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Bene illi dixerunt; nam alter semper, alter peior est. Omnes vendettam habemus et historiam incomprehensibilem.





Narrador omnisciente:

La caminata fue larga y difícil pero Asroth se interpuso entre la oscuridad de la noche y las pocas casas que habían en la ciudad. Los estrechos y largos callejones estaban vacíos y silenciosos repletos de solo una capa de niebla que se le hacía alucinante. Al llegar a una de las esquinas viendo un pequeño anuncio malogrado y de color crema sonrío con ironía. 

—¿A donde va, mi señor? —Nhamiel que iba unos pasos más atrás lo sacó de sus pensamientos.

—Quiero pensar que debe de haber una taberna por aquí cerca.

—¿Usted entre humanos?

—¿Qué tiene? ¿Acaso no puedo divertirme? Que no se te olvide que mi chica es humana. 

—Por supuesto... La única cosa extraña es que quiera tomar de este asqueroso elixir barato que lo único que le va a imponer es un terrible dolor de estómago.

—Los dioses no sufren esos dolores ¿Sé te olvida?

—Sabe lo que quiero decir —rodó los ojos —me refiero a que con todo lo que está pasando no creí por ningún motivo que bajara desde la montaña a solo tomar con los humanos y aparte... Malos tragos.

—¿Por qué no vuelves allá arriba a seguir modelando para Merlina? —le miró mal y caminó unos cuantos pasos más —eso si que es tonto ¿Te dije algo Nhamiel? Por supuesto que no.

—Es diferente...

—Para mí es lo mismo... —le aclaró el de cabello oscuro que dobló la esquina para ver del otro lado de la calle una puerta abierta con un nombre de "Taberna soledad" sonrío —si vas a entrar conmigo, quita esa cara de asco y camina.

Los dos se abrieron paso entre la oscuridad y la niebla hasta entrar en el lugar que casualmente lograba estar repletos de damas de compañia y algunos hombres sucios y con pocos modales. De inmediato fueron el centro de atención de todos y principalmente de unas cuantas mujeres que estaban en las esquinas esperando más clientes.

A la lejanía, sobre el castillo Balog se encontraba Zeón sentado en un sofá se butaca oscuro mirando hacia la nada sumido en sus más oscuros pensamientos y dudas. Era el que menos se le escuchaba hablar sobre Berlín pero ya (después de tantos días sin información sobre ella) empezaba a sentirse hasta culpable. Sabía que ella no era del todo una experta en tema de las peleas y dejarla ir tal vez no había sido la mejor de las desiciones.

Pensó y pensó por más de dos horas sobre la misma silla y sobre la misma posición la única diferencia es que sus pensamientos pasan de un lugar al otro con gran capacidad de nublarle la vista. Timor que había salido de cacería y llegaba a casa con algunas manchas de sangre en su ropa y totalmente pleno se sorprendió de no ver al hermano mayor caminando o con algún libro y se sorprendió el doble al ver al menor perdido en sus pensamientos junto a la ventana con los ojos amarillos vacíos.

—¿Desea compañía? —Timor se cruzó de brazos y apoyó su cuerpo contra la esquina de la puerta —no creo que sea buena idea permanecer solo, Zeón.

—Pensar no es estar solo.

—Como usted diga... ¿Quiere algo de tomar?

—Resulta que tomar siempre aclara mi mente pero revoltea mucho mis sentidos. Yo lo que necesito es pensar.

Profecías De Príncipes Solitarios: Origines Ocultos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora