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Narrador omnisciente:

El salón privado tenía un ligero olor a rosas frescas y delicadas, los pétalos bajaban como si fueran lluvias que se pegaron algunas a su ropa oscuros y otras a su cabello que solo tenía dos mechones blancos que cubrieron la parte delantera de su cara mientras que lo demás que en algún momento fue así, ahora estaba rojo, tan rojo como la sangre espesa de las almas muertas en las guerras o como aquellos pétalos de las rosas rojas que aparecían en el aire. Las ventanas estaban apenas descubiertas por las cortinas blancas con adornos dorados, el alto techo tenía una ligeros forma ovalada con alas de ángeles brillantes. Los escalones eran pequeños pero altos por lo que Lucifer subió algunos y se dispuso a tomar asiento en el último mientras tomaba en sus manos una pequeña serpiente cabeza de dragón que jugaba con sus pies todo el tiempo. Le parecía placentero aquel lugar porque aunque para algunos era solo un salón vacío y blanco como el cielo para él era el máximo recuerdo de su vida pasada y todo lo que había tenido que cargar que era mucho.

Sus ojos blancos se posaron sobre una de las esquinas donde reposaba tranquilamente un enorme arpón brillante de color celeste con cuerdas de color rubí que aparecía y se desaparecía en el aire como si tuviera vida propia. Sobre el otro costado del salón había puesto sobre un lienzo alto y grande una mujer, una preciosa y linda mujer de cabellos amarillos como el solo que caía sobre sus pequeños y delicados hombros, tenía sus ojos fijos en el pintor ya que se le notaba un tipo de dulzura y paz pero en el fondo, aún en lo más profundo de sus calidas facciones había un tipo de aire frío y oscuro que le gustaba. Sus manos reposaban tranquilas sobre sus piernas que estaba unidas para que no se notara nada debajo de ellas. Las uñas y puntas de sus dedos en negros que le daban un toque tan único a la escena. Era lo más oscuro que había visto pero le gustaba, siempre le gustan ver como aquella arcángel era malvada por dentro pero dulce por fuera.

—El señor Belcebúa llegado, amo —el hombre de máscara de hierro avisó abriendo ligeramente la puerta.

—Déjalo pasar —tomó una postura más reverente, poniéndose de inmediato de pies para tomar asiento en un sofá que hizo aparecer junto a una pequeña mesita donde había vino rojo que brotaba sobre una fuente aún costado.

En su mentes no debaja de dar vueltas el beso, sus labios, su manos suaves y pequeñas que habían tomando su rostro por primera vez como diciéndole internamente que era suyo y es que él, aún siendo el amo del infierno le gustaba ser suyo y solo suyo.

—Mi señor —el hombre tenía una corona sucia y de madera que le cubría unos cuantos metros de la frente pero que dejaba bajar lo que parecía ser sangre aunque en realidad era barro. —vengo por su ayuda como siempre, han venido de tierras de hombres caballeros con magia blanca y magia negra encima de caballos dorados que corren tan rápido como el asqueroso sol... Han venido por algo que no tengo ¡Oh malditos hijos de puta! ¡Quieren una princesa y han oprimido a mis moscas como si no fueran nada! Y hay uno de los nuestros con ellos, un hijo de la gran puta que los guía por estas tierras malévolas, Timor Vindicta III. Le dije que no le diera el poder de cruzar aquí a su antojo porque ha traído bendición a los muertos.

—Mi amigo —Lucifer escuchó cada palabra que salía de la boca del hombre barbudo con atuendo de guerra con una expresión serena. —mi señor de las moscas, no hay porqué temer. La profecía septima por fin a sido despertada y Agattiel por fin a sido recibida junto a nosotros. Aquellos hombres que han hecho mierda tus propiedadea vienen por ella pero lo que no saben y lo que tú no sabes tampoco es que todo es parte de un plan de este diablo —se apuntó a si mismo agarrando con la mano izquierda una copa y tomando de ella —que siempre será diablo, hacer que la profecía se cumpla, solo que esta vez no fallará porque no voy hacer lo que la profecía dice; voy hacer todo diferente. ¿Ves mi cabello rojo? Es parte de la última profecía que nos llevará al limbo de las perfecciones angelicales y demoníacas. Belial, Melhemet, Leviatán, Satán, Lucifer y tú vendrán conmigo a la sima al igual que mi amado Arcangel que es la Diosa de mi vida. Nada de esto es al azar mi amigo y muchos menos la creación de mi gran amigo Timor.

Profecías De Príncipes Solitarios: Origines Ocultos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora