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Me duele la cabeza y lo primero que veo al despertar es la habitación donde me desperté. Las cortinas están cerradas y el olor a frutas frescas es delirante y suave. Me muevo entre las mantas de seda delicadas y salgo de la cama encontrándome una bandeja con frutas y té.

-Buenos días -después de darle un sorbo al té miro hacia la puerta encontrándome a Asroth sobre ella.

-Hola -es lo único que digo para seguir comiendo.

Tengo mucha hambre.

-¿Como te sientes? -¿Como esperan que me siente?

-Un poco -trato de buscar las palabras en mi cabeza -confundida. Pero estoy bien.

-Lamento que te sientas así -empieza a caminar hasta mí -traje algo para ti.

Trae en su mano un atuendo de dos piezas. Es una falda de color azul de tul corta y una camisa de mangas pequeñas de color blanca. Sonrío por el lindo gesto.

-Gracias.

-¿Puedo comer contigo?

-No pidas permiso para eso -le brindo la bandeja y ya con un poco de más naturalidad la toma -¿Te gustan las uvas?

-Son ricas aunque prefiero las fresas -lleva un par de uvas a su boca.

-Digo lo mismo.

Es obvio que el ambiente no es el mismo pero no quiero que piense que el problema es él. Porque no es así, el problema soy yo y todo lo que guardo dentro y lo que me come es que yo soy el problema.

Literalmente.

-Voy a darme un baño, ¿Me esperas?

No espero que responda en realidad sólo tomo el atuendo que trae en su mano y sin mirarlo a los ojos me encamino hasta una de las puertas que está de paso.

Me dejo caer detrás de la puerta hasta llegar al suelo y cierro los ojos pero no puedo aguantar. Otra vez me derrumbo en llantos y tristeza sintiendo como todo se me viene encima y como si fuera poco mis sollozos se hacen cada vez más audibles y llevo la mano a mi boca para no me escuche.

No puedo permitir que me vea así, no quiero que sepa lo mucho que me afecta. El necesita alguien que sea tan fuerte y que tome esto con madurez, que tome esto como un obstáculo pero no el final del camino. Tengo que hacer algo, evitar esta profecía a toda cosa y si tengo que irme al fin del mundo para que el este bien, lo haré.

Siento que soy tan débil, que no puedo con algo como esto. Siento tanta culpa y remordimiento, odio hacia mi misma por las cosas que lo hice pasar inconcientemente. ¡Yo nunca debí nacer! ¡Yo nunca debí nacer! ¡Yo nunca debí nacer! Solo le hago daño, solo le hago daño, le hago daño. Le haré daño...

-¿Por qué estás ahí? -su voz me estremece y mis manos tiemblan. Busco mi voz más fuerte y pronuncio las palabras más rápidas posibles.

-Estoy bien.

-¿Estás llorando? -escucho sus pasos y busca con sus dedos mi rostro entre los mechones de cabello -cariño, levántate.

-No puedo -lloro derrumbada.

-Creo en ti y sé que puedes hacerlo.

Profecías De Príncipes Solitarios: Origines Ocultos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora