[55]

7 1 0
                                    

Narrador omnisciente:




.
Los cabello rubios se movían en todas las direcciones por culpa del arrebatado viento que soplaba su cara en ese momento. Tomó las riendas del caballo y al ver la señal roja levantó su arco y flecha trazando bien la puntería para que segundos después de soltarla golpeara todo el centro rojo. Soltó una débil sonrisa de victoria y echó andar de nuevo en medio del bosque.

Lo que le gustaba del castillo de Timor era que había creado una reputación tan feroz que nadie se atrevía a subir a esas tierras por lo que tenía hectáreas y hectáreas de vida silvestre a su antojo para hacer lo que el quisiera. Tenía muchas ideas buenas y malas en la cabeza, la ansiedad de la noche anterior y los labios de Merlina contra los suyos era una de las cosas locas sin contar que Berlín estaba abajo en el inframundo pasando quién sabe que tipo de calamidades y ellos no podían ayudarla. De algún modo sentía que esa era su extraña manera de sobrellevar todo. La caza.

—Muy buena puntería —se dijo a si mismo mientras volvía en dirección al castillo que se veía la punta de la torre a lo lejos.

Mientras más se acercaba veía con mayor precisión a Timor junto a Asroth sobre unas mesas hablando animadamente cosa que le hizo desconfiar un poco. Tenía las palabras atoradas en su cabeza y no pensaba en ningún momento abrir su boca para explicarle a Asroth algo como eso porque estaba más que seguro que lo único que diría era que estaba celoso porque compartía cosas con Timor pero no, en lo absoluto. La cuestión es que sentía que el vampiro estaba influenciando a su hermano de una extraña manera con respecto al temido demonio al que Berlín había tenido que visitar y en varias ocasiones se había preguntado a si mismo si Timor le había contado toda la verdad o si eran verdaderas sus palabras y acciones.

Ignoró su propia mente una vez más y solo bajó del caballo y caminó hasta la puerta entrando en ella y quitando de su rostro un par de gotas brillantes de sudor. Tomó un tremendo vaso de agua que había hecho aparecer y se acomodó en una silla pequeña mirando a la nada, absorto en solo sus pensamientos y de nuevo Merlina se asomó ahí. Se asustó por pensar que ahora ella tenía una atención que el sin querer le había dado pero luego se tranquilizó a si mismo diciendo que no era nada y que solo era por estar tanto tiempo juntos.

—¡Zeón, gracias a mi Dios que estás aquí! —alabó al cielo Merlina sacando su capucha de la cabeza y tomando asiento enfrente —¿Donde está Asroth?

—Junto a Timor, es mejor que no lo molestemos ahora ¿Qué ocurre y por que tienes esa expresión?

—Fuí a Jáan como ya sabes... Pero acabo de enterarme que Gadiel está ahí y que ha venido al pueblo para buscarme porque por alguna razón a llegado a sus oído que me han visto —pasó la mano por sus mechones de cabellos oscuros —y aseguran que fui secuestrada. También buscan a otro par de criminales que estoy casi segura; son ustedes.

No era para menos su semblante serio, contraído y poco sensato. Ella sentía que el mundo podía volcarse y el sentía un tipo de sorpresa por la idea de que lo habían encontrado (de forma todavía no oficial) en aquel país que era casi remoto.

—¿Qué piensas hacer? ¿Ir con tu hermano?

—¡¿Que?! Es obvio que no. Si lo hago será peor —aseguró con miedo —al parecer todavía no han dado con ningún tipo de paradero y es mejor que no vuelva al pueblo en unos días más.

—Es una magnífica idea.

—¿Por qué no estás asombrado? Pensé que la idea sería de infortunio para todos.

—Lo fuera si pudieran subir aquí. Nadie lo hará, ni siquiera tu hermano. De eso estoy seguro —la miró a los ojos —si es cierto lo que me dices, puede que solo crean que estás en Jáan.

Profecías De Príncipes Solitarios: Origines Ocultos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora