Narrador omnisciente:
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Por algún motivo la conciencia de Asroth de ver a Berlín de vuelta en cualquier momento la tenía a flor de piel. Después de aquella mañana tan dolorosa por culpa del alcohol tomó una ducha refrescante y antes de que cualquiera de los individuos de la casa pudiera bajar el lo hizo. Bajó hasta las catacumbas mirando lo vacía y humedad que estaban. Esperando que en cualquier momento la puerta apareciera y detrás de ella su amada, su chica con una gran sonrisa contando cada anécdota del lugar pero había algo que le inquietaba y era el hecho de que en su pecho, allá en lo más profundo había algo que no lo dejaba totalmente en paz. Era un sentimiento de pesadez, de preocupación, de que algo estaba saliendo mal pero quitó la idea de la cabeza sabiendo que en muchas ocasiones sucede que la mente nos vuelve locos.
Luego de salir casi cuando el sol estaba en lo más alto del cielo se encontró con su anfitrión que tenía una copa de lo que dedujo era sangre y un libro grueso sobre la mesa del comedor. El hombre (como lo observó Asroth) tenía un semblante sereno y casual. Con unos pómulos bastante notorios y la piel tan pálida que era hasta raro verlo, sus cejas, su cabello daba la impresión de que había regresado de la muerte. Sus ojos oscuros tenían un ligero brillo como si leer le trajera algún tipo de emoción que Asroth pidió a gritos sentir.
-Buenos días, caballero -aseguró Timor con un leve asentimiento de cabeza -pensé que los demás invitados también estarían despiertos ya.
-Apuesto a que no quieren verse -mostró una pequeña sonrisa vacía -después del encuentro de ayer, así pasan...
-Sería una total perdida de tiempo saber que el día está tan vivo como para estar encerrado entre sabanas.
-Cada quién elige sus momento de osio -fue lo único que salió de la boca del príncipe para hacer que enfrente a él se mostrara un plato con frutas para el desayuno.
Timor lo observó, tenía un semblante serio y profundo con sus cabellos oscuros detrás de las orejas, su frente mostrando dos líneas marcadas y sus cejas en un suave pero fuerte gesto de pesadez. No era una buena mañana y se culpó a si mismo por brindar aquella bebida que había hecho malas consecuencias a sus nuevos acompañantes.
-Podemos hablar de Berlín si así lo desea -repuso con un ademán de manos dejando el libro aún lado para darle toda la atención al tipo.
-Espero que esté bien... -respondió para no verse inquieto -ella sabe cuidarse sola pero debe de comprender... Que me gusta cuidarla.
-¿Quién soy yo para juzgar sus emociones? Los papeles ahora parecen invertirse -respondió sin emoción alguna.
Cosa que más reconfortó al príncipe. El no necesitaba alguien que llorara a su lado, necesitaba alguien que sin dudar fuera firme y al hablar del tema, no soltara ningún tipo de lágrimas. El problema de hablar sobre eso con Zeón era que el no entendía el sentimiento, no entendía la angustia ya que una persona como él nunca había pasado más de cuatro cosas en su vida. Y si lo hablaba con Merlina el estaba consciente que ella estaba por sus propios problemas y aunque lo entendería mejor de lo que el sabía, no quería hacerlo. Pero con Timor, era diferente... Desde la noche anterior con sus palabras se había dado cuenta que eran iguales, que compartían historias.
-¿El tiempo como funciona en el infierno? -preguntó con un tipo de interés amenazador.
-Pasa mucho más lento... Ella solo lleva horas tal vez pero aquí ¿Cuantos días han pasado ya? ¿Cuatro? -sacó la cuenta.
-Vamos para cinco días -respondió sin entusiasmo.
-He terminado de leer este libro -miró la portada con una media sonrisa -puede que le ayude en lo que necesita saber. Aunque no lo crea, mi alma le pertenece a mi señor pero nosé tantas cosas sobre él. Suele ser un hombre muy ocupado -aseguró con vergüenza -tome.
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Profecías De Príncipes Solitarios: Origines Ocultos.
Fantasy¿Qué tan cierto es que la oscuridad nos persigue y qué nos lleva a lugares que desconocemos? Pero la verdadera pregunta es; ¿Qué tan bueno es el mal? ¿Cuál son los secretos más oscuro que crees que sabes sobre ti misma? ¿Qué es lo que piensas de la...