espera.

—¿Dónde están los demás? Creí que Vadira y su esposo estarían aquí —Asroth abre la puerta de par en par dejándome pasar primero.

—¿No te dije hermano? —Zeón mira extrañado a Asroth —fueron al aquelarre por petición de nuestro padre.

—¿Por que irían hasta allá? —mientras ellos hablan Merlina y yo nos quedamos un poco más atrás como unas niñas viendo todo.

—¿Cuando pensaste estar aquí? —le sonrío mientras miramos una pintura que está puesta en la pared.

—Jamás. Este lugar es como el cielo en Taoz y no creí que una mortal como yo pudiera tocarlo al menos —su mano pequeña toca el borde de la pintura —es increíble ¿Sientes el aroma del aire? Huele a frutas y también a vainilla.

—Es el olor de la vida —responde Zeón que está justo detrás de nosotras. Tiene las manos detrás de su espalda y una sonrisa amplia en su cara —¿Les gusta?

—A Merlina le a encantado tanto —la miro de reojo y luego sonrío con suavidad —también se estaba pregunta porque puede estar aquí si es solo una mortal.

—Porque puse un poco de mi virtud en usted —mira a Merlina parpadeando tan lento cada cierto tiempo que parece como si estuviera en cámara lenta —es una Parafin pero es necesario tener un poco de virtud de Dioses.

—Se lo agradezco entonces —Merlina agacha un poco en la cabeza y hace una pequeña reverencia —es tan amable dejándome entrar aquí.

—No agradezca —le brinda su mano provocando que me aleje un poco de ambos ya que se siente como si estuvieran en una burbuja —es mi deber.

¿Puede que haya algo entre ellos ahora? Hace solo horas atrás Merlina no podía ni verlo y hasta decía que era un Dios con un carácter lo suficientemente molesto para no querer verlo jamás y aquí está, con una sonrisa tan amplia y un proceder tan tímido que me hace creer que algo pasa entre ambos, algo que todavía Zeón no sabe que sucede.

Mientras los dejo atrás mis ojos recorren todas las paredes blancas pintadas y al dar mis pasos el eco se escucha en todas partes. Cada vez que me encamino más por el enorme pasillo que parece más un camino largo y divino sonrío, disfrutando cada vista, cada cosa, cada detalle y mis ojos se pierden en una pintura. Es lo que parece ser una enorme flor de color rojo, con pétalos tan grandes y brillantes que hace ver a las rosas marchitas.

—Los estamos esperando ¿Dónde están los demás? —Asroth pone una de sus manos en mi hombro sacándome de mi trance.

—Zeón y Merlina miran un par de pinturas —respondo sin quitar la mirada del cuadro —¿Podemos ver estos pasajes después que todo termine? —lo miro a los ojos.

—Por supuesto que sí. Estaría honrado de hacerlo —amplía su sonrisa.

—Oh, veo que han encontrado la bella pintura —Zeón se une a nosotros junto a Merlina que al igual que yo ha quedado cautivada indudablemente —es la flor de Saikin. Fue la primera flor hecha por mi padre después de hacer todo esto.

Profecías De Príncipes Solitarios: Origines Ocultos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora